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    Carlos Mallo y su defensa de los océanos, premio Goldman Environmental

    Redacción

    Carlos Mallo Molina, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos formado en la Universidad Politécnica de Madrid, ha sido distinguido este año con el Goldman Environmental Prize 2025, considerado el Nobel del Medio Ambiente, por su contribución excepcional a la conservación marina en las Islas Canarias.

    En una emotiva ceremonia celebrada en San Francisco, Carlos recogió el galardón, sumándose a un grupo selecto de defensores ambientales de todo el mundo cuyo trabajo está marcando la diferencia en la protección de nuestro planeta.

    Su trayectoria no sigue el camino más habitual. De las obras de infraestructura que marcan los paisajes urbanos y conectan territorios, Carlos eligió virar su rumbo profesional hacia la protección de uno de los ecosistemas marinos más valiosos de Europa. Un cambio impulsado no por la casualidad, sino por la profunda convicción de que la ingeniería también debe estar al servicio de la vida.

    Tenerife, la mayor de las Islas Canarias, alberga frente a su costa suroeste un tesoro natural: la Zona Especial de Conservación Teno-Rasca, un espacio protegido de más de 70.000 hectáreas. Sus aguas son hogar de una biodiversidad extraordinaria: más de veinte especies de cetáceos, tortugas marinas en peligro de extinción, tiburones azules y los esquivos calamares gigantes conviven en un entorno que, a pesar de su belleza, no ha sido ajeno a las presiones del desarrollo humano.

    La sobrepesca, la contaminación y décadas de expansión turística descontrolada han deteriorado parte de este ecosistema vital. Más de la mitad de las praderas de fanerógamas marinas han desaparecido, arrastrando consigo la biodiversidad que de ellas dependía. En este contexto, la necesidad de voces firmes que abogaran por un equilibrio real entre progreso y conservación se hizo cada vez más evidente.

    Carlos Mallo llegó a Tenerife en 2012, tras completar su formación como Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Inmerso en el sector de la construcción, participó en proyectos de gran escala. Pero fue el contacto diario con el mar, su afición por el buceo y su creciente vínculo con los ecosistemas submarinos de la isla lo que transformó su mirada.

    El mar de Tenerife no era solo un escenario idílico, sino un sistema complejo y frágil, en peligro por decisiones que a menudo priorizaban el beneficio inmediato sobre el equilibrio a largo plazo. Esta conciencia creciente lo llevó, en 2018, a fundar Innoceana, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la conservación y a la educación marina.

    Desde entonces, Carlos y su equipo han trabajado para documentar la biodiversidad submarina, sensibilizar a la población local e internacional, y generar conocimiento accesible sobre la importancia de los océanos para la salud del planeta.

    Innoceana representa una nueva forma de abordar la conservación: tecnológica, inclusiva, conectada. Bajo su liderazgo, la organización ha impulsado iniciativas como Innotales, una plataforma interactiva que combina relatos, ciencia y experiencias de buceo virtual para acercar el mundo submarino a personas de todas las edades.

    La clave de su estrategia ha sido siempre clara: construir puentes entre el conocimiento científico y la conciencia ciudadana, generando un tejido social que defienda el patrimonio natural no por imposición, sino por comprensión y amor al entorno.

    Uno de los proyectos más ambiciosos de Carlos Mallo empieza ahora a materializarse: la creación del primer Centro de Conservación y Educación Marina de Canarias, conocido como HOPE. Ubicado en el corazón de la zona que en su día estuvo destinada a usos industriales, el centro será un espacio para la investigación científica, el rescate de fauna marina herida y la educación ambiental.

    Con el respaldo de más de dos millones de euros en financiación europea, HOPE aspira a convertirse en un faro de conocimiento y sensibilización, conectando la ciencia con la ciudadanía y ofreciendo a las nuevas generaciones herramientas para cuidar del océano desde una perspectiva integradora y activa.

    El Goldman Environmental Prize reconoce no solo los resultados, sino el coraje y la perseverancia. En el caso de Carlos Mallo, el premio celebra una visión que trasciende las acciones puntuales: una apuesta por transformar la relación entre la ingeniería y el medio ambiente, entendiendo que el verdadero progreso se mide también en la capacidad de preservar.

    Su historia invita a replantear los conceptos de desarrollo y éxito profesional. Demuestra que la formación técnica, cuando se acompaña de sensibilidad social y compromiso ético, puede ser una herramienta poderosa para construir soluciones más justas y sostenibles.

    Fuente: caminos.upm