Redacción
Los orígenes del chicle se remontan al Neolítico, aunque la goma de mascar, tal como la usamos ahora, la inventaron los mayas y los aztecas. Masticar chicle es una actividad cotidiana universal, salvo en Singapur, en donde está prohibido vender chicles. Una curiosidad: al parecer, hay personas que no pueden andar y masticar chicle al mismo tiempo. Es un tema de coordinación. Y el caso es que se ha descubierto una propiedad inesperada de masticar chicle mientras se anda a pie.
Según informa la web médica Verywellfit, recientemente se ha llevado a cabo un estudio en donde 25 hombres y otras tantas mujeres salieron a andar, algunas de ellas masticando chicle, y otras un sustituto que se disolvía al instante en la boca. Aquellas personas que masticaron goma de mascar mientras andaban recorrieron más distancia, dieron más pasos, andaron más rápido, aumentaron su ritmo cardíaco y consumieron más calorías.
Los médicos creen que esta mejora de rendimiento al andar que proporciona el chicle se debe a la Sincronización cardiaco-locomotora (CLS) o acoplamiento cardiaco-locomotor. La CLS describe el momento en el que el movimiento del cuerpo (actividad locomotora) se sincroniza con la frecuencia cardíaca (actividad cardiaca).
Los investigadores teorizan que masticar chicle mientras se camina aumenta el ritmo cardíaco de una persona, y ésta mueve su cuerpo más rápido para adaptarse a ese ritmo.
Y no es el único beneficio de masticar chicle. El preparador Rubén Borges, cuando prescribe una dieta y sus clientes sienten hambre, les recomienda beber un vaso de grande de agua, y masticar chicle.
El efecto saciante del agua y el efecto de mover las mandíbulas y obtener sabor con la goma de mascar, ayuda a calmar el hambre y distraer el cerebro. Pero hay personas a las que no les sienta bien: al masticar chicle tragamos aire, y eso puede provocar molestias intestinales.
Fuente: Computer Hoy