¿Qué podría deparar el futuro para los libros y para el cerebro lector?
Redacción
Los beneficios de la lectura son extraordinarios pero estamos en riesgo de perder algunos de ellos. ¿Por qué? Intenta preguntarte: ¿prestas atención a todo lo que lees o lo lees por encima, buscando información rápidamente o quizás “un gancho” que te lleve a leer un poco más?
A pesar de que hoy en día estamos leyendo más palabras que nunca -se calcula que un promedio de alrededor de 100.000 al día- la mayoría se leen en ráfagas cortas en las pantallas, y “por encima”.
Eso preocupa a expertos, pues transformar nueva información en conocimiento consolidado en los circuitos del cerebro requiere múltiples conexiones con las habilidades de razonamiento abstracto, cada una de las cuales requiere un tipo de tiempo y atención que a menudo falta en la lectura digital.
Todo lo cual nos deja con la misma pregunta que hizo el poeta TS Eliot: “¿Dónde está el conocimiento en nuestra información? ¿Dónde está la sabiduría en nuestro conocimiento?”.
A diferencia del lenguaje oral, la visión o la cognición, no existe un programa genético para aprender a leer.
Si un niño, en cualquier lugar del mundo, está en un entorno hablante, su lenguaje, naturalmente, se activará. Eso no ocurre con la lectura, pues implica la adquisición de un código simbólico completo, tanto visual como verbal.
Por ser un invento relativamente reciente -“es un parpadeo en nuestro reloj evolutivo: tiene apenas 6.000 años”, apunta Wolf-, aún no lo hemos formateado.
“Empezó de una manera simple, para marcar cuántos vasos de vino u ovejas teníamos. Y con el nacimiento de los sistemas alfabéticos, comenzamos a tener un medio eficiente para recordar y almacenar el conocimiento”. “La lectura es un conjunto adquirido de habilidades que literalmente cambia el cerebro”. “Lo que hace es explotar un principio de diseño en el cerebro humano, que le permite hacer nuevas conexiones entre regiones visuales, regiones del lenguaje, regiones para el pensamiento y la emoción”.
Esta transformación, subraya la neurocientífica, “comienza de nuevo en cada nuevo lector. No existe dentro de nuestra cabeza. Cada persona que aprende a leer tiene que crear un nuevo circuito en su cerebro”.
MAGICAMENTE
“La lectura aporta tres poderes mágicos: creatividad, inteligencia y empatía”, afirma Cressida Cowell, escritora de literatura infantil y autora de la serie “Cómo entrenar a tu dragón”. “Leer por el gusto de hacerlo es uno de los dos factores clave en el éxito económico posterior de un niño. Es más probable que no termines en prisión, que votes, que seas dueño de tu propia casa…”.
Además, “leer una gran historia es mucho más que entretenimiento”, asegura la biblioterapeuta Ella Berthoud. “La lectura en realidad tiene muchos beneficios terapéuticos. “Tu cerebro entra en un estado meditativo, un proceso físico que ralentiza los latidos del corazón, te calma, y reduce la ansiedad”, afirma Berthoud, para quien, por ejemplo, el remedio para la “claustrofobia, rabia, agotamiento” es la novela de Nikos Kazantzakis Zorba el griego.
PROFUNDAMENTE
“Cuando leemos a nivel superficial, sólo estamos obteniendo la información. Cuando leemos profundamente, estamos usando mucho más de nuestra corteza cerebral”, explica Wolf. “La lectura profunda significa que hacemos analogías, hacemos inferencias, lo que nos permite ser seres humanos verdaderamente críticos, analíticos, empáticos”.
En su libro Proust y el Calamar. Historia y Ciencia del Cerebro Lector -cuyo título en español es Cómo aprendimos a leer-, la experta en neurobiología de la lectura explica como “en cierto momento, cuando un niño pasa de decodificar a leer fluidamente un texto, la ruta de las señales a través de su cerebro cambia. “En vez de recorrer una ruta dorsal (…), la lectura comienza a moverse a través de una más rápida y eficiente ruta ventral… “Puesto que el tiempo empleado y el gasto de energía cerebral son menores, un lector fluido será capaz de integrar más de sus sentimientos y pensamientos en su propia experiencia. “El secreto de la lectura se halla en el tiempo que ésta libera para que el cerebro pueda tener pensamientos más profundos que antes”.
Pero, si bien el proceso de aprender a leer cambia nuestro cerebro, también lo hace lo que leemos, cómo leemos y en qué leemos (impresión, lector electrónico, teléfono, computadora portátil). Para Chris Meade, autor transmedia, esto último no es problema: “Pensamos en el libro como la obra, pero el libro es sólo un mecanismo de entrega”.
ALTERNATIVAMENTE
La narrativa transmedia es un tipo de relato en el que la historia se despliega a través de múltiples medios y plataformas de comunicación -apps, e-books, juegos, comics, blogs, etc.-, y en la cual los consumidores pueden asumir un rol activo en el proceso de expansión.
“Los nuevos medios le están dando voz a una nueva generación de escritores. Impide que tengamos estemos condicionados a pensar que sólo hay un tipo de ‘escritura buena’ y en realidad le permite a las personas simplemente hablar y compartir historias y experiencias”, opina Natalie A. Carter, cofundadora del extraordinariamente exitoso Black Girls Book Club.
“No importa el medio, no importa cómo lo consigas, lo que importa es la historia”, dice la otra cofundadora Melissa Cummings-Quarry. “La novela está evolucionando. Hay todo tipo de libros increíbles que se están escribiendo deliberadamente para ser leídos en los teléfonos”, señala Berthoud. “El libro tal vez da la ilusión de que esto es todo. Nunca lo ha sido, es una forma de entrar en un proceso de pensamiento”, afirma Meade.
Sin libros, no seríamos humanos como lo somos
ELLA BERTHOUD
“Reunimos a académicos y científicos de más de 30 países, para investigar sobre el impacto de la digitalización en la lectura”, cuenta Anne Mangen, presidenta de E-READ un organismo cuyo objetivo es mejorar la comprensión científica de las implicaciones de la digitalización.
Es parte del Programa Internacional de Cooperación Europea en el Campo de la Investigación Científica y Técnica (COST), que considera la lectura como un “asunto de urgente preocupación”.
“Las investigaciones muestran que la cantidad de tiempo que se dedica a leer textos de formato largo está disminuyendo y, debido a la digitalización, la lectura se está volviendo más intermitente y fragmentada”, algo que podría “tener un impacto negativo en los aspectos cognitivos y emocionales de la lectura”, explica COST.
En otras palabras, así como al aprender a leer de la manera tradicional el cerebro se formatea y graba los itinerarios de la razón y los caminos a la emoción, al aprender a leer de la manera en la que lo hacemos en los medidos digitales, el cerebro trazará rutas distintas y, si dejamos de un lado la lectura profunda, borrará las anteriores, si es que existían.
“Si no entrenamos esas habilidades, eventualmente podemos perder la capacidad de comprender contenido más complejo, y también tal vez de involucrarnos e imaginar”, advierte Mangen.
Entonces, qué podría deparar el futuro para los libros y para el cerebro lector? Según Carter, el futuro traerá “muchas más colecciones de cuentos, y creo que veremos muchos más libros más cortos”.
Fuente: BBC