Un nuevo perfil de turista que combina hábitos ecológicos con ocio responsable se consolida en España e impulsa las reservas
Redacción
El creciente interés por cuidar nuestro entorno y ser cada vez más “verdes” se ha extrapolado al mundo de los viajes, dando pie a un auge del turismo ecológico que ha llegado para quedarse, y el enoturismo no es ajeno a ello, de hecho es un tipo de turismo en perfecta sintonía con los turistas eco.
Las escapadas propiamente ecológicas ya se posicionan entre las más demandadas y tan sólo en el último año las reservas han incrementado un 115%, según datos de Weekendesk.es, portal especializado en escapadas temáticas.
“El turista ecológico es considerado ya un perfil de consumo consolidado que ha venido a contribuir a la transformación de la industria del turismo hacia un modelo más sostenible. Los establecimientos han aprovechado este auge para poner en marcha estrategias, no sólo para responder a la demanda, sino también para introducir innovaciones tanto en su infraestructura como en su modelo de negocio y los productos que ofrecen, a fin de garantizar a los viajeros una experiencia original, placentera e inolvidable”, explica Brigitte Hidalgo.
Entre las medidas implementadas figuran: iluminación coeficiente, apuesta por las energías renovables, emisiones de CO2, garantía de un espacio 100% libre de humos, políticas de reutilización de materiales, uso de productos sin aditivos contaminantes, reducción/eliminación de plásticos y la instalación de sistemas de reciclajes, entre otras.
Llegar a ser un viajero sostenible ahora es más sencillo de lo que se puede imaginar. Sólo hay que introducir ciertos cambios de hábitos para lograrlo.
El viaje comienza por el desplazamiento y para ello es esencial saber escoger, no sólo el transporte sino el destino, ya que mientras más cerca viajemos menos huella de carbono dejaremos. Un verdadero ecofriendly se decanta por las escapadas de fin de semana al pueblo de al lado o a esa montaña que contemplamos desde la ciudad todos los días cuando vamos a trabajar. Y todo esto tiene más beneficios de lo que te imaginas: además de reducir el impacto ambiental fomentaremos el turismo doméstico y la producción local.
Un entorno natural, apartado de los grandes centros urbanos, garantiza una experiencia única de interacción con la madre tierra. Excursiones, rutas de senderismo, acampadas… son algunas de las actividades que deberían figurar en la agenda de cualquiera que se precie de ser un viajero sostenible.
El gasto medio ha aumentado un 22%, alcanzando los 184 euros por paquete. Para ellos el cuidado del medioambiente no tiene precio.
Una de las mayores preocupaciones de estos viajeros es la procedencia de los productos que consume. De ahí, su enorme preferencia por la comida realmente local y hecha con productos realmente naturales. Tal es este afán que planes que incluyen experiencias gastronómicas, como esa escapada a una región de vinos y cena en bodega con visita previa a viñedos.
Ser un turista sostenible no significa renunciar a los placeres de la vida, por el contrario: vive a plenitud, pero siempre de forma responsable. Este tipo de viajeros disfruta de la vida más de lo que parece y es amante de cualquier experiencia que se traduzca en bienestar. Algunos aprovechan para recorrer sitios culturales aprovechando la riqueza patrimonial. Mimetizar con el entorno es la meta.
Fuente: http://www.vinetur.com