El santelmeño (Huelva) da un ejemplo de amor al patrimonio de su pueblo, restaurando viejas zahúrdas de forma desinteresada
Redacción
Mientras, Manuel Calvarro y Sebastián Gómez disfrutaban circulando en bicicleta por la comarcal que une Cabezas Rubias con San Telmo, (Huelva), observaron, a la derecha, a un señor en un alto cerca del borde de la carretera. Concentrado, se afanaba en una curiosa construcción al lado de lo que parecía una antigua zahúrda.
Las zahúrdas son construcciones ancestrales destinadas a la cría de cerdos compuestas de una cerca de piedra, normalmente circular, que contiene un habitáculo para dar abrigo a los animales. Pequeñas edificaciones, de uso familiar, que son un exponente de la tradición ganadera porcina de nuestra provincia.
Comprobaban que la pequeña construcción avanzaba cada jornada. Y un día no pudieron resistir la curiosidad y se bajaron para preguntar al hombre sobre aquello que laboriosamente estaba haciendo.
Entonces descubrieron una bonita y generosa historia de amor al patrimonio antropológico.
José Caro Caro, de San Telmo, servicial e ilusionado por el interés suscitado, les desveló que era lo que hacía en ese montículo aledaño a la carretera.
Caro, al fallecer su madre, y en homenaje a ella y a su padre, se puso a restaurar la zahúrda de la familia. Cuando felizmente la recuperó, añadió en un lateral una pequeña estructura -para albergar un rótulo- con una cerámica en la que se resumía la historia de la misma y los distintos propietarios que la habían utilizado.
Fue algo aislado en principio pero, tres o cuatro años más tarde, apenado por el deteriorado estado de otras antiguas zahúrdas que circunvalan el pueblo, decidió en solitario realizar su propia campaña de restauración, para salvar lo que para él es lo único añejo que queda de tantas historias de vida de San Telmo.
El trabajo es duro y lo primero que requiere es ‘liberar’ a las viejas cochineras de las destructivas zarzas, chumberas y otros matorrales que las ocultan y van ‘devorándolas’ con el paso del tiempo.
Una vez despejado el terreno, Pepe comienza el trabajo de restauración, respetando la forma de hacer, que le enseñó su padre -y a él su abuelo, como testigo de generaciones anteriores-. Utiliza los mismos materiales de siempre, básicos obtenidos de la propia naturaleza.
Hace cinco años me di cuenta que las zahúrdas se estaban cayendo, ay madre mía, se van a caer y nadie echa cuenta en esto… y dije, yo las voy a restaurar
Pepe, para crear valor añadido y configurar una ruta de zahúrdas restauradas, tras arreglarlas, construye al lado de ellas una base para situar el rótulo descriptivo. Construye un pedestal y admite que cuando empieza con él no sabe lo que su inspiración va a terminar definiendo.
La mayoría de las que Pepe Caro ya ha restaurado o tiene pendiente de hacerlo son de la década de los cuarenta del siglo pasado. Algunas, no obstante, podrían datarse del siglo XIX o incluso del XVIII.
Las zahúrdas que recupera tienen un valor antropológico extraordinario, y nos hablan de vidas, de tradición, de supervivencia y de cultura. Una puerta al pasado que estaba cerrándose y que este generoso santelmeño ha decidido con firmeza volver a dejar abierta.
El sistema constructivo de piedra seca que utiliza Pepe está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Fuente: huelvabuenasnoticias