Redacción
El origen de las patatas bravas es un tanto confuso ya que hay historias que se lo atribuyen a Casa Pellico, mientras que otros cuentan que está ligado a La Casona, ambos bares madrileños que ya no existen en la actualidad. Los dos establecimientos gozaron de gran fama durante sus años dorados en la capital española donde este plato era el más demandado por todos sus clientes. Lo que sí tenemos claro es que su origen data del año 1960.
En el año 1967, el periodista Luis Carandell publica en ‘Vivir en Madrid’ lo siguiente: “Las patatas bravas, que en algunos sitios se llaman ‘patatas a lo pobre’, son patatas fritas con salsa picante, como uno se imagina que los pobres comerían patatas, es decir, untando pan en la salsa”. Sin embargo, llama la atención la referencia de Ángel Muro en el año 1893 en la que decía: “Cualquier cosa, cualquier aliño, conocidos o por conocer, convienen a las patatas. Incluso con sebo y con azafrán, que es como las gastan los pobres de Madrid”.
Las patatas bravas son, como bien indica su nombre, unas riquísimas patatas acompañadas de una salsa picante donde la cayena da ese toque que tanto gusta a los comensales. Por su parte, las patatas pueden ser servidas fritas, cocidas en aceite e incluso al horno por lo que su versatilidad es de lo más amplia. A modo de curiosidad, también diremos que en el año 2008 la ONU llevó a cabo un estudio sobre las patatas a nivel mundial donde determinaron que las patatas bravas eran un plato típico español por lo que su nacimiento se queda dentro de nuestras fronteras.
La gran controversia en este típico plato de nuestra gastronomía viene en los ingredientes de su salsa. Son muchos los que defienden la imprescindible presencia del tomate, mientras que otros rechazan su utilización basándose en que es el pimentón quién da ese color tan característico.
Fuente: As
