Redacción
Muchas veces un gesto de empatía atrae más empatía, creándose una cadena de solidaridad casi infinita. Eso es lo que ha ocurrido en el caso que nos ocupa. Este diario publicaba el pasado domingo 15 de diciembre la historia de Javier Cascón, un joven de 26 años que compra pisos para cobijar a personas sin hogar.
En el 2022 adquirió el primero, invirtiendo todos sus ahorros (30.000 euros en ese momento) que había amasado trabajando a destajo: llegó a tener cuatro empleos a la vez. El inmueble, de 33 metros cuadrados, le costó 75.000 euros, que consiguió cubrir, además de sus ahorros, con las ventas del libro que escribió (Amen sin tilde) y actos que organizaba para recaudar fondos.
El pasado mes de febrero adquirió un segundo, más grande (50 metros cuadrados) y en consecuencia más caro. Pagó por él 100.000 euros. Esta vez tuvo que endeudarse, pidiendo varios préstamos de los que todavía le quedan por devolver más de 60.000 euros, explicaba él mismo a La Vanguardia. Y todo ello mientras él y su mujer (se casaron en septiembre) viven en un piso que les han dejado unos amigos mientras encuentran un lugar donde instalarse.
Pues bien, la publicación de su historia conmovió a un buen samaritano, que se ha ofrecido a donar 15.000 euros al proyecto de Javier. Se da la circunstancia de que esta persona –empresario catalán de 62 años, que responde a las iniciales M. S. M. y que prefiere permanecer en el anonimato- no es la primera vez que reacciona ante un reportaje de este diario.
Ya lo hizo el año pasado, con motivo de la publicación del caso de un joven autista que había permanecido casi cuatro años encerrado voluntariamente en su habitación jugando a videojuegos. En esa ocasión, se comprometió (y así lo ha hecho hasta ahora) a pagar las matrículas y todas las mensualidades de los cinco años que duraba el curso de cómic y artes visuales que Jordi, el protagonista de la historia, quería cursar.
DONACIÓN
Javier quedó impresionado cuando supo que había una persona dispuesta a donarle 15.000 euros para su proyecto. “Es una barbaridad la donación que nos ha hecho este empresario”, confiesa. “Es increíble encontrar a gente tan buena que, sin conocerte de nada, confíe en el proyecto, vea lo que hay detrás y le guste tanto para hacer una contribución así”. Esta cantidad, explica, la usará para devolver gran parte de los 20.000 euros que le prestó una persona para comprar el segundo piso y que todavía le debe.
Ayudar a los demás es lo que me da vida
JAVIER CASCÓN
Por el momento, ya han pasado 13 personas por los pisos que compró. “Están el tiempo que necesiten, hasta que encuentren trabajo, tengan cierta estabilidad y puedan hallar un lugar mejor, más espacioso”.
Mientras residen ahí, aportan algo si se lo pueden permitir. “En una de las casas tenemos ahora una pareja que ha encontrado trabajo y pagan cien euros cada uno. Eso nos ayuda a costear la luz, gas, tasa de residuos urbanos, comunidad de vecinos…”. Prefieren que la estancia en el piso no resulte gratis –en la vida real todo tiene un coste- y que contribuyan en función de sus salarios.
Afirma que ayudar a los demás es lo que le da vida. “De la misma manera que no dejaría que mis padres o mi hermano vivieran en la calle, pues con estas personas igual. Son mis hermanos, aunque no de sangre. Me gustaría que si, en el futuro, yo estuviera en esa situación, alguien me diese la mano”.
Fuente: lavanguardia