En el continente africano falta todo para que haya plantas de reciclaje financieramente sostenibles
Redacción
Eric Arthur no tiene mucho tiempo para el ocio: pasa la mayor parte de los fines de semana conduciendo por Ghana para recoger teléfonos móviles rotos. Desde su casa en Costa del Cabo, en el sur del país, puede recorrer más de 160 km en un fin de semana visitando talleres de reparación y desguaces, o cualquier lugar que tenga un suministro decente de dispositivos rotos.
En un buen fin de semana puede recolectar 400 de ellos. Además, maneja un equipo de seis personas que hacen lo mismo en otras partes del país. Entre ellos esperan recolectar alrededor de 30.000 teléfonos este año. Arthur y sus agentes pagan una pequeña cantidad a los vendedores por cada celular, entre 2,5 y 2,7 cedis de Ghana (unos € 0,40).
A pesar de que no se pueden reparar, en ocasiones deben persuadir a la gente para los entregue. “Un teléfono Android [nuevo] cuesta cerca de US$150 y les ofrezco menos de US$1 por él. Aunque ya no se puede usar, me dicen: ‘Pero lo compré a este precio, entonces, ¿por qué debería dártelo tan barato?'”, comenta Arthur en la entrevista.
¿POR QUÉ ENVIARLOS A MILES DE KILÓMETROS?
Closing the Loop es la empresa que les paga a Eric y sus seis colaboradores. La compañía envía los teléfonos recolectados a Europa, donde se descomponen y reciclan. Luego, una empresa de fundición especializada recupera alrededor del 90% de los metales de los celulares, un proceso para lo que incinera las piezas de plástico.
Joost de Kluijver, quién cofundó Closing the Loop con Reinhardt Smith, dice que la respuesta es simple: África aún no cuenta con las sofisticadas plantas de fundición necesarias para recuperar las pequeñas cantidades de metales de gran valor que se usan en la fabricación de un teléfono móvil. “Falta todo para que haya plantas financieramente sostenibles”, dice. “No hay legislación, ni infraestructura ni conciencia del consumidor. Como resultado, no tienes dinero para financiar la recolección y el reciclaje adecuados”.
Mientras tanto, en África se venden alrededor de 230 millones de celulares cada año. Cuando ya no se necesitan, algunos son recogidos por la industria del reciclaje informal, pero la mayoría se desechan. “Los países africanos son expertos en la extensión del ciclo de vida, en la reparación y también en cierta medida en el reciclaje. Así que la mentalidad ya está ahí, pero faltan las herramientas adecuadas, especialmente para este tipo de residuos”, afirma de Kluijver.
Para pagar la recolección de teléfonos en África, Closing the Loop llega a acuerdos con empresas y organizaciones que le pagan alrededor de 5 euros (US$5,60) por cada teléfono nuevo que compran o alquilan a quienquiera que proporcione su tecnología.
Por cada nuevo dispositivo, Closing the Loop recicla una cantidad equivalente de desechos electrónicos en países que carecen de capacidad de reciclaje formal.
Los 5 euros (US$5,60) por teléfono cubren la recolección, envío y reciclaje de un teléfono en África, además de algunas ganancias para la compañía.
Los países africanos son expertos en la extensión del ciclo de vida, en la reparación y también en cierta medida en el reciclaje
KLUIJVER
BENEFICIO MEDIOAMBIENTAL
La creciente lista de clientes de Closing the Loop incluye a la empresa holandesa de servicios financieros y del gobierno, KPMG. Para los clientes es una inversión relativamente pequeña, pero tiene un beneficio medioambiental significativo. De Kluijver critica algunos esfuerzos recientes para establecer planes de reciclaje de residuos en África. Argumenta que, sin un modelo financiero sostenible y una legislación adecuada, tendrán dificultades para despegar.
Simone Andersson, por su parte, es muy consciente de esos desafíos. Ella es la directora comercial del Centro Waste Electrical and Electronic Equipment Center (WEEE), que recicla dispositivos electrónicos en Kenia. Kenia no tiene un sistema de reciclaje administrado por el gobierno nacional, solo un servicio de recolección de desechos en algunas zonas
Fuente: BBC