De pequeña, Ana se pasaba horas examinando cualquier muestra diminuta, desde un insecto hasta un trocito de piel de cebolla, utilizando el microscopio de juguete que sus padres le habían regalado por Navidad. Años después, su curiosidad se transformó en su carrera. Actualmente, lidera un proyecto que estudia los microorganismos de los tubos de lava de Lanzarote (Tubolan), con el objetivo de poder aplicar este conocimiento a expediciones espaciales y buscar vida en Marte y la Luna.
Irma Cervino / NoticiasPostivas.press
Ana Miller nació en Lisboa y tiene doble nacionalidad (portuguesa y española). Tras licenciarse y realizar su tesis doctoral, llegó a Sevilla (España) con una beca Marie Curie de la Unión Europea para estudiar la geomicrobiología de los tubos de lava de Canarias (España), de Galápagos (Ecuador) y de la Isla de Pascua (Chile). Una vez concluyó ese trabajo, logró un contrato Juan de la Cierva y, actualmente, tiene un Ramón y Cajal.
Reconoce que es un “honor haber conseguido estos contratos tan competitivos” y quienes trabajan con ella aseguran que le pone pasión y mucha profesión a cada proyecto que emprende. Ana es geomicrobióloga del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla, centro de investigación adscrito al CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas).
En 2017, la Agencia Espacial Europea (ESA) seleccionó a la investigadora para participar en el programa Pangaea-X,. Su misión era entrenar a los astronautas en la toma de muestras microbiológicas en una cueva volcánica o tubo de lava de Lanzarote. Junto al astronauta Mattias Maurer, logró secuenciar el ADN de una muestra bacteriana directamente dentro de una cueva.
Escuchando hablar a Ana, no deja duda de que todavía conserva mucho de aquella niña de seis años que miraba asombrada la vida a través de la lente de aquel microscopio didáctico. Poco podía imaginarse, entonces, que llegaría a ser una gran investigadora, elegida incluso por la Agencia Espacial Europea para uno de sus proyectos.
¿Tuvo claro que su profesión iba a ser la científica?
Yo creo que, en mi caso, ayudó mucho que mis padres me motivaran a seguir ese camino y que me regalaran un microscopio de juguete. Luego también está el don que tiene cada uno.
Hace cuatro años, la Agencia Espacial Europea (ESA) la escogió para participar en el proyecto Pangaea-X, ¿en qué consistió su misión?
La ESA me seleccionó para participar en este programa, en el que sigo colaborando y que se desarrolla en la isla de Lanzarote, para dar formación a los astronautas sobre cómo se recogen las muestras para microbiología en el interior de estas cuevas, cómo evitar la contaminación cruzada y los procedimientos de extracción y secuenciación de ADN. Esta misión se llevó a cabo en el tubo de lava de La Corona para simular los protocolos de trabajo de un astronauta en una misión en una cueva en Marte.
En mi caso, ayudó mucho que mis padres me motivaran a seguir el camino de la investigación
Actualmente, lidera el proyecto Tubolan, también en Lanzarote. Háblenos un poco de lo que está haciendo.
El objetivo del proyecto Tubolan es estudiar la diversidad y la función de las comunidades microbianas, principalmente las bacterias que habitan en los tubos de lava de Lanzarote por las analogías entre estas cuevas y los tubos de lava existentes en Marte y en la Luna. En este proyecto estoy trabajando con un equipo de científicos del CSIC, de la Universidad de Bolonia (Italia) y de la Universidad de Coimbra (Portugal), del que forman parte los investigadores Jesús Martínez Frías y Francesco Sauro. Queremos saber qué microorganismos crecen en estas cuevas y cómo estas bacterias interactúan con los minerales.
¿Lo que aprendan servirá para buscar vida en la Luna y en Marte?
De alguna manera sí. Estudiar estas cavidades de Lanzarote, podría indicarnos qué microorganismos podrían existir o haber existido en el subsuelo de Marte y entender su metabolismo. Además, Lanzarote está considerada un laboratorio natural que nos ayuda a comprender la geología de Marte y cómo se forman los tubos de lava en ese planeta.
Hay muchas analogías entre las cuevas de Lanzarote y los tubos de lava detectados en Marte y en la Luna
Cuando se habla de encontrar vida en Marte no hablamos de vida humana, ¿verdad?
(sonríe)
No, hablamos de microorganismos que es el único tipo de vida que podría existir con las condiciones que tiene el planeta rojo. Nos referimos concretamente a los *quimiolitoautótrofos que son aquellos microorganismos que utilizan compuestos inorgánicos, en lugar de materia orgánica, para para crecer y para obtener energía. Si hay vida microbiana en Marte estaría en el subsuelo, en las cuevas, y serían bacterias que se alimentarían de minerales para crecer.
*Los quimiolitosautótrofos obtienen energía de la oxidación de compuestos inorgánicos y el carbono de la fijación del dióxido de carbono
Esto puede significar que si encontramos ese tipo de microorganismos, a la larga, en millones de años, ¿se podría llegar a desarrollar otro tipo de organismos? Me refiero a vida más parecida a la humana.
(vuelve a sonreír)
Esto sería especular mucho. Me temo que es bastante improbable. Debemos ir paso a paso. Poco a poco. Primero vamos a ver si encontramos vida microbiana activa. Otro de los objetivos del proyecto Tubolan es encontrar la firma de microorganismos en las rocas, lo que, en inglés, llamamos biosignatures, como son por ejemplo los microfósiles. Este hallazgo serviría de modelo para la búsqueda de vida microbiana en Marte. Sería un primer paso.
Comentaba antes que Marte y la Luna cuentan con sus propios tubos, aunque las condiciones son diferentes (menos gravedad, atmósfera más fina y actividad volcánica… No recuerdo ninguna misión que haya entrado en esas cuevas. Ni en la Luna ni en Marte.
No ha habido hasta ahora ninguna misión que haya entrado en cuevas de Marte. Las expediciones se centran en el estudio de la superficie y de algunos centímetros bajo la misma.
¿Cuándo podrá tener algún resultado de lo que está estudiando con el proyecto Tubolan?
El proyecto comenzó a principios de este año y en el mes de mayo tuvimos la primera campaña de muestreo en Lanzarote. Ahí recogimos muestras en diferentes tubos de lava. Nos interesan tubos con diferentes edades geológicas, que pueden ir desde los que se formaron hace un millón de años hasta los que se formaron hace solo unos 300 años. También nos interesan cuevas con diferentes impactos antropogénicos. Es decir, con diferente actividad humana. Entender cómo cambia la diversidad microbiana en las cuevas a causa de estos factores es importante.
En el laboratorio hacemos la extracción de ADN para poder identificar los microorganismos presentes en las muestras recogidas. Normalmente este proceso tarda unos meses para obtener los resultados. Realmente se trata de un estudio multidisciplinar, que implica a varios campos de la ciencia para conocer la microbiología, mineralogía. Ademas de saber qué microorganismos están ahí, nos interesa conocer por qué, qué sustratos utilizan, su interacción con los minerales.
Hasta ahora no ha habido ninguna misión que haya entrado en cuevas en Marte
PRÓXIMO PROYECTO
Ana Miller no para.
Asegura que en esta profesión, la motivación es importante y es lo que te ayuda a seguir adelante. “Te tiene que gustar mucho lo que haces, hay que seguir estudiando continuamente, perseverar y nunca perder las ganas de aprender e investigar. Precisamente, eso es lo que esta investigadora hace cada día.
El próximo mes de julio, se embarcará en un nuevo proyecto financiado por el Gobierno de Portugal para estudiar las Islas Salvajes, unas islas remotas de la Macaronesia, que son reserva natural y que están totalmente vírgenes. “Nunca se ha estudiado la microbiología de las cuevas de estas islas volcánicas y vamos a explorarlas junto a un equipo de espeleólogos, geólogos, químicos y microbiólogos de cinco países europeos distintos”, comenta con emoción como si fuera su primera misión.
La expedición se realizará en colaboración con la Agencia Espacial Europea para explorar esos ambientes considerados análogos de Marte. En esta ocasión, no solo se estudiará la microbiología sino también los cambios ambientales registrados en los espeleotemas (formaciones o depósitos minerales secundarios formados en cavidades).