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    Se acabó dar la espalda a la despoblación

    Las iniciativas para evitar el abandono de las zonas rurales y de ciertas áreas urbanas proliferan en España, y cada vez lo hacen con más fuerza y repercusión.

    Sol Rincón Borobia / NoticiasPostivasPress

    Organizaciones de todo tipo y origen intentan revertir la tendencia migratoria hacia a las grandes ciudades con el propósito de crear un país más sostenible y racional. Las hay que realizan acciones para atraer gente de forma puntual a las zonas rurales con el propósito de revitalizarlas varios meses al año, y también las que apuestan por proyectos perdurables que solucionen de una vez por todas el problema del abandono de ciertas zonas.

    Entre las primeras se encuentra la Red Nacional de Pueblos Acogedores, que reúne varias localidades españolas que quieren atraer a personas teletrabajadoras de corta, media y larga estancia “para que la gente comience a tener relación con el medio rural”, explica Roberto Ortega, miembro del equipo de la red.

    Esta iniciativa lleva una semana en activo y ya tiene 26 pueblos repartidos entre Guadalajara, Málaga, La Rioja, Burgos, Ávila, Navarra, Cuenca, León, Teruel, Álava, Huelva, Palencia, Zamora, Soria y Albacete.

    Las localidades que quieran adherirse a la red deben cumplir unos requisitos mínimos, como tener un servicio de internet de calidad, un lugar para teletrabajar y alojamiento. Además, cada uno de estos pueblos se compromete a poner una persona a disposición de los teletrabajadores para ayudarles durante su estancia.

    “Queremos que se sepa que la España rural es extraordinaria para el teletrabajo, un lugar donde se trata muy bien a la gente”, explica Roberto, quien también anima a los pueblos que sufren despoblación a que pongan de su parte y habiliten los servicios básicos para facilitar la llegada de teletrabajadores. “Solo sobrevivirán los pueblos que confíen en sí mismos y no solo dependan del caso que les hagan las administraciones públicas”, asegura.

    La Red Nacional de Pueblos Acogedores espera crecer poco a poco y convertirse en un referente. “Hay que cambiar el estado de melancolía perpetua que padecen los pueblos rurales por otro más optimista”.

    Roberto Ortega es consciente de que muchas localidades rurales carecen de alojamientos y que muchas casas están en ruinas o son muy viejas. “Pero es que esto es el círculo vicioso del que hablamos. Si las casas están así es debido a la despoblación, y si no hay gente que quiere vivir en esos pueblos es porque no hay recursos habitacionales. Entonces, lo que hay que hacer es romper ese círculo vicioso”.

    Otra organización que lucha contra la despoblación es Futuro para Castilla y León, aunque su objetivo va más allá de acciones puntuales o experimentales y pretende ser un grupo de presión para que las administraciones públicas se comprometan a solucionar el problema de la despoblación con acciones perdurables y financiación.

    “La despoblación es un problema muy serio; no solo desaparecen pueblos sino que también van a desaparecer ciudades del interior de España si no se hace algo ya, como Zamora, Salamanca y Soria”, advierte Antonio Espejo, portavoz de Futuro para Castilla y León.

    Estas ciudades, como otras, no están preparadas para desempeñar los trabajos que sustentarán la economía del futuro. Por eso, esta organización pide a los responsables políticos que inviertan en infraestructuras, formación y captación de empresas para dotar a ciudades que sufren el abandono de sus habitantes de herramientas suficientes para dominar los dos pilares de la economía del futuro: las tecnologías y la transición a la llamada economía verde, es decir, respetuosa con el medio ambiente.

    Solo sobrevivirán los pueblos que confíen en sí mismos y no solo dependan del caso que les hagan las administraciones públicas

    En cuanto a la despoblación de las zonas rurales, Antonio Espejo resalta que es un problema que no solo afecta a los pueblos sino también a todo el país. “Si no hay gente que cuide el territorio rural, que lo sanee, que lo llene de ganado o cultivos, entonces acaba por convertirse en un polvorín, en zona de incendios”.

    A pesar de que la situación es grave, esta organización es optimista “porque hay posibilidades reales de cambiar las cosas. Solo hay que hacerlo”, dice Antonio.