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    Duarte, sastrería para ‘millennials’

    El diseñador Kiko Font tomó en 2016 la dirección creativa de la firma en la que desdibuja los códigos clásicos de las prendas

    Redacción

    El rigor de la sastrería clásica traído a nuestros días es la propuesta con la que Duarte ha tocado la fibra sensible de las nuevas generaciones. Patrones impecables pero que funcionan con chalecos acolchados o sandalias. Estos son los códigos de los renovados iconos del armario.

    Cuando en 2016 Kiko Font (Málaga, 1990) tomaba la dirección creativa de la firma Duarte, tuvo claro que desdibujar los códigos clásicos de la sastrería era necesario para entablar un diálogo con otras generaciones. Así, ha convencido a los millennials de que vestirse de traje es una buena idea. Un concepto que descubre un tallaje apto para cualquier género y que inventa una particular versión femenina, en la que blazers y pantalones se interpretan desde el vestido. Aunque en teoría, la propuesta puede recordar a aquellos diseños que Ann Demeulemeester o Helmut Lang hicieron en los 90, respira otra contemporaneidad. Sus “trajes clásicos, pero renovados” se venden hoy en Italia, Alemania, China y Estados Unidos, confirmando así que la buena sastrería tiene una nueva denominación de origen.

    Kiko Font/ FOTO: Kela Coto.
    La sastrería suele asociarse a la moda italiana y británica. ¿Cómo habéis introducido en ella el sello made in Spain?

    Lo que nosotros pretendemos es descontextualizar el traje a través de los colores, las texturas o los ajustes. Buscamos que sea más contemporáneo y moderno. En definitiva, relajar un poco la visión de la sastrería clásica, pero sin dejar de lado la calidad. Y siempre desde un patronaje impecable, con buenos tejidos y acabados.

    ¿Son sastres para llevar a diario?

    Tenemos un poco de todo, porque hacemos esmoquin y prendas a medida, como el frac. Pero el sastre prêt-à-porter es algo para diario. La idea es poder utilizar el pantalón y la americana por separado.

    ¿La vuestra es una propuesta para que los millennials o la generación Z se aproximen a la sastrería?

    Sí, la idea que tenemos es acercarla a ese público más joven. Hacemos trajes que no se ven en otros sitios por su patronaje o colorido. Son perfectos para quienes no se sienten cómodos con la sastrería más clásica. Proponemos trajes que se pueden combinar, por ejemplo, con una parka acolchada o con un chaleco sin mangas.

    Diseñas ropa para hombre y mujer que gusta a ambos géneros. ¿Te has propuesto difuminar esa barrera?

    Hacemos trajes desde la talla 44 de hombre, lo que equivale a una 36 o 38 de mujer. De esta forma, ellas pueden vestirse con el típico sastre masculino. Pero también hay chicos que utilizan camisas de chica y otros que se atreven con estampados. La nueva generación no tiene complejos y puede utilizar sin problemas una prenda del otro género.

    Trabajaste para Juanjo Oliva y Jorge Vázquez, ambas marcas muy vinculadas a lo que entendemos como feminidad clásica. ¿Has heredado algo de ellos?

    Lo que aprendí con ambos es a gestionar una empresa de moda, el oficio de la confección y cómo funcionan los talleres. Ahora que hemos empezado a hacer vestidos a medida ayuda mucho conocer los procesos a seguir.

    ¿De dónde surge tu interés por la sastrería?

    Es algo que siempre me ha encantado. Recuerdo ver de pequeño a mi padre llevar buenos trajes. Los guardaba en un vestidor y siempre me llamaban la atención. Me gustaba fijarme en detalles como las solapas, la forma en que iban armadas. Por entonces, ya me interesaba por el interior de las prendas y por cómo estaban hechas.

    Como experto, ¿qué es lo más importante en un traje?

    Todos los elementos que componen el interior de una americana son los responsables de que el aspecto exterior sea imponente. Piensa que una americana es como un puzle: se construye a partir de piezas que tienen que encajar y quedar perfectas. La crin, la entretela, las hombreras… Es lo que determina que la prenda tenga un buen acabado y que quede bien.

    En tu anterior colección te inspiraste en el escultor Dan Falvin. ¿Es el arte recurrente en tu imaginario?

    Me pasa como con la sastrería. Es algo que me han inculcado en casa desde pequeño,  con lo que he crecido y que surge de forma espontánea. Siempre intento que las colecciones estén vinculadas a un artista, ya sea plástico o, incluso, un escritor. Me gustan estos vínculos porque pienso que la moda no deja de ser un arte. Quiero hacer prendas que perduren. Que te compres un abrigo y evolucione contigo, que tenga su historia y dure en el tiempo.

    Siempre intento que las colecciones estén vinculadas a un artista, ya sea plástico o incluso un escritor. Me gustan estos vínculos porque pienso que la moda no deja de ser un arte

    Sin embargo, las referencias de las colecciones aluden a la automoción.

    La inspiración son unos prototipos de coches de los años 50. Nuestro punto de partida para las colecciones es siempre el color. Presentamos la paleta en un moodboard y vamos desarrollándola y, a partir de ella, surge el concepto.

    ¿Qué piezas clave han surgido de esta idea?

    Sobre todo, sastrería y abrigos de paño y lanas cocidas. También hemos diseñado un estampado inspirado en elementos de un coche, un tipo de rapport [técnica similar a la serigrafía artesanal] en diferentes colores que va a estar presente en camisas, tops de mujer y faldas. Además, aparecerán muchas capas y camisas de lana.

    ¿El vestido es una prenda que también concibes desde la sastrería?

    Aunque los de la colección de verano son más fluidos, los de esta temporada están muy vinculados la sastrería. Sus mangas se inspiran en las del traje.

    ¿Quién viste las prendas de Duarte?

    El que quiera. Estamos muy vinculados al buen tejido, al arte y a la calidad. Me gusta pensar que es gente con estos intereses, que entienden ese nexo y lo disfrutan. Personas que se ponen la prenda y sienten que les encaja. Hay quienes se autoimponen vestirse de una cierta manera y luego percibes que no están cómodos. Esperamos que esto no ocurra con Duarte. Queremos que quienes lleven nuestras piezas las hagan suyas, que sean ellos los que buscan a la marca y no al contrario.

    Fuente: Talento a bordo