Redacción
En un esfuerzo por regenerar suelos degradados y reducir la dependencia de tecnologías importadas, un equipo de investigadores venezolanos logró desarrollar soluciones ecológicas a partir de residuos agroindustriales.
El proyecto, liderado por el doctor Saúl Flores en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), mostró resultados prometedores en la descontaminación de áreas afectadas por hidrocarburos y metales pesados.
Flores relató hoy viernes que su motivación parte de una visión de equilibrio ecológico basada en el aprovechamiento de cascarilla de arroz, tusa de maíz, bagazo de sábila y vástago de cambur, residuos que suelen ser desechados tras procesos agrícolas.
En condiciones de laboratorio, el equipo mezcló estos residuos con crudos pesados extraídos de la Faja Petrolífera del Orinoco, icónica zona de enormes reservas petroleras en el país sudamericano.
El objetivo fue estimular la actividad de microorganismos del suelo para degradar hidrocarburos complejos y metales como níquel, vanadio y cadmio, comúnmente presentes en zonas impactadas por derrames petroleros.
El plan es financiado por el Gobierno de Venezuela a través del Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Fonacit) y tiene como próximo paso instalar una planta piloto en el parque industrial del Ivic, para ampliar la producción destinada a los sectores y laboratorios que trabajan en estas áreas.
El laboratorio es creado con el objetivo que desde la agricultura y la ecología se busquen herramientas necesarias para el desarrollo del país en la materia y así contribuir a los países del Caribe con la utilización de desechos que generalmente son problemas ambientales, dando reutilidad y reusando con ciencia y tecnología.
Flores explicó el hallazgo científico con una metáfora sencilla: «Es como si tuvieras una tela larga que se va cortando en trozos más pequeños por acción de los microorganismos. Estos, al alimentarse de los residuos, generan enzimas que rompen las moléculas contaminantes».
A decir del experto, uno de los mayores retos del proyecto ha sido escalar los ensayos de laboratorio a terrenos reales.
«No es igual trabajar en laboratorio que intervenir un terreno de cientos de hectáreas. Pero logramos probar nuestras técnicas junto al Instituto de Tecnología Venezolana para el Petróleo en ecosistemas como morichales (comunidad de palma de moriche), sabanas y bosques ribereños, bajo condiciones controladas».
Un momento decisivo para el equipo ocurrió cuando las muestras tratadas dejaron de mostrar trazas de metales pesados en los lixiviados (líquidos formados por residuos), constatación que impulsó la aplicación de técnicas fuera del laboratorio y confirmó la efectividad del enfoque basado en estimulación biológica.
Estos dispositivos, aun en fase de prueba, han demostrado una capacidad notable para capturar metales pesados como mercurio, plomo y cobre, disueltos en agua, así como residuos de fármacos y pesticidas.
Fuente: elinformadorve