La creadora del método para comunicar con naturalidad defiende que ambas emociones son dos caras de la misma moneda y asegura que una sin la otra no tienen sentido
Irma Cervino / NoticiasPositivas.press
Actriz, humorista, escritora y experta en comunicación. El bienestar emocional de las personas y la comunicación han sido siempre los pilares fundamentales en la carrera de Elena Martín, a la que un amigo definió como “alegróloga” (con la r después de la g), algo que a ella le encantó pues su mayor interés es ayudar a las personas a conectar con su alegría interior.
Sus profesores de teatro le recomendaron ser mimo porque consideraban que nunca hablaría bien y que no servía para transmitir. Tres años después, Elena Martín ya había creado, junto a Soledad Mallol, el dúo Virtudes que se hizo muy popular a finales de los ochenta y principios de los noventa. Ataviadas con pelucas negras, hacían un humor surrealista, con guiones que elaboraban ellas mismas, con diálogos rápidos y muy divertidos. Conectaban con el público.
Desde el año 2000, Elena imparte cursos y conferencias para personal sanitario, políticos, multinacionales, pequeñas y medianas empresas, departamentos de Sanidad y Asuntos Sociales de ayuntamientos, fundaciones, equipos docentes de colegios, centros privados y participa en congresos. Ha publicado dos libros: Qué hay de bueno. Claves para una vida más alegre (2008) y Disfruta en escena y olvida tus miedos (2019).
Además, hace veinte años, fue pionera al introducir espacios de buenas noticias o noticias con una visión positiva en los medios de comunicación, algo que ha cobrado mayor fuerza actualmente a raíz de la crisis sanitaria. Elena, lo tiene claro: “Cuanto menos luchemos para aferrarnos a un estado de alegría, más alegría podemos tener”.
Actualmente su mayor dedicación es la comunicación y la formación pero ¿mantiene viva su faceta humorística?
Sigue viva, pero de otra manera. Cuando empecé con Soledad en Virtudes yo tenía 21 años y ya me interesaba todo lo que tenía que ver con las emociones y lo que el humor genera en las personas. Con el paso del tiempo, la vida nos fue llevando por caminos diferentes pero nuestra relación es de amigas, casi hermanas y, de vez en cuando, hacemos actuaciones. Mi faceta actual de formadora y experta en inteligencia emocional es algo que me llena muchísimo y lo bueno es que he logrado combinar los dos mundos. Sigo dándole vueltas a ideas, como por ejemplo hacer una serie, pero el grueso de mi trabajo consiste, ahora, en dar clases.
Su método se llama comunicar con naturalidad ¿eso cómo se logra?
Mostrándonos como somos y como sentimos; con nuestros errores, pero con algo muy importante que es la conexión con los demás. Yo lo llamo comunicación honesta (en relación a una misma) porque no tenemos que buscar la perfección o compartir un mensaje elaborado sino, emocionar. Se trata de que seamos capaces de transmitir con fuerza lo que realmente somos.
¿Es lo contrario al postureo, tan de moda en estos tiempos?
Efectivamente. Todos tenemos momentos en los que nos sentimos bajos y eso hay que aceptarlo porque es la manera que luego nos ayuda a seguir adelante. No se puede forzar estar siempre en un estado de alegría y positivismo porque llega un momento en que haces ¡puf! y caes inevitablemente. Lo natural es que haya días en los que estés mal y otros en los que te sientas bien; días en los que estés fenomenal y días en los que estés regular.
La moda del positivismo también se impone.
Con esta moda del positivismo he llegado a escuchar verdaderas barbaridades como que le digan a un familiar de alguien que acaba de morir: “Ah, bueno, todo pasa por algo… ya verás cómo sacas algo bueno de todo esto”. Lo lógico es esperar a que la persona pase ese proceso y ya será ella misma la que diga lo que ha aprendido de esa situación, que es lo que se llama resiliencia. Pero en el mismo momento de la tragedia hay que vivirla, asumir el dolor, entregarte a él porque es lo que te toca y, más adelante, seguro que encuentras algo por lo que dices: Esto me hizo ser más fuerte o me demostró que soy capaz.
No se puede forzar estar siempre en un estado de alegría y positivismo
¿Cree que lo malo nos hace valorar lo bueno?
Siempre he defendido que efectivamente hay que contemplar las dos caras. Por eso, hace más de veinte años, cuando estaba en Radio Nacional de España, empecé a introducir espacios dedicados a contar buenas noticias. Me di cuenta de que la sociedad solo contemplaba la cara pesimista de las cosas y es algo que también hacemos mucho con nosotros mismos. Solo vemos nuestros defectos o solo nos fijamos en lo que los demás hacen mal. Pero eso no es la realidad. Como tampoco solo lo bueno es la realidad.
¿Y cómo podemos poner cada cosa en su justa medida?
Yo defiendo integrar ambos mundos. Integrar la tristeza en nuestras vidas para poder disfrutar plenamente de la alegría. Saber que lo malo y lo bueno están en una balanza y que uno sin lo otro no tienen sentido. Ni todo está siempre mal ni todo está siempre bien.
¿Cree que las redes han hecho daño a la naturalidad? Siempre queremos estar bien, guapas, felices, sonrientes…
Hace unos años me empezaron a llamar para dar inteligencia emocional a adolescentes. Yo siempre he trabajado con adultos y, tiempo atrás, en teatro, con niños. Hice un máster en coaching educativo para manejarme con cuestiones pedagógicas y me llamó mucho la atención. Me di cuenta de hasta qué punto las redes hacen daño. No somos conscientes pero muchas personas basan su alegría en los me gusta, en el número de seguidores, en buscar qué tienen que ofrecer para que la gente les siga y les apoye. Todo eso lo vi en los adolescentes pero no solo en ellos. También en adultos. Las redes me parecen una plataforma de exposición y de venta. Y cuando participas de ellas tienes que tener muy claro que se trata de eso, de venderte porque quieres tener difusión y porque quieres ser una persona conocida. Pero eso que se ve no es un reflejo fiel, ni tu seguridad se puede basar en lo que recibas de las redes. Dicho esto, también creo que las redes pueden aportar mucho a nuestra vida. Hasta la pandemia, a mi me parecía un mundo muy frío y me sentía ajena a ellas pero descubrí que tenían una utilidad y es la capacidad de conectarnos.
Tu seguridad no se puede basar en lo que recibes de las redes sociales
Muchas personas con enfermedades graves o crónicas cuentan su día a día en las redes. ¿En este caso, cree que contar su sufrimiento les sirve de terapia?
Yo creo que en este caso sí que ayuda. Cuando alguien pasa por una situación muy traumática, de pérdida, o cuando se enfrentan a la muerte, de pronto, conecta con una parte de verdad en su interior. Y siente una necesidad de compartir lo que padece, pero desde la generosidad. Una situación de enfermedad o de muerte es un golpetazo en la vida y te hace dar prioridad a lo que realmente lo tiene. Es un shock que te conectan con lo esencial. Por eso digo que en estos casos lo que se muestra se hace desde la generosidad. Como comentaba antes, las redes son una plataforma que puede ayudar a estas personas y también ellas pueden ayudar contando su testimonio a personas que están pasando por una situación similar o simplemente se sientan solas. Esta es la parte de utilidad que sí veo en las redes.
En este mundo tan cambiante, a veces pensamos de una forma y, conforme vas conociendo y aprendiendo, también vas adaptando tu mente.
Usted es alegróloga. ¿Qué hace una alegróloga?
Ser feliz, intentar hacer felices a los demás, compartir lo que he aprendido, mis conocimientos y mis experiencias. Y hacerlo desde la naturalidad y aceptando en mi aquello que invito a los demás a aceptar, que todos los procesos pasen por uno mismo porque me parece que cuanto menos luchemos por aferrarnos a un estado de alegría, más alegría podemos tener.
Parece un contrasentido.
Lo parece pero es como cuando vas en un tren y atraviesas túneles que no te dejan ver el paisaje pero tú solo quieres estar viendo ese paisaje bonito. Si quieres ver ese paisaje, tienes que seguir el camino y, en ese camino, hay túneles que nos permiten continuar. La vida es igual, tenemos que recorrer todo el trayecto (que incluye lo malo) para disfrutar de lo bueno. Es lo que hablábamos antes. No tengo por qué estar siempre feliz, ni bien, ni perfecta. Puedo estar mal, triste, regular. Eso es lo bonito y auténtico de la vida. Creo que la sociedad actual asocia la alegría con un estado de euforia y para mi la alegría es algo más suave, un estado de conexión con uno mismo y con los demás.
Cuanto menos luchemos para aferrarnos a un estado de alegría, más alegría podemos tener
Pienso ahora en los payasos. Ríen y pensamos que son felices siempre. Pero no es así.
Yo he conocido a muchos humoristas a lo largo de mi vida y te diré que la gran mayoría de ellos, en su vida personal, son personas tristes y buscan el humor como compensación. Creo que tanto el humor como el positivismo están sobrevalorados. Pensamos que son un arma que sirve para todo, que son invencibles pero no. El humor tiene sus momentos y, a veces, es una estrategia para luchar contra algo. Desde mi punto de vista, a lo que hay que tender es a mejorar ese “algo” que te hace estar buscando continuamente una pose, una broma, una ironía, una frase super positiva. Porque realmente estás luchando contra lo que no quieres dentro de ti. A veces, es un vacío -en el sentido de tristeza- que hay en tu interior.
¿Qué ilusiones tiene?
Muchas. Soy una persona que tiene muchas ilusiones y muchas inquietudes. Me gusta escribir y ya tengo pensado otro libro. Me gusta la formación y ahora mismo tengo un curso online y otro presencial, pero tengo cuatro más en mente. También tengo pendiente un guión de una serie que quiero poner en marcha y en el que ya estoy trabajando. Y un monólogo que también quiero hacer.
Así que tengo muchas inquietudes que me hacen estar ilusionada. Algunas las pondré en marcha y otras no podré (sonríe). Suelo hacer el 70 por ciento de mis proyectos.
Tengo muchas ilusiones y muchas inquietudes