Una investigación de la UPF sienta las bases para frenar el envejecimiento de los órganos e incluso revertirlo
Redacción
Los músculos pierden la capacidad de regenerarse con la edad debido a la acumulación de células senescentes, que segregan sustancias.
Pura Muñoz-Cánoves, profesora ICREA, catedrática de Medicina y Ciencias de la Vida de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) en Barcelona e investigadora del Centro Nacional de Investigaciones Cardiológicas, asegura que la vida media seguirá aumentando, pero no eternamente. “Al paso que vamos, con el ímpetu que tiene la investigación, el envejecimiento se retrasará más, pero somos mortales. Algún día vamos a morir. La idea es que los años que vivamos sean con más calidad, con salud”, explica esta experta en biología celular. De hecho, recuerda, si bien ha crecido la vida media, el techo —los 122 años de Calment— no se ha alargado. “Más que alargar el máximo, se intentará que los de 80 o 90 años vivan más de 100 y en buenas condiciones de salud. Los que ahora están naciendo podrán llegar a ser centenarios”, augura.
El envejecimiento es, en esencia, la acumulación de daño en las células y la pérdida de su funcionamiento normal. Y los científicos se afanan en descubrir los mecanismos moleculares que hay detrás de todo este fenómeno. “¿Por qué se acumula el daño [con la edad]? Porque hay más oportunidad de que ocurra por agresiones externas, como la exposición al sol o los hábitos de vida. Y porque perdemos capacidades en los procesos de reparación y limpieza celular”, sintetiza Muñoz-Cánoves.
La senescencia celular es otro mecanismo más que aviva el envejecimiento: las células tienen una especie de sistema de apagado programado en el que, cuando encuentran un daño irreparable en su interior, para protegerse, dejan de dividirse (senescencia), pero no mueren; en los tejidos envejecidos, las células senescentes se acumulan y pueden liberar unos compuestos “que dañan el ambiente del alrededor y producen un estado de inflamación”, relata Muñoz-Cánoves.
La ciencia del envejecimiento busca atajar todos estos mecanismos que, en última instancia, acaban provocando enfermedades. Pero todavía no hay una bala de plata. Solo intentos, apunta Muñoz-Cánoves. Como los fármacos senolíticos, que son compuestos que hacen que mueran y desaparezcan esas células senescentes que se acumulan en los tejidos envejecidos. “Se ha visto en ensayos en ratones que usando senolíticos, que eliminan las células senescentes, o aumentando la capacidad de autofagia, las células estarán más limpias”, concreta la catedrática de la UPF.
Esta técnica es la más drástica y con los efectos más asombrosos
MUÑOZ-CÁNOVES
RESULTADOS ALENTADORES
La investigadora de la UPF asume las dificultades de esta técnica, “la más drástica y con los efectos más asombrosos”, admite. Pero insiste en que los resultados de los estudios son “alentadores”: “En los últimos estudios de Izpisua, reprograman células controlando los factores y sin perder la identidad. No hace falta volver al estadio embrionario.
Se trata de hacer un pulso controlado de tratamiento, solo unas dosis que reseteen las células un poco”. Izpisua probó los efectos de la reprogramación parcial a largo plazo en ratones sanos y aseguró que “conduce a efectos rejuvenecedores en diferentes tejidos, como el riñón y la piel, y a nivel del organismo”.
Fuente: biocat.cat y elpais.com/salud-y-bienestar