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    Emplea a 1.500 mujeres para producir jabón con café

    Heshima Coffee, en la zona congolesa de Bukavu, produce unas 5.000 pastillas de jabón por semana

    Redacción

    Solange Kwidja fundó una cooperativa de mujeres que produce café y barras de jabón con infusión de café que se venden en cinco provincias del Congo, Burundi y Ruanda.

    Iniciado en 2018, Heshima Coffee ha creado una fuente de ingresos para alrededor de 1500 mujeres y jóvenes en las zonas rurales del este del Congo, entregando plántulas de plantas de café gratis y conectando a los miembros con compradores de comercio justo una vez que los granos han sido cosechados y procesados.

    Alrededor de 100 mujeres están empleadas en una fábrica propiedad de Heshima en Bukavu que produce unas 5.000 pastillas de jabón por semana a partir de granos de café y en el proceso grandes bloques marrones se cortan en rectángulos limpios y se envuelven a mano.

    Las luchas de esta madre de cuatro hijos se aliviaron después de que se unió a una cooperativa de mujeres que produce café y barras de jabón con infusión de café que se venden en cinco provincias del Congo, Burundi y Ruanda. “Yo era una mujer que salía de casa por la mañana y regresaba por la noche sin casi nada, sin saber cómo estudiarían mis hijos”, cuenta esta mujer de 43 años.

    Iniciado en 2018, Heshima Coffee ha creado una fuente de ingresos para alrededor de 1500 mujeres y jóvenes en las zonas rurales del este del Congo, entregando plántulas de plantas de café gratis y conectando a los miembros con compradores de comercio justo una vez que los granos han sido cosechados y procesados. “Los miembros tienen la garantía de vender su café a buen precio”, dijo la fundadora Solange Kwidja Kahiriri en la ciudad de Bukavu, donde tiene su sede la cooperativa.

    Lo que los hombres pueden hacer, las mujeres también lo pueden hacer

    SOLANGE KWIDJA
    TRABAJO A MANO

    Kahiriri dijo que el principal desafío era transportar frijoles desde áreas remotas con acceso por carretera deficiente. “Si tuviéramos energía, nos sería más fácil modernizarnos, lo que nos permitiría trabajar con máquinas”, precisa.

    A pesar de estas limitaciones, hoy los cafetaleros de Heshima pueden enviar a sus hijos a la escuela sin que les duela el estómago.

    Fuente: inspimundo.com