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    Un restaurador de muebles resuelve un misterio arqueológico

    El londinense Ben Bacon ha descifrado un sistema de escritura de 20.000 años de antigüedad escondido en las pinturas rupestres de la cueva Lascaux, en Francia

    Redacción

    Cerca de la villa de Montignac en la región de Dordoña, Francia, se encuentra la cueva Lascaux, denominada «el Altamira francés» por la cantidad y calidad de los grabados, dibujos y pinturas rupestres. A lo largo de los ochenta metros de longitud de la cueva, la riquísima decoración rupestre de Lascaux se compone de 1.963 unidades gráficas, entre pinturas y grabados, de las que 915 son de animales, solo pudiendo identificar con precisión 615: 364 representaciones de caballos, 90 de ciervos, unos pocos toros y bisontes.Lascaux atesora casi la décima parte de todas las manifestaciones gráficas paleolíticas catalogadas en Francia y junto con Altamira aspira al título de capilla Sixtina del arte prehistórico. Además de estas figuras, también se observaron signos como por ejemplo líneas y puntos que han estado confundiendo a los expertos desde su descubrimiento. Ahora, gracias al trabajo de investigación de un restaurador de muebles londinense se ha podido revelar el significado que hay detrás de ellos.

    Ejemplos de representaciones con secuencias de puntos/líneas en varias pinturas rupestres. Foto: CAMBRIDGE UNIVERSITY PRESS

    Ben Bacon, restaurador de muebles con sede en Londres y antropólogo aficionado, se dispuso a reunir información e imágenes de las pinturas rupestres del Paleolítico a través de Internet y consultando la biblioteca británica y tras acumular «la mayor cantidad de datos posible» empezó a notar patrones repetitivos junto o sobre las representaciones de los animales.

    A Bacon le llamó especialmente la atención un símbolo en forma de «Y» que terminó asociando al concepto de «dar a luz» para llegar a la conclusión de que las marcas aludían a un calendario lunar.

    «Estaban usando este calendario para registrar y ubicar a sus presas para futuras cacerías», expresó Bacon en una entrevista con la BBC News. «Creo que esto les estaba dando esa pequeña ventaja en su batalla diaria, ya sabes, administrar recursos, ser cazadores eficientes». Convencido de su hallazgo, presentó sus conclusiones a los académicos de la Universidad de Durham y del University College de Londres, quienes analizaron las marcas y las compararon con los ciclos de nacimiento de animales actuales, como las vacas.

    El estudio concluye que las marcas paleolíticas probablemente hacían referencia a la temporada de apareamiento de cada animal, marcada en meses lunares, tal y como explica el profesor Paul Pettitt, de la Universidad de Durham: «Los resultados muestran que los cazadores-recolectores de la Edad de Hielo fueron los primeros en usar un calendario sistémico y marcas para registrar información sobre los principales eventos ecológicos dentro de ese calendario».Gracias al arduo trabajo de Ben Bacon se ha conseguido desvelar un misterio arqueológico con 20.000 años de antigüedad: un sistema de protoescritura y un calendario que rastrea el ciclo reproductivo de cada animal.

    Fuente: eldebate