Redacción
Un proyecto piloto del sindicato de educación afiliado a la IE, FESEN en la región de Sotouboua, en el centro de Togo, contribuye a modificar la percepción de que el trabajo infantil es aceptable. El trabajo agrícola y doméstico son las principales actividades que frenan la escolarización de los niños y niñas en esta región.
El proyecto comenzó en 2019 con una formación impartida a docentes, comités de gestión escolar y líderes de la comunidad, que les abrió los ojos sobre su papel en la lucha contra la explotación infantil. Uno de los elementos básicos de la formación es la distinción entre el trabajo infantil (prohibido) y el trabajo socializador, que no tiene impacto negativo en la escolarización, la salud o el desarrollo personal del niño o la niña.
Esta formación permite concienciar al personal docente y directivo de la escuela sobre el papel que pueden desempeñar en la erradicación del trabajo infantil en su comunidad. “En cuanto un estudiante abandona la escuela, visitamos a su familia”, explica Panadèma Bayabenze, maestro en la escuela de la aldea de Mèwèdè. Antes de este proyecto sindical no éramos tan proactivos. Las familias no suelen darse cuenta de las consecuencias negativas que conlleva el abandono escolar. Además, las sensibilizarnos en cada asamblea general de la escuela, cuando todos los padres y madres están reunidos.
Sensibilizar a la comunidad sobre la importancia de la educación es una de las claves del éxito del proyecto de FESEN. “Muchos padres y madres jamás han ido a la escuela y, por tanto, desconocen el valor de la educación”, explica un miembro del comité de gestión de la escuela de Mèwèdè. El taller de FESEN nos dio nuevos argumentos que podemos utilizar al hablar con ellos. Por ejemplo: les decimos que a la escuela no solo se va con la esperanza de convertirte en funcionario, también se va por uno mismo, por su propio desarrollo personal, e incluso para convertirse en un mejor agricultor local”.
En las localidades donde la FESEN desarrolla sus proyectos se crea un comité de aldea para combatir el trabajo infantil. Sus miembros son las personas más influyentes, como los jefes de aldea o las personas más comprometidas con la infancia. Ayudan al personal docente a sensibilizar a las familias sobre los riesgos del abandono escolar. “El proyecto nos ha hecho tomar conciencia de la necesidad de que todos los niños y niñas permanezcan en la escuela”, explica Sangbalao Pouwèdéo, jefe de la aldea de Toukoudjou. Antes del proyecto, cuando un estudiante abandonaba la escuela, hablábamos con las familias, pero solo de manera informal. Después de nuestra formación, lo hacemos de manera más sistemática: cuando un niño o niña abandona la escuela, vamos a visitar a sus progenitores y les concienciamos. Hemos conseguido que muchos vuelvan a la escuela.
Los sindicatos también están formando al personal docente de la zona del proyecto sobre las normas nacionales e internacionales relativas a los derechos de la niñez, y mostrándoles métodos de enseñanza más atractivos e inclusivos. Se pone el acento en la eliminación de los castigos corporales. Estas formaciones son especialmente útiles para el personal docente comunitario, contratado en los pueblos para suplir la escasez de docentes diplomados.
En las escuelas del proyecto se han creado clubs de estudiantes contra el trabajo infantil. Los alumnos y alumnas que integran estos clubes están supervisados por docentes y capacitados por FESEN. Organizan actividades artísticas, como teatro callejero, canciones, bailes, poemas, para concienciar sobre los derechos de los niños y las niñas, y la importancia de la educación. A través de sus contactos personales, ayudan a convencer a aquellos niños y niñas trabajadores de la comunidad para que regresen a la escuela. “Cuando un miembro del club detecta que un niño o niña está siendo explotado laboralmente, informa al docente de enlace o a un miembro del comité de lucha contra el trabajo infantil de la aldea. Entonces nosotros tomamos el relevo y contactamos con la familia del niño o niña”, explica Panadèma Bayabenze, maestro de la escuela de Mèwèdè.
Entre 2019 y 2023, el proyecto de FESEN ha logrado que 137 niños y niñas dejen de trabajar y retornen a la escuela. Todos ellos recibieron clases de recuperación para ponerse al nivel de los demás estudiantes de su edad. El proyecto abarcó inicialmente a nueve escuelas durante este período, y durante 2024-2025 FESEN y sus socios internacionales lo están extendiendo a nueve escuelas adicionales en la misma región.
Durante los próximos dos años, el sindicato también intensificará su defensa del desarrollo de los comedores escolares. El primer comedor, instalado en la escuela de Mèwèdè gracias a la movilización de docentes y sus comunidades, ya alimenta a 195 niños y niñas cada día, y desempeña un papel crucial para atraer a la escuela al alumnado más desfavorecido y prevenir el abandono escolar.
El desarrollo de este proyecto ha permitido al sindicato reforzar su diálogo social con las autoridades locales. En el cantón de Kazaboua, el proyecto piloto desarrollado por FESEN en cuatro escuelas ha sido ampliado por las autoridades a todo el cantón. Lanto Akaba-Abalo, jefe del cantón de Kazaboua, afirmó: “Este proyecto logró resultados impresionantes en las escuelas piloto, incluida una drástica reducción del abandono escolar. Por ello establecí comités de aldea, sensibilicé y capacité a los directores de las otras seis escuelas del cantón para que siguieran este modelo. Hoy, ningún niño o niña abandona los estudios en las diez escuelas primarias de mi cantón. La labor de concienciación también ha contribuido a reducir el número de casos de maltrato infantil en todo el cantón.
Fuente: ei-ie