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    El lazo, un nudo atado a la moda

    Cada 19 de agosto se celebra el Día Internacional del Lazo, una fecha establecida para homenajear a esta cinta que ha ido vinculada a la vestimenta femenina y masculina desde la antigüedad

    El famoso vestido negro y lazada rosa de Yves Saint Laurent.

    Redacción

    En camisas, vestidos, faldas, zapatos e incluso cabellos, el lazo es un complemento decorativo que nos ha acompañado durante siglos. El pasado 19 de agosto se celebró el Día Internacional del Lazo, establecido para conmemorar la gloria de esta cinta anudada y el gran poder que tiene para hacer que cualquier cosa que se le ponga sea infinitamente superior a como era antes.

    Según la Real Academia Española de la Lengua el lazo (Del lat. laquĕus) es una “atadura o nudo de cintas o cosa semejante que sirve de adorno”, pero lo cierto es que ha formado parte de la moda a lo largo de la historia como parte de la indumentaria femenina. Los lazos de tela, que comúnmente se realizan en hilo de seda, se utilizan a menudo en conexión con el vestido, pero también se pueden encontrar innumerables propósitos útiles, ornamentales y simbólicos. Las diferentes culturas alrededor del mundo lo han utilizado como adorno para su pelo, alrededor del cuerpo, o incluso como ornamento en animales, edificios, y otras áreas.

    Pero el origen del lazo debe remontarse a la antigüedad, desde el punto de vista utilitario, su uso debió haber sido múltiple…Con función decorativa, lo vemos en la indumentaria de la moda del siglo XV, denominadas como agujetas. Pero el concepto de lazo vinculado al vestir se asocia no solo a la técnica de anudar, sino a ser elaborado con tira de tela u otro material, pero de cierta anchura. Así lo vemos en la galera o galerilla, vestido propio del estilo del renacimiento español de finales del siglo XVI y principios del XVII, cuya falda, al frente podía estar adornada con una hilera de puntas (tiras de tejido terminadas en metales preciosos), que, aunque no ‘cerraba’ totalmente el anudado tipo lazo, sí creaba un efecto similar.

    Marie-Angélique de Scorailles de Roussilles, Duquesa de Fontanges,

    Pero a la par que se utilizaba como modo de atar o adornar, comenzaban a aparecer las connotaciones simbólicas de este pedazo de tira o cinta. En la indumentaria militar de las legiones en la antigua Roma, un lazo de color escarlata se colocaba sobre la coraza como símbolo distintivo de los oficiales superiores y cuyo color indicaba su rango.

    Simbología

    Desde la antigüedad también se hereda su simbología relacionada con la unión de los novios en las ceremonias nupciales: lazar a la pareja como símbolo de unión se trasladó al cristianismo perdurando en ciertas regiones de la América hispana, enlazándolos por las manos como símbolo de unión eterna. Las diferentes culturas aún utilizan esta pieza como protección a los niños pequeños, prendiendo un pequeño lazo rojo sobre su vestimenta.

    En su relación con la moda, el lazo se ha mantenido como atributo esencialmente femenino. Su presencia en el atuendo masculino –sobre todo a partir de la ‘gran renuncia’ y la consolidación del traje burgués masculino- se limita a la corbata y, en alguna ocasión, al cierre de la camisa. Sin embargo, la imagen femenina ha lucido este adorno en muchas etapas de la evolución de su vestimenta.

    A mediados del siglo XVIII, el vestido a la francesa utilizaba el lazo como su principal decoración. Una impulsora de este complemento fue Madame de Pompadour, amante del rey Luis XV, que hizo uso de los lazos nudo de amor realizados con cintas de doble cara y dos anchos distintos. Más tarde, María Antonieta disfrutó de los lazos en vestidos y sombreros creados por su modista, Rose Bertin.

    Lazo Fontaigne

    También nació en la corte francesa el famoso tocado a la Fontaigne (Coiffeur a la Fontagne), que consistía en una alta construcción de rizos y una cofia almidonada de lino o de puntilla, y se construía encima de una almohadilla o de una construcción de alambre. Según la leyenda, dicha moda se debió a un “accidente fortuito” que le sucedió a una de las favoritas del Rey Sol, quien ejerció un férreo control sobre las modas y maneras entre sus cortesanos, a él se debe la imposición de una de las modas cuyo uso se prolongaría en el tiempo, al convertirse en símbolo de la imagen del cortesano: el Habit à la française o conjunto a la francesa, solamente destronado por la instauración del poder burgués, con una nueva vestimenta masculina, bien entrado el siglo XIX.

    Como la mayoría de los monarcas de estos siglos, tener varias amantes era casi un deber y una de ellas fue Marie-Angélique de Scorailles de Roussilles, Duquesa de Fontanges (1661-1681), cuyo nombre quedaría en la historia de la moda. Se dice que un día del verano de 1680, Luis XIV regresaba de practicar la caza cuando se encontró con su amante. La duquesa había sufrido un ligero accidente, perdiendo su sombrero y deshaciéndose su peinado y, como solución para atarse los cabellos, utilizó una tira de encaje, atada coquetamente con un lazo, de tal manera que los rizos le caían sobre la frente. El rey le pidió que lo llevara siempre así y pronto todas las damas de la corte habían copiado ya el nuevo estilo, que se hizo famoso en toda Europa y que se denominó tocado o lazo Fontagne.

    Ya un siglo después, la moda de 1850 en adelante retomaría este elemento dentro del estilo conocido como ‘neo rococó’. Pero lo cierto es que nunca ha dejado de utilizarse el lazo en las propuestas de los creadores, en algunas épocas más que en otras. Solamente con mencionarlo no podemos dejar de visualizar el largo vestido de noche a base del un tubo de terciopelo negro y un enorme lazo en satén rosa, salido de la mente de ese gran diseñador del siglo XX, Yves Saint Laurent o incluso el que lució Marilyn Monroe en la película Los caballeros las prefieren rubias.

    Fuentes: Wikipedia y Vestuario Escénico.