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    Cómo protegerse del sol

    Redacción

    Ahora que llegan los meses de verano, es buen momento para recordar algunos consejos destinados a cuidar nuestra piel y evitar quemaduras solares que, ya sabemos que a la larga, no son nada buenas para nuestro organismo.

    Compartimos con ustedes esta información elaborada y publicada por el diario El Mundo y que tiene como fuente a Cristina Villegas, jefa de Dermatología del Hospital Sanitas La Moraleja (Madrid) que ofrece las pautas para proteger nuestra piel.

    Sol primaveral

    “Aunque es cierto que en esta época del año, los rayos solares nos llegan de forma más oblicua y, por lo tanto, menos intensa que en verano (periodo en el que la radiación es más vertical), también pueden resultar dañinos (e, incluso, provocarnos alguna quemadura importante) si no nos protegemos de forma adecuada. Solo así, utilizando las medidas necesarias para salvaguardar la salud de nuestra piel, podremos disfrutar detodos los beneficios que nos brinda este sol primaveral, entre los que destacan: la sensación de bienestar, el confort, la felicidad, la acción antirraquítica (producción de vitamina D), la mejora de nuestro estado inmunitario, el efecto antiinflamatorio, etc”.

    FPS

    “Son las siglas de ‘frames per second’. Se calcula dividiendo la dosis de radiación ultravioleta que puede originar una quemadura solar en la piel utilizando filtro de protección entre la que causa sin él. El número que da como resultado es el FPS que deberemos utilizar según nuestro fototipo de piel, la estación, la altitud y latitud, la hora, etc. A mayor FPS, mayor protección frente a la exposición solar”.

    Protección solar

    “El tipo de protección solar que debemos utilizar antes de exponernos al sol dependerá del fototipo que tengamos, es decir, de la capacidad de nuestra piel para combatir los efectos de los rayos ultravioleta. Los fototipos más bajos (más claros) necesitan una protección más intensa, ya que se dañan y queman más rápido que los más altos (pieles más oscuras). Se pueden distinguir seis fototipos principales con sus respectivas características fácilmente reconocibles: Fototipo I: piel muy blanca o lechosa con abundantes pecas que siempre se quema y no llega nunca a broncearse. Fototipo II: piel clara con abundantes pecas que siempre se quema pero se consigue broncear ligeramente. Fototipo III: piel clara con pocas pecas que consigue broncearse y, a veces, se quema. Fototipo IV: piel morena sin pecas, que se broncea con facilidad y casi nunca se quema. Fototipo V: piel oscura sin pecas que se broncea con intensidad y nunca se quema. Fototipo VI: piel negra que nunca se quema ni se pigmenta”.

    Qué hacer si nos exponemos al sol

    “Lo primer que tenemos que hacer es elegir un FPS (Factor de Protección Solar) adecuado a nuestro fototipo. Algunas personas piensan que es imposible broncearse con un FPS alto, pero no es así: el bronceado es más lento, pero es más seguro. Es fundamental evitar la exposición al sol en las horas centrales del día (entre las 12:00 y las 16:00). Aplicaremos el protector solar con cierta frecuencia (al menos, cada tres o cuatro horas) y, si vamos a la piscina o a la playa, elegiremos formulaciones resistentes al agua. Además, debemos hidratarnos adecuadamente con agua y zumos naturales para proteger nuestro organismo de insolaciones y golpes de calor”.

    La memoria de la piel

    “Todos contamos con un ‘capital solar’ en nuestro haber, al cual podríamos definir como la capacidad que tiene nuestra piel para defenderse de la ‘agresión’ de la radiación ultravioleta. Desde que nacemos hasta que morimos, la exposición solar deja un rastro acumulativo en nuestra piel y, por lo tanto, los daños que se originan en el ADN de las células cutáneas no se olvidan. Tanto la radiación ultravioleta A como la B son carcinogénicas y originan fotoenvejecimiento cutáneo. Por todo ello, es esencial cuidar con especial atención la fotoprotección durante los primeros 15 años de la vida, ya que la piel en la infancia es mucho más vulnerable ante la exposición solar inadecuada, y por supuesto, todavía más si existen quemaduras solares repetidas. Se ha comprobado que si, desde que somos pequeños, nos protegemos frente al sol evitando siempre las quemaduras, reduciremos de forma muy significativa la incidencia del cáncer de piel en la edad adulta”.

    La alimentación

    “El aumento de la ingesta de alimentos ricos en betacarotenos, como la zanahoria, el tomate, la sandía o las frutas de verano, en general, puede resultar beneficioso porque ayuda a nuestra piel a ‘defenderse’ mejor de la radiación ultravioleta. No obstante, esto no quiere decir que podamos ‘confiarnos’ y bajemos la guardia ante el sol. No podemos saltarnos jamás el uso de una crema de protección solar acorde con nuestras necesidades”.

    Suplementos

    “Efectivamente. Los complementos orales con betacaroteno, así como otros compuestos antioxidantes, utilizados de forma suplementaria, (fotoprotectores orales) ayudan a preparar la piel ante la exposición social,fortaleciendo ‘sus mecanismos naturales defensa’. Sin embargo, esto no quiere decir que podamos olvidarnos de utilizar una crema protección solar correcta”.

    Y si nos quemamos…

    “Lo más importante que hay que tener en cuenta si vamos a exponernos al sol es evitar la quemadura. No obstante, si a pesar de haber tomado todas las precauciones posibles nos quemamos, deberemos acudir a nuestro médico de familia o a nuestro dermatólogo para que determine el tratamiento más adecuado en función del grado y la extensión de la quemadura”.

    Fuente: El Mundo.