Una ONG española pone en marcha uno de los primeros proyectos en el Mediterráneo para recuperar una importante colonia de esta especie muy afectada por los residuos pesqueros
Redacción
Cientos de cuerdas, redes, sedales, aparejos y otros residuos están dañando y rompiendo los corales, afectando su delicada supervivencia y degradando a todo este ecosistema de elevadísimo valor ecológico para nuestros mares. Por este motivo nació la ONG Equilibrio Marino, un proyecto participativo donde un equipo formado por científicos, buceadores, naturalistas y otros expertos se han unido para poder llevar a cabo una labor muy compleja, ya que los corales son muy delicados.
En Almuñécar, en la costa española de Granada, hay una lengua de tierra que se adentra en el Mediterráneo. Su superficie es un laberinto de urbanizaciones, chalés con piscina y acantilados, pero bajo el mar hay un paraíso formado por 120 hectáreas marinas que conforman la Zona de Especial Conservación (ZEC) Punta de la Mona. Un área de arrecifes, fondos rocosos y arena que alberga una “elevada biodiversidad” y “densas poblaciones de especies amenazadas”, según la Junta de Andalucía. Entre ellas, el coral naranja (Astroides calycularis) y el coral candelabro (Dendrophyllia ramea).
Desde la web de la ONG indican que “la vida en el mar depende del equilibrio de sus ecosistemas. En ellos influyen múltiples factores como la sobrepesca, la contaminación o el cambio climático que alteran su normal funcionamiento, amenazando su supervivencia y el de las especies que los habitan. Por tanto, para conservarlos debemos actuar tomando las medidas adecuadas para restablecer su salud”.
En este sentido, Equilibrio Marino desarrolla acciones para recuperar los ecosistemas dañados y conservarlos eficazmente de manera que puedan coexistir con la actividad humana, poniendo especial énfasis en las áreas marinas protegidas. Una de estas iniciativas es impulsar una de las primeras guarderías de coral del Mediterráneo y para ello la idea pasa por instalar varias estructuras submarinas donde los ejemplares dañados se pueden recuperar y a la vez ir repoblando la colonia con aquellos más sanos.
La calidad del agua, el relieve submarino y las corrientes marinas han creado las condiciones adecuadas en esta parte de la costa para que haya una gran población de esta especie —catalogada como “vulnerable” en la Lista Roja de Especies Amenazadas—, un ecosistema que da cobijo a una gran cantidad de peces e invertebrados que se alimentan y reproducen en ese entorno. Ya sean pulpos, sargos, esponjas o estrellas de mar, entre otras decenas de especies, como subraya un estudio del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Esta singular población de coral candelabro, cuyo nombre procede de su crecimiento ramificado, apenas avanza un centímetro al año mientras los pólipos coralinos se alimentan de plancton. Sin embargo, esto contrasta con su acelerado ritmo de deterioro. Como explica Marina Palacios, coordinadora de este proyecto de recuperación denominado SOS Corales, “esta colonia con ejemplares centenarios está en grave peligro por su gran vulnerabilidad ante redes, anzuelos, cabos, nasas y otras artes de pesca, que estrangulan, fragmentan y tapan los corales, provocando su muerte”.
En este sentido, el proyecto SOS Corales consta de cuatro fases de actuación:
- Limpieza submarina donde retirarán toda la basura de los fondos como plásticos, redes, nasas y otros desechos.
- Extracción de cabos t sedales enredados en las colonias, una labor muy delicada que requiere una técnica muy depurada.
- Creación del primera guardería de corales de España para recuperar allí los brazos despegados.
- Repoblación, pegando los corales en su medio natural.
Fernando Alarcón, fundador de la ONG, explica en declaraciones a El País, que “en un concurso internacional desarrollado por otra entidad social francesa Coral Guardian encontraron el apoyo económico para llevar a cabo esta guardería de corales. Y gracias a la colaboración de otros donantes han podido ponerla en marcha sin ningún tipo de ayuda pública. “Ojalá se sumen más próximamente, porque seguimos necesitando financiación”, destaca.
Bajo la coordinación de Palacios, los técnicos de Equilibrio Marino comenzaron el pasado septiembre a cartografiar el fondo marino donde se establece la colonia de coral. La tecnología les ha permitido conocer su abundancia, pero también la distribución, los daños que sufre cada ejemplar o los residuos que les rodean. De manera paralela, han comenzado un trabajo de investigación con las universidades de Cádiz, Málaga y Sevilla para realizar un estudio genético y reproductivo de los corales que busca mejorar el conocimiento sobre la especie.
Además, también analizan parámetros ambientales con dos estaciones centinela que permiten conocer desde las corrientes hasta la calidad del agua, la cantidad de plancton o las sustancias contaminantes en el sedimento: hasta el momento han encontrado más de 500 procedentes de productos como las cremas solares, perfumes o metales pesados.
“Hay residuos acumulados como para estar trabajando un mínimo de dos años”, apunta Alarcón. La idea es que, como muy tarde, en 2025 todo el jardín de corales esté sano. El objetivo final es la creación de un Área Marina Protegida que atraiga el turismo de buceo y, a la vez, sirva para prohibir la pesca porque “ha quedado demostrado que la protección de esta especie y toda la diversidad de su habitante zona no es compatible con la actividad pesquera, que genera efectos nocivos de gravedad al ecosistema”, concluye.
Fuente: Equilibrio Marino y El País.