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    Japón inaugura la primera planta osmótica de Asia, la segunda del mundo

    Genera electricidad a partir de agua salada y convierte la diferencia de salinidad en energía limpia para 220 hogares

    Redacción

    La energía osmótica o energía por gradiente de salinidad aprovecha la diferencia de concentración de sal entre el agua de mar y el agua dulce. El proceso implica una membrana permeable que separa agua de mar concentrada y agua tratada de una planta de aguas residuales. El movimiento del agua genera presión que activa una turbina, produciendo electricidad.

    Japón ha encendido su primera planta de energía osmótica en Fukuoka, convirtiéndose en el segundo país del mundo —después de Dinamarca— en operar esta tecnología a escala real. El hito no solo representa un paso importante para Asia, sino también una señal de que la energía azul empieza a moverse del laboratorio al terreno práctico.

    La planta, impulsada por la Fukuoka District Waterworks Agency, comenzó operaciones el 5 de agosto y generará unos 880.000 kilovatios hora al año. Esta energía abastecerá directamente una planta desalinizadora que da servicio a la ciudad y zonas aledañas, asegurando suministro eléctrico estable, limpio y libre de emisiones directas.

    A diferencia de otras fuentes renovables como la solar o la eólica, la energía osmótica no depende del clima ni de la luz solar. Funciona 24/7, aprovechando un recurso inagotable: la diferencia de salinidad entre dos corrientes de agua. Esa característica la convierte en una solución complementaria para los retos actuales de intermitencia en las redes eléctricas renovables.

    La tecnología empleada en Fukuoka se basa en el principio de la ósmosis inversa. Se utiliza una membrana semipermeable entre agua tratada proveniente de una planta de aguas residuales y agua de mar concentrada (salmuera). A medida que el agua dulce se desplaza hacia el lado más salado, se genera presión. Esta presión impulsa una turbina, generando electricidad de forma continua y sin combustibles fósiles.

    AVANCES

    Uno de los grandes obstáculos históricos de esta tecnología ha sido la eficiencia de las membranas. Requieren grandes superficies y son sensibles a las pérdidas por fricción y presión. Sin embargo, los últimos años han traído innovaciones clave. En Fukuoka, por ejemplo, se han utilizado membranas de fibra hueca de ósmosis directa desarrolladas por Toyobo, diseñadas específicamente para maximizar el flujo de agua y minimizar pérdidas energéticas.

    El uso de agua de mar concentrada como salmuera residual de una planta desalinizadora —en lugar de agua de mar convencional— también mejora el rendimiento, ya que incrementa el gradiente de salinidad, generando más presión osmótica disponible para convertir en energía.

    La planta de Fukuoka llega justo después del estreno de la primera planta comercial en Mariager, Dinamarca, en 2023. Antes, países como Noruega y Corea del Sur habían experimentado con instalaciones piloto. Universidades y startups en España, Qatar y Australia también están desarrollando prototipos.

    Representa una de las vías más prometedoras para diversificar la matriz energética

    Aunque hoy la capacidad de estas plantas sigue siendo modesta —la de Fukuoka puede abastecer a unas 220 viviendas al año—, el potencial de la energía osmótica es enorme. Se estima que en los deltas, estuarios y zonas costeras donde confluyen aguas dulces y saladas, podría generarse hasta 2.000 teravatios hora anuales a nivel global. Eso equivale a casi el 10 % de la demanda mundial de electricidad.

    Integrada en infraestructuras existentes como plantas de tratamiento de aguas o desalinizadoras, la energía osmótica puede mejorar la eficiencia de esos sistemas y al mismo tiempo aportar electricidad local y limpia. Además, su bajo impacto ambiental y capacidad de operar de forma continua la convierten en una candidata ideal para apoyar la transición energética en lugares donde otras renovables tienen limitaciones.

    Fuente: ecoinventos.com y sj.jst.go.jp