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    Llevarse como el perro y el gato

    Redacción

    Siempre se ha creído que la rivalidad entre perros y gatos es natural. Seguro que más de una vez has escuchado la expresión “llevarse como el perro y el gato” para hacer referencia a dos personas que no tienen una buena relación entre ellas, pero, ¿es realmente cierto el mito de que ambas especies se odian entre sí?, ¿va esto implícito en su naturaleza?

    Ninguna especie animal se lleva intrínsecamente mal con otra, pues la relación que establecen dos o más individuos entre sí depende de muchísimos factores y no únicamente de la especie a la que pertenezcan. Por lo tanto, sería erróneo generalizar y afirmar que perros y gatos se odian y no pueden convivir de manera pacífica en un mismo hogar.

    Lo cierto es que ambos animales se asemejan en muchos aspectos, pero también difieren en otros que pueden entorpecer la relación entre ellos. Los perros son mamíferos gregarios, viven en grupo (del cual formamos parte los humanos), establecen normas sociales y, en cierta manera, dependen los unos de los otros para sobrevivir y para tener calidad de vida. No obstante, los gatos son mucho más independientes y, aunque también forman ocasionalmente grupos de convivencia estables, no muestran tanta codependencia entre ellos ni hacia otras especies.

    La diferente forma que tienen, por naturaleza, perros y gatos de comunicarse e interactuar con sus congéneres hace que en ocasiones les resulte complicado entenderse entre ellos o interpretar las intenciones del otro, generándose cierta desconfianza o recelo. Pero, ¿significa esto que perros y gatos jamás terminarán de aceptarse mutuamente aunque convivan juntos?, ¡para nada!, pues, al igual que hacemos las personas, ellos pueden aprender a tolerar la presencia del otro, a comunicarse de manera eficaz y a respetarse mutuamente, llegando incluso a establecer una verdadera amistad en muchos casos.

    Si te preguntas por qué los perros persiguen a los gatos, les ladran, gruñen o se alteran en exceso cada vez que ven alguno, ¡no significa que los odien por el simple hecho de ser gatos!, existen varias causas que pueden explicar estos comportamientos. Si es el caso de tu perro, a continuación te mostramos las razones más frecuentes que pueden explicar por qué “odia” a los gatos:

    No ha socializado nunca con gatos

    Si un perro jamás ha tenido contacto con gatos durante su etapa sensible de socialización (de las tres semanas a los tres meses de edad) o no ha pasado por un proceso de habituación a los mismos en ningún momento de su vida, es muy posible que reaccione de manera desproporcionada cada vez que aparece un gato en escena. A veces el comportamiento del perro es, simplemente, producto de la curiosidad que siente por ese animal al que no está acostumbrado a ver, pero, en muchas otras ocasiones, guarda relación con un sentimiento de miedo e inseguridad ante lo desconocido. No todos los perros expresan el miedo de la misma forma, algunos se paralizan, otros huyen o se esconden y un gran número de ellos ladran, gruñen, se erizan o incluso persiguen a la potencial amenaza, intentando ahuyentarla.

    Otro posible motivo por el que tu perro parece odiar a los gatos es que haya experimentado algún episodio traumático o desagradable al relacionarse con alguno. Muchas veces, los canes que están más acostumbrados a la presencia de gatos o aquellos de carácter más curiosos o intrépido, se toman “demasiada confianza” con los felinos que se cruzan en su camino, acercándose de forma invasiva a olfatearlos o a intentar jugar con ellos. Si el gato en cuestión se siente amenazado, puede atacar al perro con sus garras o dientes, asustándole o provocándole alguna lesión. Como consecuencia de esto, es posible que el perro asocie, desde ese momento, la presencia de gatos con la experiencia negativa y que comience a reaccionar de manera indeseada ante ellos.

    Posee un marcado instinto de caza y/o presa

    Todos los perros, independientemente de su raza, poseen cierto instinto cazador, pues son animales principalmente carnívoros con un ancestro común: el lobo. Una secuencia completa de caza está compuesta por varias conductas que se realizan siempre en el mismo orden y que son la búsqueda del objetivo, el acecho del mismo, la persecución y, por último, la presa, que hace referencia a la sujeción a través de la mordida.

    Para cubrir unos u otros intereses humanos, la crianza selectiva ha ido potenciado y puliendo a lo largo de los años estos instintos en ciertas razas consiguiendo, por ejemplo, perros con superolfato especializados en la búsqueda y el rastreo, otros que muestran conductas innatas de acecho desde muy temprana edad o canes velocistas capaces de alcanzar a un conejo en plena carrera. Así pues, la genética también es un aspecto a tener en cuenta si tu perro tiende a perseguir o cazar gatos. Por ello, si tu perro mata a los gatos, los persigue y ataca brutalmente, es muy probable que la genética sea el factor determinante en este caso.

    Fuente: Experto Animal