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    Bután quiere ser un país feliz

    Este lugar del Himalaya mide la riqueza de sus habitantes en función de la Felicidad Interior Bruta, y no solo del Producto Interior Bruto

    Redacción

    En el Reino de Bután lo tienen claro: ser feliz es más importante que tener dinero. Por eso, para medir la riqueza del país utilizan dos indicadores: el Producto Interior Bruto y la Felicidad Interior Bruta. Este último índice fue impuesto en 1972 por el rey Jigme Singye Wangchuck para acabar con la pobreza del país.

    Contra esta iniciativa del monarca se podría argumentar que no hay mejor manera de luchar contra la miseria que producir bienes y servicios para venderlos después. Pero Bután cree en la filosofía budista, lo que significa que allí se antepone el bienestar espiritual al enriquecimiento monetario. O, dicho de otra manera: ganar dinero está bien, pero siempre y cuando no signifique perder felicidad. 

    El actual monarca, Jigme Khesar Namgyel Wangchuck, hijo del creador del indicador de la felicidad, sigue la estela de su padre y parece empeñado en que el crecimiento de la riqueza material y espiritual vayan a la par. ¿Significa esto que Bután es un país feliz? La respuesta es no. No obstante, la última encuesta realizada (del año 2015) ha obtenido mejores datos que la anterior (hecha en 2010) y desvela que el bienestar interior de sus habitantes subió desde el 0,743 hasta el 0,756, sobre un índice de uno.

    Este sondeo también revela que el 51% de los hombres se describen a sí mismos como “felices” o “extremadamente felices”, en comparación con solo el 39% de las mujeres. Otro de los datos que ha salido a la luz es que, entre las ocupaciones, los agricultores del país son los menos felices.

    El nivel de la Felicidad Interior Bruta en Bután se obtiene gracias a una encuesta de 180 preguntas. En ella se indaga sobre el grado de satisfacción de los butaneses y butanesas en estas materias: bienestar psicológico, uso del tiempo, vitalidad de la comunidad, cultura, salud, educación, medioambiente, nivel de vida y gobierno.

    Está claro que a este reino del Himalaya situado entre China e India le queda un largo camino para demostrar que se puede alcanzar esa felicidad espiritual que tanto desea, pero de momento está demostrando una voluntad de mejorar. Solo hay que recordar su paso de la monarquía absoluta a la monarquía constitucional, un logro que fue fundamental para sus habitantes.

    Fuentes: El País, Wikipedia, Fondo Monetario Internacional.