La especie más vieja se encontró en Navarrete del Río (237 años) y Aguilar del Alfambra (208 años)
Redacción
El estudio, publicado en la prestigiosa revista internacional ‘Forest Ecology and Management’, se llevó a cabo en la primavera de 2021 por un equipo formado por Jesús Julio Camarero, Ester González de Andrés y Michele Colangelo (Instituto Pirenaico de Ecología – CSIC) y Chabier de Jaime (Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra).
Fruto de este trabajo, el Parque Cultural ha elaborado el audiovisual ‘Entre árboles centenarios’. Los chopos cabeceros son los llamados álamos o chopos negros (Populus nigra) manejados como árboles trasmocho, esto es, descabezados o cortados a cierta altura de sus troncos para que produzca brotes, inaccesibles al ganado, que originen nuevas ramas susceptibles de ser aprovechadas mediante su desmoche periódico.
Esta fue la solución encontrada en el pasado a la necesidad de madera de obra, combustible y forraje y de pastos en territorios deforestados con clima frío y seco de la cordillera Ibérica. Los esquejes de chopo negro fueron plantados a lo largo de las riberas, casi siempre cerca de espacios agrícolas, también con el fin de fijar los cauces y de proteger las parcelas cultivadas ante las crecidas.
Fueron seleccionados noventa y ocho chopos cabeceros maduros, con buen estado de conservación y con el tronco macizo, extrayéndose dos testigos radiales mediante barrenas Pressler a 1,3 m. sobre el suelo. No fueron muestreados chopos de gran diámetro, de aspecto decrépito o con huecos en el tronco, rasgos son propios de los árboles más longevos.
La investigación demuestra que estos árboles bicentenarios, aunque no son la mayoría, están bastante presentes en las riberas de la cordillera Ibérica. Asimismo, su presencia secular y continua en los paisajes agrarios del sur de este sistema montañoso viene a confirmar que se trata de un paisaje histórico.
Los chopos negros son los árboles de mayor tasa de crecimiento en climas templados. Según algunos autores esta especie puede alcanzar una longevidad de 250 a 300 años. Esto demuestra nuevamente que el manejo de los árboles mediante el desmoche periódico prolonga su longevidad y que, en el caso de los chopos, permite que esta se aproxime al límite biológico de la especie.
La práctica agrosilvoganadera del desmoche se remonta atrás en el tiempo. La documentación histórica constata el manejo de árboles trasmochos y, específicamente, de los chopos y sauces cabeceros en el sur de Aragón, al menos desde el siglo XVIII.
Los bosques viejos culturales fueron sustituyendo, a lo largo de los tiempos históricos y en amplias zonas de Europa, a los bosques viejos naturales conforme estos desaparecían. Desde entonces, predominan grandes zonas abiertas (cultivos y pastizales) en cuyo seno aparecen diseminadas arboledas con viejos árboles trasmochos, testigos de un uso secular del territorio.
El estudio demuestra la continuidad temporal de las arboledas de chopo cabecero, que han formado parte de los paisajes culturales de la cordillera Ibérica durante siglos. Además, complementa el interés de su continuidad espacial, por seguir los ejes de buena parte de los ríos de este territorio.
El manejo del chopo negro (Populus nigra) y del sauce blanco (Salix alba) como árboles trasmochos surge históricamente en la cordillera Ibérica con el objeto de optimizar el aprovechamiento los recursos naturales en periodos de acusada deforestación y en el marco de economías multifuncionales. El desmoche periódico de estos árboles de ribera proporcionaba madera de obra, combustible y forraje, siendo compatible con el aprovechamiento de los pastos frescos cercanos a los ríos por las importantes cabañas de ovino dedicadas a la producción lanar.
La gestión tradicional por la comunidad local ha sido reconocida como Bien de Interés Cultural Inmaterial por el Gobierno de Aragón que, a su vez, lo ha incluido en el Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra. Ababuj, Aguilar del Alfambra, Allepuz, Camarillas, Cedrillas, El Pobo, Galve, Gúdar, Jorcas y Monteagudo del Castillo son los diez municipios que integran el Parque Cultural.
Este conjunto formado por un río de montaña, frescos prados y árboles esculturales, es un territorio para descubrir la ancestral cultura local y disfrutar con la observación de la naturaleza. Además, tiene un indudable interés didáctico, estético y científico. Desde el Parque Cultural se ofrece un espacio repleto de árboles centenarios cuidados y aprovechados por generaciones de campesinos, constituyendo así todo un patrimonio natural y cultural.
Fuente: arainfo