Redacción
El ataque de locura espontáneo en el perro recibe el nombre de zoomie o FRAP (Frenetic Random Activity Period) que en español se traduciría como “periodo aleatorio de actividad frenética”. Estos episodios de descontrol son más frecuentes en cachorros y perros jóvenes que en adultos y su objetivo es el de liberar el exceso de energía que hayan podido acumular durante el día.
Identificar un FRAP es muy sencillo puesto que, cuando se produce, el perro comienza a correr a gran velocidad y adopta una postura curiosa, flexionando las patas traseras, ocultando casi completamente la cola entre ellas y agachando el trasero, como si estuviera encorvado. Además, a diferencia de lo que ocurre en una carrera normal, durante el zoomie nos podemos percatar de que el can sigue siempre un mismo recorrido, hace cambios de sentido torpes y bruscos y esquiva o salta los obstáculos sin prácticamente reducir su velocidad.
Los zoomies pueden producirse también durante la noche, especialmente si el perro ha pasado gran parte del día inactivo o descansando, pero, además, existen otras causas que explican el por qué a nuestro cachorro le dan ataques de locura mientras dormimos.
El ritmo circadiano se define como una serie de cambios físicos, mentales y conductuales que se producen en un lapso de 24 horas y que incluye el ciclo de vigilia y sueño. Al igual que ocurre con los seres humanos, el ritmo circadiano de los perros es diferente en función de su edad y es por ello que los cachorros duermen más horas, pero lo hacen de forma diferente a los adultos, generalmente a través de pequeñas siestas repartidas a lo largo de todo el día y de la noche. Esto, junto al hecho de que difícilmente son capaces aguantar muchas horas seguidas sin hacer sus necesidades, explica el por qué su sueño se ve varias veces interrumpido durante la noche.
Asimismo, mientras que los humanos vamos disminuyendo nuestro nivel de energía a medida que pasan las horas, los perros son animales de hábitos crepusculares, lo que significa que sus picos de máxima actividad se producen tanto al amanecer como al atardecer.
Todo esto nos permite comprender mejor por qué los cachorros se vuelven locos en casa y se despiertan en medio de la noche con ganas de correr y jugar con todo lo que encuentran.
Perro adulto
Pese a que pueda parecerlo, los FRAP no se manifiestan exclusivamente en los cachorros. Aunque es cierto que es mucho más común verlos en animales jóvenes, los perros adultos también pueden experimentarlos de vez en cuando, y es algo completamente normal.
Esto es así porque, además de la edad, la frecuencia de aparición de estos ataques repentinos de locura depende de otros factores como el carácter del perro, su raza, sus rutinas o su nivel de actividad media. Lo más habitual es que el perro adulto empiece a correr como loco en casa si sus requerimientos diarios de actividad física y/o mental no quedan cubiertos adecuadamente, lo que provoca picos de estrés y una excesiva acumulación de energía.
Los ataques repentinos de actividad, por muy intensos que sean, suelen durar tan solo unos segundos y después desaparecen por sí mismos. Como no son algo negativo sino una simple forma de liberar energía, no debemos intentar detener al perro con nuestro cuerpo o nuestra voz mientras está corriendo, lo ideal es que simplemente esperemos a que termine el episodio y el can se relaje por sí mismo. Lo más habitual es que, una vez deje de correr, nuestro peludo se siente o se acueste y comience a jadear como consecuencia del cansancio que le ha supuesto la carrera. En este momento le podemos ofrecer algo de agua.
Descontrol
Es importante saber que, durante el zoomie, el perro entra en un estado de descontrol, por lo que tanto su coordinación motora como su capacidad atencional se ven afectadas y es fácil que se tropiece o se golpee contra algo. Si esto ocurre dentro de casa, procuraremos retirar los muebles u objetos que se encuentren en la trayectoria del perro para evitar cualquier tipo de lesión. Igualmente, si el episodio se produce en una zona al aire libre, debemos comprobar bien que el entorno es seguro y que no existe peligro alguno para el animal (por ejemplo, que no hay carreteras o desniveles cerca).
A pesar de que un FRAP no es por sí mismo algo negativo o preocupante, si consideras que tu peludo sufre episodios de actividad frenética con demasiada frecuencia (todos los días o incluso varias veces al día), lo ideal sería consultar tu caso con un etólogo que te ayude a establecer una rutina adaptada a las necesidades y al nivel óptimo de actividad de tu perro. Como hemos comentado, entre las causas más frecuentes se encuentra la falta de actividad, por ello es importante revisar si tu perro realiza todo el ejercicio que necesita o no para proporcionarle más actividad de ser preciso. Así mismo, ten en cuenta que un buen enriquecimiento ambiental en el hogar es también un factor relevante, ya que no solo debemos estimular al perro en el exterior, sino también en el interior mediante juegos de inteligencia, de olfato, etc.
Fuente: Experto Animal.