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    Ibrahima abre su panadería artesanal tras 18 años en España

    Es el sueño cumplido de este inmigrante de Senegal

    Redacción

    Ibrahima Gakoy, llegó a España hace ahora 18 años. 2004 llegaba a su fin cuando este hombre de origen senegalés decidió cambiar su país natal por una tierra “de oportunidades”. Lo hizo de forma legal, viajando en primer lugar en avión hasta nuestro país para después intentar ganarse la vida. Ahora, una mayoría de edad en tierras españolas después, ha abierto la primera panadería artesanal de Otura (Granada).

    No solo emprendió el camino de ida sin vuelta desde su Senegal natal en 2004, sino que tuvo que penar trabajando sin papeles cuando el visado le caducó a los tres meses. “Trabajé de todo y me moví sobre todo por el norte de España”.

    Antes de viajar a nuestro país, cuando era un veinteañero, se había formado en estudios de electrónica que le permitían ser un experto en climatización. Una destreza a la que trató de amarrarse en su llegada a España. Así encadenó todo tipo de empleos y se instaló definitivamente en Atarfe (Granada) junto a su esposa, pero muy lejos de su hija. La primogénita de Ibrahima vive en Senegal y con 16 años está a las puertas de poder hacer el mismo camino que hizo su padre.

    Solo en su negocio, pero con una sonrisa de oreja a oreja, abrió Touba (felicidad en senegalés) hace ahora un año, pero reconoce que el impulso definitivo lo ha recibido gracias al Ayuntamiento de Otura, que se ha hecho eco de su historia.

    Encontró un local en Otura que encajaba con sus aspiraciones y abrió un negocio que ahora le da de comer a su familia. “De momento, no puedo contratar a nadie más, pero espero que algún día sí”. Con el esmero y el cariño que les pone en su creación Ibrahima Gakoy, los productos que se venden en Touba llaman la atención de todos los que llegan a la panadería.

    Yo siempre tuve claro que mi sitio era Granada porque aquí vivía mi cuñado

    Ibrahima Gakoy

    Fabrica su propio género, lo vende y aún tiene tiempo para preguntarle a sus clientes cómo les va la vida o para hacerles partícipes del proceso de elaboración de cualquiera de sus productos.

    No se limita a hacer pan normal o integral, sino que ha trufado su catálogo de todo tipo de bollos y dulces también artesanales que conquistan a sus clientes, algunos tan habituales que le llaman cariñosamente “Juan”. Porque Ibrahima Gakoy está atravesando un momento tan dulce como el de los postres que vende y no es para menos: “Estoy muy contento con el trato de todo el mundo”.

    Fuente: eldiario.es