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    Hay tantos ‘idiomas del amor’ como especies en el planeta

    Apareamiento de escarabajos / WIRESTOCK CREATORS SHUTTERSTOCK

    Redacción

    Nunca una termita subterránea construirá el termitero de una especie que anida en la madera. Tampoco una cigüeña levantará un nido de paloma ni una abeja fabricará un panal de avispa. A una cebra no hay que enseñarle a huir de una leona, ni a un ñu de un cocodrilo.

    Son comportamientos que no se aprenden y forman parte del repertorio innato de cada especie. Están controlados por los genes y, por tanto, se heredan. Surgen de forma automática cuando aparece el estímulo específico y todos los individuos de la especie responden de manera prácticamente idéntica.  

    Como indica el artículo de The Conversation, las diferencias anatómicas, fisiológicas y de comportamiento entre los dos sexos atraen al sexo contrario. El abanico de plumas de un pavo real enamora a las hembras de pavo real, pero las gallinas son insensibles a él. Se han descrito hasta 14.000 cantos distintos en pájaros: cada especie tiene su propio ‘idioma musical’. Para las hembras, el canto de un macho de su especie es afrodisíaco y el de un macho de otra, irrelevante

    La melena de un león atrae a las leonas, pero no a las tigresas. Además se ha descrito que la longitud de dicha pelambrera está relacionada con el éxito en la competencia con otros machos y con la esperanza de vida reproductiva del ejemplar que la porta. Se ha visto también que sus crías tienen una mayor tasa de supervivencia.

    Gorila plateado / WIKIMEDIA COMMMORS, CC BY

    El dorso plateado de un gorila surge tras una descarga notable de testosterona, indica madurez sexual y liderazgo, y resulta irresistible para las hembras de gorila, pero no para las de chimpancé.

    Señales que seducen

    Los órganos que emiten señales en los machos coevolucionan con los órganos receptores que poseen las hembras de esa especie al unísono: ellos emiten señales, ellas desarrollan sentidos que las interpretan y reaccionan en consecuencia a esas señales. Si la evolución concertada de los dos sexos se desacompasa, la especie se acaba extinguiendo, cosa que ha ocurrido infinidad de veces a lo largo de la evolución.

    También ocurre que, a veces, esos sistemas no son perfectos. Un león puede rugir con fuerza, lucir una melena espléndida y defender con éxito su territorio, pero tener fertilidad reducida por un recuento bajo de espermatozoides o, incluso, esterilidad si no tiene espermatogénesis. La apariencia no siempre correlaciona exactamente con la salud reproductiva.

    Feromonas teledirigidas

    Junto a los estímulos visuales y sonoros hay otro lenguaje químico: las feromonas. Las feromonas sexuales son moléculas que se liberan al medio por uno de los sexos y que no se ven, pero son detectadas por el sexo opuesto y funcionan en este como seductoras.

    También son específicas de especie, reforzando así el aislamiento reproductivo. Evitan que hembras de una especie respondan a las feromonas emitidas por machos de otra, lo que supondría un gasto de energía inútil, ya que, en caso de producirse, la cópula no sería productiva. Están ampliamente distribuidas en el reino animal, lo que evidencia un origen evolutivo muy antiguo.

    Fuente: The Conversation