Redacción
Assunta Adelaida Luigia Modotti, mejor conocida como Tina Modotti, nació en Udine, Italia, un 17 de agosto de 1896 en el seno de una familia muy pobre, por lo que sus primeros años, como el resto de su vida, no fueron nada sencillos.
Tina abandonó sus estudios desde muy pequeña, a la edad de 12 años, debido a que tuvo que empezar a trabajar en una fábrica textil para ayudar a su familia.
Como muchos europeos, a la edad de 17 años decidió emigrar a Estados Unidos, específicamente a San Francisco, para buscar una mejor oportunidad de vida. De ahí se mudó a Los Ángeles ya que en aquella época estaba en boga el cine mudo, donde destacó y le fue bastante bien.
En Los Ángeles conoce a un actor que también fue poeta y pintor, el canadiense Roubaix de L’Abrie Riche, con quien se casó y fue su primer gran amor. Esta joven pareja compartió un sinfín de cosas, entre ellas su pasión por el arte, así que se convirtieron en grandes anfitriones de tertulias a las que todos los artistas de aquella época acudían.
En una de estas tertulias conoce a otro gran artista, el fotógrafo Edward Weston, quien le mostró la que se convertiría en su gran herramienta de trabajo: la cámara fotográfica.
Weston primero la invita a colaborar como su modelo y poco tiempo después la empieza a instruir pues se dio cuenta de que tenía muchísimo talento para fotografiar. Pasan los meses y se hicieron grandes amigos.
En tanto, José Vasconcelos, quien en aquel momento era el secretario de Educación Pública de México, le ofreció a Roubaix viajar a la Ciudad de México para realizar un par de obras, pero desgraciadamente enferma gravemente de viruela y muere.
Al poco tiempo Tina llega a México y no pasan muchos meses para que Edward Weston decidiera alcanzarla y entablaran una relación.
Esta pareja pronto se hizo famosa en el México de aquella época, por lo que convivieron y se integraron al grupo de intelectuales más notable conformado por Diego Rivera, Frida Kahlo, Nahui Olin, Antonieta Rivas Mercado, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco.
No pasó mucho tiempo para que Weston decidiera regresarse a Estados Unidos, pero antes ayudó a Modotti a pulir su técnica como fotógrafa.
En dicho momento es cuando Tina decide involucrarse en el movimiento posrevolucionario y se une al Partido Comunista, donde se vuelve sumamente activa.
Las primeras fotografías que podemos observar de Tina Modotti buscan acercar al espectador al México rural, a ese que estaba en vías de construirse. A través de su lente buscaba que se valorara la lucha social, la reconstrucción de la identidad mexicana.
Sus composiciones se caracterizaron por ser sumamente bellas, cuidadas y que capturar detalles que, por lo general, pasan desapercibidos.
En 1928 conoce y se enamora de Julio Antonio Mella, líder estudiantil cubano que era perseguido por las autoridades de dicho país, por lo que llega a México como exiliado. Un año después a él lo asesinan en pleno Paseo de la Reforma cuando iba caminando de la mano de Tina, lo que desata un gran escándalo y hace que ella termine en la cárcel por un par de días.
Pero la mala racha de Tina no para ahí ya que luego la acusaron de también haber querido asesinar al entonces presidente Pascual Ortiz Rubio, así que no le queda de otra más que huir del país.
Un dato curioso de esta época y que resulta bastante relevante es que Tina decidió venderle a Manuel Álvarez Bravo sus dos cámaras fotográficas, pues necesitaba dinero para poder viajar. Lo importante de esto es que uno de estos instrumentos se convirtió en la primera cámara de Lola Álvarez Bravo, quien poco tiempo después se convertiría en otra de las grandes y más importantes fotógrafas de México.
Tras haber estado en Alemania, Rusia y España, Tina Modotti decide regresar a México con un pasaporte falso y poco después el gobierno mexicano le ofreció una disculpa, tras descubrir que no era cierto que había querido asesinar a Ortiz Rubio.
Un 5 de enero de 1942 muere de un infarto al corazón mientras viajaba en un taxi, pero gracias a ella y su impecable trabajo contamos con una memoria fotográfica de aquel México, lo que resulta grandioso.
Pablo Neruda escribió su epitafio:
Puro tu nombre suave, pura tu frágil vida, abejas, sombras, fuego, nieve, silencio y espuma, combinaron con acero, alambre y polen para crear tu firme y delicado ser
Fuente: http://fahrenheitmagazine.com