Redacción
Un estudio en más de 1.600 personas sugiere que la teobromina, un compuesto natural del cacao, se asocia a un envejecimiento biológico más lento medido a nivel molecular. El hallazgo no convierte al chocolate en un elixir de juventud, pero aporta nuevas pistas sobre cómo la dieta puede influir en cómo envejecemos.
Durante demasiado tiempo, el chocolate negro ha sido un placer culpable: demasiado amargo para algunos, demasiado calórico para otros. Sin embargo, la ciencia lleva tiempo rescatándolo del banquillo de los alimentos sospechosos.
Primero fueron los antioxidantes, después los beneficios cardiovasculares y, ahora, una nueva pieza se suma al puzle: una sustancia química presente en el cacao podría estar relacionada con un envejecimiento biológico más lento en humanos.

El protagonista, informa Rex Molón, es la teobromina, un alcaloide natural del cacao que también se encuentra, en menor medida, en el café y el té. Un estudio publicado en la revista científica Aging describe cómo las personas con mayores niveles circulantes de teobromina presentan marcadores moleculares asociados a una edad biológica más joven que la que indica su calendario.
La investigación no sugiere que comer chocolate negro sea una fuente de juventud, pero sí apunta a que uno de sus componentes más característicos podría estar influyendo, a nivel molecular, en los mecanismos que regulan el envejecimiento humano.
El reloj oculto del envejecimiento
Envejecer no es solo cumplir años. Desde hace algo más de una década, los científicos distinguen entre la edad cronológica, la que marca el DNI, y la edad biológica, una estimación del desgaste real del organismo. Para medirla, se utilizan herramientas cada vez más sofisticadas; entre ellas, los llamados relojes epigenéticos.
Estos relojes se basan en cambios químicos en el ADN que se producen con el paso del tiempo, especialmente en los patrones de metilación, un proceso que regula qué genes se activan o se silencian sin alterar la secuencia genética, esto es, sin tocar una sola letra del texto genético. A partir de miles de estos cambios, los investigadores pueden estimar si una persona envejece más rápido o más despacio de lo esperado.
El nuevo estudio se centra en dos de estos indicadores. El primero, conocido como GrimAge, es uno de los relojes epigenéticos más precisos y está estrechamente ligado al riesgo de enfermedad y a la probabilidad de morir en los años siguientes. El segundo estima la longitud de los telómeros —las estructuras que protegen los extremos de los cromosomas—, cuyo acortamiento se asocia al envejecimiento celular.
Análisis de la huella química de la dieta
Para explorar la relación entre la dieta y el envejecimiento molecular, los investigadores analizaron muestras de sangre de más de 1.600 personas pertenecientes a dos grandes cohortes europeas: 509 personas de TwinsUK y 1.160 de KORA. En todas ellas, midieron tanto los niveles de distintos compuestos derivados del cacao y el café como los marcadores epigenéticos del envejecimiento.
El resultado fue consistente: a mayor concentración de teobromina en sangre, menor aceleración del envejecimiento epigenético. Es decir, el reloj molecular parecía avanzar más despacio en quienes presentaban niveles más altos de este compuesto. La asociación fue estadísticamente sólida, y se reprodujo en ambos grupos de población analizados.

Además, los autores tuvieron especial cuidado en descartar explicaciones alternativas. La teobromina pertenece a una familia de sustancias -las metilxantinas- que incluye a la cafeína. Para asegurarse de que el efecto observado no se debía al consumo de café u otras moléculas relacionadas, ajustaron los análisis teniendo en cuenta otros metabolitos similares. Aun así, la relación con la teobromina se mantuvo.
Los resultados deben interpretarse con cautela
Como ocurre con la mayoría de los estudios observacionales, los resultados deben interpretarse con cautela. El trabajo no demuestra que la teobromina frene el envejecimiento, sino que existe una asociación entre ambos fenómenos. Es posible que la teobromina sea un marcador de hábitos saludables o de una dieta rica en compuestos beneficiosos del cacao, como los flavonoides.
Los propios investigadores reconocen esta limitación en su artículo científico. Algunos de los polifenoles del cacao, ampliamente estudiados por sus efectos antioxidantes y antiinflamatorios, no pudieron medirse en este trabajo. No se puede descartar, por tanto, que la teobromina actúe como un indicador indirecto de un patrón dietético más complejo.
Aun así, los análisis estadísticos avanzados utilizados —incluyendo modelos que seleccionan automáticamente las variables más relevantes— refuerzan la idea de que la teobromina tiene un papel independiente, al menos desde el punto de vista molecular.
¿Elixir de la juventud?
La pregunta que asalta nuestras mentes es inevitable: ¿basta con comer más chocolate negro para beneficiarse de este efecto antienvejecimiento? La respuesta, por ahora, es no. El estudio no analiza cantidades concretas ni establece recomendaciones dietéticas. Además, el chocolate es un alimento complejo, con grasas y azúcares que pueden contrarrestar sus posibles beneficios si se consume en exceso. El contenido varía enormemente según el porcentaje de cacao, el origen del grano y el procesamiento industrial. En cualquier caso, nadie sugiere que sea una intervención terapéutica.
También hay que tener en cuenta que la teobromina se encuentra principalmente en el cacao, no en el chocolate ultraprocesado, recuerdan los investigadores.
Fuente: Rex Molón