Un ácido graso presente en la leche materna es fundamental para la maduración del corazón
Redacción
La investigación ha revelado que la ingesta de leche materna es la señal esencial para que el corazón neonatal madure metabólicamente tras el nacimiento, permitiendo que el corazón funcione correctamente y asegurando la supervivencia posnatal.
Según un artículo publicado en Nature, los hallazgos de este estudio liderado por investigadoras del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) arrojan más luz sobre los mecanismos de cómo los factores ambientales afectan el desarrollo de los corazones de los ratones recién nacidos después del nacimiento. La investigación, cuya autora principal es la doctora Ana Paredes, propone un ángulo muy novedoso para entender las adaptaciones posnatales que se desencadenan para que el organismo cumpla los requisitos en el ambiente extrauterino.
En concreto, es el ácido graso omega-6 g-linolénico (GLA), proveniente de la leche materna, el encargado de unirse a la proteína celular Receptor X de Retinoide (RXR). RXR es una proteína que actúa como sensor nutricional de lípidos y derivados de la vitamina A, alterando la expresión génica e influyendo funciones biológicas tan importantes como la inmunidad, la diferenciación celular o el metabolismo.
El nacimiento presenta desafíos para el corazón de un recién nacido, lo que requiere diversos cambios y la maduración de las células del corazón. Por ejemplo, los cardiomiocitos, las células contráctiles del corazón, necesitan remodelar su preferencia de combustible de glucosa a ácidos grasos para que el corazón pueda latir de manera eficiente durante toda la vida. Sin embargo, los mecanismos que subyacen a este proceso de maduración no se conocen bien.
Los resultados podrían tener vastas implicaciones terapéuticas en patologías cardiovasculares donde existan disfunciones mitocondriales y metabólicas, así como enfermedades relacionadas con alteraciones de procesos madurativos tras el nacimiento, asegura Mercedes Ricote, jefa del Grupo de Señalización de los Receptores Nucleares del CNIC y líder de la investigación.
GLA no puede ser sintetizado por ratones (o humanos), por lo que debe ser ingerido. Los ratones recién nacidos alimentados con leche de madres que seguían una dieta libre de grasas no podían sobrevivir más de dos días después del nacimiento; sin embargo, la suplementación de esta leche con GLA restauró la supervivencia normal en los recién nacidos.
Según los hallazgos de estos investigadores, publicados en la revista científica ‘Nature‘, una vez RXR detecta el GLA materno pone en marcha programas genéticos que equipan a la mitocondria, la central energética de las células, con las proteínas necesarias para comenzar a consumir lípidos, la fuente principal de energía en el corazón maduro.
Aunque este proceso es esencial para la supervivencia del organismo, hasta ahora había muy poca información sobre las señales que desencadenan la adaptación fisiológica del corazón tras el parto. “La necesidad de mantener un latido constante e ininterrumpido hace que el corazón requiera altos aportes energéticos. Para cumplir con sus necesidades energéticas, las células cardiacas tienen un control muy estricto de las rutas celulares que producen energía. Sin embargo, cualquier desequilibrio en estos mecanismos bioenergéticos puede conducir a la aparición de patologías cardiovasculares graves”, ha detallado la doctora Ricote.