Una empresa de Cantabria fabrica humus puro de lombriz que devuelve a la tierra los nutrientes y la microfauna perdidos, regenerando así la vida de la tierra
Sol Rincón Borobia / NoticiasPositivasPress
La empresa Oresthumus lleva cinco años produciendo humus 100% de lombriz capaz de regenerar la tierra fértil e, incluso, de crear zonas productivas donde no las había. Para conseguirlo, cría lombrices en Soto de la Marina (Cantabria) utilizando los residuos orgánicos generados por la agricultura y la ganadería, como estiércol y restos de las siegas y podas. Sin embargo, la técnica que aplica esta empresa no es el vermicompostaje, sino otra más compleja que permite hacer humus puro. “El vermicompost sería el equivalente a la leche entera y nuestro humus puro sería la nata”, explica Enrique Getino, cofundador de Oresthumus junto a Diana Cendrero.
Para comprobar la diferencia entre en vermicompost y el humus puro, solo hay que diluirlos en agua en diferentes recipientes transparentes y ver el resultado: “Tras agitarlos y dejarlos reposar se aprecia claramente que en el recipiente del vermicompost hay posos de áridos, arena, piedrecitas, palitos y restos de celulosas y ligninas, en diferentes proporciones y peso. Por el contrario, el humus puro se disuelve prácticamente todo, quedando residuos en una proporción inferior al cinco por ciento del volumen total”, dice Enrique.
Uno de los beneficios del humus puro es que no sobrefertiliza la tierra. “Nuestro humus es un abono natural y ecológico que funciona a demanda de cada planta, ya que toma los nutrientes que necesita. Además, promueve la generación y expansión de los hongos micorrizas, que facilitan el intercambio de nutrientes a las plantas a cambio de azúcares, en una relación simbiótica”.
Cuando Diana y Enrique crearon su humus puro lo bautizaron LombriCana 100% y, aunque los principios fueron difíciles, ya llevan cinco años comercializando este abono. “Una de las motivaciones que nos llevó a poner en marcha esta actividad fue nuestro interés por la recuperación de los suelos”, indica Enrique, “ya que sin un suelo sano no hay vida”. “Esta forma de lombricultura resuelve varios problemas serios para el medioambiente. El primero es que da la posibilidad de regenerar suelos fértiles ya extenuados o contaminados, pero también de producir perfiles fértiles en zonas desertificadas y de facilitar el arraigo de repoblaciones forestales”, añade.
La lombricultura para la elaboración de humus “es el proceso más eficiente y menos dañino en el tratamiento de los residuos agropecuarios”, asegura Enrique. Sin embargo, depende mucho de cómo son tratados este abono orgánico. “Si no se tratan convenientemente, los estiércoles y los purines son bombas de destrucción para el medio ambiente y los acuíferos”. Por eso, “evitamos generar lixiviados de fermentación aportando la humedad mínima indispensable durante el proceso de elaboración de nuestro humus puro. Si por accidente se produjeran, los recogemos e incorporamos de nuevo a la pila en el siguiente volteo o en la siguiente tanda de material a compostar”.
Especies de lombrices
Las especies de lombrices que crían estos dos emprendedores son la eisenia fétida, la eisenia hortensis y, la principal, la eisenia andrei. Esta última es conocida como lombriz roja de California, pero Enrique aclara que no tiene nada que ver con esa parte de Norteamérica. Es más, la eisenia andrei es de Pontevedra. “Unos biólogos estadounidenses la descubrieron a principio del siglo pasado en un vertedero de Pontevedra, durante una visita científica que hacían por Europa. La llevaron a California y allí descubrieron las portentosas cualidades de este animalito, capaz de vivir en ambientes bacteriológicos extremos, de una voracidad poco vista en el reino animal y una capacidad de reproducción altísima. Tuvieron la feliz idea de intentar patentarla, pero la comunidad científica lo impidió, como es lógico. Entonces, para singularizarla, la bautizaron como lombriz roja de California, cuando ni allí ni en todo el continente americano existían”.
El tiempo que se necesita para conseguir este humus puro depende de los factores ambientales. Según explica Enrique, si la temperatura ambiente del compost que sirve de alimento a las lombrices es de 5 grados centígrados, se aletargan por completo; si la temperatura es aún más baja, mueren; y si se superan los 35 grados “estas especies europeas no sobreviven”. Por este motivo, “a diferencia del vermicompostaje, nuestro procedimiento consiste en compostar primero de forma totalmente aeróbica y por separado cada materia orgánica que vayamos a usar después como alimento”.
“Sin un suelo sano, no hay vida”.
Por ejemplo, continúa, “los estiércoles se deben de compostar por separado, dado que el contenido enzimático de la digestión de los diferentes herbívoros es distinto y su concentración bacteriana también varía, así como el nivel de digestión de celulosas y ligninas. Por su calidad nutricional final, el óptimo es el de vaca lechera en producción, luego el de vacuno de cría y engorde, el de oveja, el de cabra, el de caballo, el de conejo y finalmente, como caso aparte, el estiércol de aves de corral, que hay que equilibrar muy bien con poda o paja seca por su gran contenido en urea. Cada uno de ellos se trabaja de diferente manera, se apila a una altura conveniente para que no se produzcan pudriciones anaeróbicas -las que producen olores desagradables, gases como el metano o el amoníaco- que son nutrientes del grupo nitrogénico que perderíamos evaporados y que contaminarían la atmósfera con peor pronóstico aún que el CO2”.
Oresthumus, que fabrica otros derivados como el compost estabilizado y el compost enriquecido con porcentajes variables de humus puro, según demanda de uso, estará pronto en disposición de envasar humus puro licuado y en el futuro, harina de lombriz para piensos. “Esta se obtiene después de purgar las lombrices para que no queden residuos en sus intestinos. Se someten a deshidratación completa y se muelen hasta obtener una textura polvorienta. Esta harina es un buen suplemento protéico en la formulación de piensos compuestos para alimentación de cerdos y aves de corral, que también pueden ser alimentados con lombrices vivas, tal y como lo hacen en la naturaleza. Es la alternativa perfecta a las harinas de pescado, con lo que se evitaría una parte importante de la sobre explotación de los recursos marinos”, informa Enrique Getino.