Redacción
Para entender la marca de ropa Lavandera hay que verla como un proyecto de vida personal. No es una empresa de moda convencional. Es un atelier de moda, gestionado íntegramente por dos hermanas, que compite en el mismo mercado con otras marcas mucho más grandes que ellas. De ahí que les guste llamarse «marca para coleccionistas».
Cuando hace 19 años, Mónica terminó sus estudios de Bellas Artes, especializada en escultura, sintió que era el momento de lanzarse a la piscina y apostar por lo que más le entusiasmaba: la moda.
Aprendió patronaje para poder hacer ella misma sus creaciones, algo impresdindible para ella. A día de hoy, casi 20 años más tarde, sigue siendo ella quien los desarrolla. Algo muy inusual en las marcas de moda, ya que suele ser un servicio que se subcontrata o que se realiza directamente en los talleres de confección.
Su hermana Inés, desde hace cuatro años es también parte del equipo. Y esa magia que solo dos hermanas entienden, se hace tangible en prendas únicas donde el respeto, la pasión y la dedicación son claves y hacen de Lavandera un proyecto tan especial y personal.
Marca sostenible
Lavandera es una marca pequeña con corazón de atelier luchando en una liga de gigantes. Porque su concepto de moda sostenible va más allá del uso de tejidos sostenibles y producción local.
Porque su manera de entender la industria es bajo el concepto de crecimiento limitado. Porque sólo trabaja para conseguir lo necesario para vivir. Después de 17 años sigue desarrollando su trabajo en los mismos 60 metros cuadrados del principio. Porque en su estudio no verás sólo oficinas; verás máquinas de coser, mesa de corte, rollos de tejidos, verás el barro.
Ajenos a las tendencias, evolucionamos cada temporada reinventando un lenguaje que nos hace únicos y diferentes
Una marca que sabe de lo que habla y controlan y desarrollan todos los procesos desde su estudio. Porque la fundadora Mónica Lavandera es la diseñadora y patronista de la marca que defiende una producción de moda sostenible sin límites y bajo una edición limitada.
Fuente: La cara buena del mundo