Redacción
Cabeza gacha, mirada nerviosa y el deseo de volverse invisible. Llaves en una mano. El teléfono móvil en la otra. Siempre alerta ante lo que pueda suceder. La escena no le es desconocida a ninguna mujer que haya tenido que volver sola a casa por la noche. Un ritual que traspasa fronteras y que no siempre acaba con un suspiro y un portal cerrándose a sus espaldas. La historia no terminó así, por ejemplo, para Diana Quer y Laura Luelmo en España ni tampoco para Sabina Nessa y Sarah Everard en el Reino Unido. A ella, a Sarah, ni siquiera le salvó que fueran las nueve de la noche ni que su agresor fuera un agente de policía. Fue igualmente secuestrada, violada y asesinada en Londres hace ahora un año. En una vigilia celebrada en su honor en el parque de los Meadows de Edimburgo poco después de su muerte, Alice Jackson, 22 años, y Rachel Chung, 28, compañeras en la Universidad de Edimburgo, hicieron una promesa. “Cogimos un micrófono y nos comprometimos con todos los presentes a que ninguna mujer de la ciudad volvería a casa sola aquella noche. Si querían compañía, solo tenían que llamarnos”, asegura Chung en una entrevista con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. Ese mismo día nació Strut Safe, una plataforma independiente y sin ánimo de lucro que desde hace un año ha hecho compañía a centenares de mujeres del Reino Unido en su vuelta a casa.
Aquel día de 2021 compraron una tarjeta SIM en un supermercado y se pusieron manos a la obra con un proyecto que por el momento no recibe financiación pública, sino que se sustenta únicamente a través de donaciones privadas.
“Lo que en un primer momento éramos Alice y yo acompañando a gente a casa pronto empezó a crecer muy rápidamente. Nos han llegado llamadas de todo el país”, asegura la cofundadora de Strut Safe, que ya tiene más de 76.000 seguidores en su cuenta de Instagram. Desde entonces, un torrente de voluntarios se ha sumado tanto para acompañar físicamente a las mujeres como al otro lado del teléfono, aunque, por el momento, solo tienen capacidad para operar las noches de los viernes, sábados y domingos.
Entre abril de 2020 y marzo de 2021, 177 mujeres fueron asesinadas en el Reino Unido y, en el 92% de los casos en los que se consiguió identificar al sospechoso más probable, el presunto asesino era un hombre. En 2020, año del confinamiento, 41 mujeres fueron víctimas en España de la violencia machista, 14 menos que el año anterior. “Las mujeres saben que no todos los hombres son una amenaza, pero mientras haya tantos que sí lo son eso hace que para nosotras todos lo sean. Lo mejor, si eres hombre y no quieres asustar a nadie cuando caminas por la calle, es salir de la escena y cambiarte de acera”.
El hecho de que en la oscuridad de la noche cualquier hombre pueda parecer un potencial agresor no significa para ellas, sin embargo, que haya que excluirlos de la solución del problema. “Nos ha llenado de esperanza que desde el primer momento los hombres de Edimburgo quisieran dar un paso adelante para hacer que la gente se sintiera segura, tuvimos muchos voluntarios”, reconocen desde Strut Safe, donde además dan formación a quienes atienden las llamadas, comprueban los antecedentes penales de quienes acompañan a las mujeres a casa y garantizan que siempre habrá al menos dos personas cuando el trato sea cara a cara.
Alice Jackson, cofundadora de Strut Safe
Sin embargo, el grueso de la organización siguen siendo “personas que se identifican a sí mismas como mujeres”, como explica Chung. “Por suerte nadie ha tenido una emergencia, pero sí que hemos escuchado a gente corriendo a casa por miedo, gente que tiene la sensación de que le están siguiendo o que recibe silbidos y comentarios inapropiados cuando está volviendo sola a casa. Es espeluznante cuando alguien te dice que seguramente le vaya a pasar algo malo y te describe su ropa para que denuncies su desaparición”.
A las mujeres se les enseña que no merecen el tiempo de otros
Alice Jackson, cofundadora de Strut Safe
En España, las cifras de violencia sexual hacia las mujeres no paran de aumentar. Las 2.143 denuncias por violación con penetración que registraron las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado el año pasado suponen un 34,3% más que en 2020 y un 14,4% más que en 2019, año en que todavía no se había producido el confinamiento por el coronavirus y en el que los datos de criminalidad no se vieron afectados por él. Unos datos, los de 2021, que, sin embargo, no se corresponden con la realidad, pues se calcula que solo se denuncian un 11% de las violaciones. Entre los motivos para no denunciar, la vergüenza es el más común.
“Una de las cosas más deprimentes e importantes que me he llevado de este trabajo es que las mujeres que llaman a esta línea de teléfono están preocupadas por hacerle perder el tiempo a los demás. Casi todas empiezan disculpándose por si su caso no es lo suficientemente grave como para merecer mi tiempo. A las mujeres se les enseña que su trauma y su estrés no es digno de la preocupación, el tiempo y la atención de otros”, asegura Chung.
Fuente: El Día.