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    ¿Somos menos amables?

    No lo somos, pero recibimos tantas noticias negativas que creemos que sí

    Redacción

    Hoy en día no es difícil escuchar aquello de “antes, la gente era más amable”. Una parte significativa de la población tiene la sensación de que la gente se está volviendo más descortés con el paso del tiempo, año tras año. Pero, ¿es cierto? ¿La gente es realmente menos amable de lo que solía ser? Un estudio concluye que tenemos la percepción de que hoy día tenemos menos empatía que en el pasado, pero esta idea podría ser simplemente un prejuicio social basado en la exposición sesgada a la información.

    La psicóloga Ana Merlino lo tiene claro: actualmente somos menos empáticos y gentiles de lo que lo éramos antaño “Vivimos en un mundo en el que ni nos saludamos y donde las prisas, el estrés y la falta de tiempo nos han convertido en egoístas. En nuestra sociedad, la amabilidad está pasada de moda”, remarca.

    De ello habla “Kindfulness: un viaje para transformar el mundo a través de la amabilidad” (Urano). En su primer libro, está psicóloga clínica reivindica la “amabilidad consciente”, esto es, ponerse en los zapatos de los demás “y ser amable desinteresadamente”. Esta psicóloga clínica recuerda que “hace muchos años todo el mundo era amable, con independencia de la clase social a la que perteneciera”.

    De hecho, la imagen de los “viejos buenos tiempos” es la del cartero quitándose la gorra para saludar a una vecina, la de alguien ofreciendo su asiento a una persona mayor en el autobús, la de los niños pequeños dando los buenos días en su camino hacia el colegio o la de una abuelita ayudando a un turista despistado a encontrar una dirección. Así que es normal preguntarse: ¿Cómo hemos podido terminar siendo tan poco amables y desconsiderados?

    Un psicólogo norteamericano ha dedicado buena parte de su vida a dilucidar esta cuestión y ha llegado a una conclusión inesperada: la idea de que hoy día somos menos gentiles con nuestros semejantes es simplemente un prejuicio social, señala Adam Mastroianni. A raíz de sus pesquisas, Mastroianni publicó a mediados de 2023 un estudio en la revista Nature titulado The illusion of moral decline (La ilusión de la decadencia moral).

    RETROCESO

    Según esta investigación, buena parte de la población de, al menos, 60 países del mundo está firmemente convencida de que la amabilidad y la ética están yendo marcha atrás como los cangrejos. Algunos lo atribuyen a que las personas se vuelven menos rectas a medida que envejecen, pero también a que los jóvenes (aunque no solamente ellos) están tan ensimismados con sus “espejitos mágicos” o teléfonos móviles que se han vuelto mucho más individualistas que sus predecesores. Al unísono, otras investigaciones han detectado que cada vez interaccionamos menos presencialmente con extraños. Por no hablar de que, con la automatización, muchas personas han sido sustituidas por algoritmos a quienes no hay que necesidad de saludar.

    Los jóvenes están demasiado ensimismados con sus “espejitos mágicos”

    ADAM MASTROIANNI

    Mastroianni, quien capitanea el blog científico Experimental History, apunta que hay sesgos cognitivos que inducen a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor (incluso aunque a los participantes se les muestren estadísticas que constatan que cuando ellos eran jóvenes había mucha más delincuencia en las calles, más intoxicaciones alimentarias, menos respeto por los homosexuales, etc.)

    Este psicólogo que se ha especializado en estudiar las percepciones erróneas, también saca a colación que las personas tienden a prestar atención a las informaciones predominantemente negativas, especialmente cuando tienen que ver con personas a las que no conocen. Por esta razón, “cuando miran más allá de su mundo personal, creen estar rodeados de gente que hace cosas malas: miente, engaña, roba y mata”, declaraba Mastroianni a la revista The Atlantic.

    La segunda parte de su explicación tiene que ver con la memoria sesgada. Los neurocientíficos han notado que la maldad de los malos recuerdos tiende a desaparecer más rápido que la bondad de los buenos. Por ejemplo, si a una niña le prohibieron en la escuela secundaria jugar a fútbol con sus compañeros de clase, algo que le hizo sentir mal entonces, veinte años después es posible que recuerde aquel episodio como una anécdota divertida.

    Fuente: lavanguardia