Redacción
Durante siglos, los secretos de los rituales dionisíacos han permanecido ocultos. Ahora, un descubrimiento en Pompeya ha sacado a la luz una sala de banquetes con frescos únicos, que muestran una procesión en honor a Dioniso. Sus figuras, casi humanas, parecen moverse en un friso monumental que podría cambiar lo que sabemos sobre la vida y la espiritualidad en la Antigua Roma.
Bajo las cenizas del Vesubio, un secreto ha salido a la luz. En la ínsula 10 del Regio IX, los arqueólogos han descubierto una habitación que parece sacada de un rito prohibido: un friso monumental con figuras enigmáticas que representan la procesión de Dioniso, dios del vino y la locura ritual. Estas pinturas, comparables a las de la Villa de los Misterios, podrían desvelar los secretos de una sociedad secreta de la Antigua Roma.
El equipo de arqueólogos ha bautizado este hallazgo como la Casa de Thiasos, en referencia a las procesiones sagradas en honor a Dioniso, que solo los iniciados podían presenciar. En la Antigua Roma, estos cultos místicos prometían una vida mejor tras la muerte, pero sus prácticas eran tan secretas y transgresoras que pocos registros sobrevivieron.
El friso encontrado es una megalografía, una pintura de gran escala donde las figuras aparecen sobre pedestales, como si fueran estatuas. Sin embargo, el juego de luces y sombras, los detalles de las telas y los tonos de piel hacen que parezcan casi vivas, listas para abandonar la pared en cualquier momento.
Pero el detalle más inquietante es la presencia de escenas de caza, un elemento nunca antes visto en representaciones similares y que podría esconder un significado más profundo sobre la conexión entre la vida, la muerte y el renacimiento en este culto prohibido.
Datado entre los años 40 y 30 a.C., este fresco pertenece al Segundo Estilo de la pintura pompeyana. En el momento de la erupción del Vesubio en el año 79 d.C., ya tenía un siglo de antigüedad, lo que sugiere que estos rituales secretos existieron mucho antes de lo que se pensaba.
Hasta ahora, la Villa de los Misterios era la única referencia conocida de una megalografía dedicada a estos rituales. Pero este nuevo friso introduce un elemento perturbador: la caza ritual.