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    Un té bajo en carbono

    Redacción

    Pasearse por una tienda de té en China, significa escoger entre tés verdes, tés negros o, a tés a medio camino, los semifermentados. Sin embargo, en un momento en que esta vieja industria vuelve sus ojos hacia el futuro, se presenta otra opción: los tés bajos en carbono.

    En China, el té no es solo un producto agrícola, también tiene un significado en la cultura nacional”, por lo que es un producto ideal con el que “intentar promover la idea de que las personas pueden aportar su propia contribución individual a la contención del cambio climático.

    Cultivos de Té. Foto: ADRIENBE-PIXABAY

    Esta posibilidad ha ido ganando terreno progresivamente en los últimos años, desde que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Academia China de Ciencias Agrícolas llevaron a cabo un proyecto piloto iniciado en 2017.

    Los proyectos piloto implementados en Dabu, se dedicaron a calcular las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por la producción de té y a evaluar el potencial de mitigación y de fijación de carbono.

    Se plantearon una serie de posibles medidas, como utilizar paja y estiércol en el proceso de cultivo del té, mejorar el uso de fertilizantes, plantar árboles para proporcionar más sombra, introducir prácticas de multicultivo y utilizar más energía renovable. Se exploró también lo que se necesitaría para repetir el modelo en otros países y se investigaron posibles métodos de certificación del té bajo o neutro en carbono.

    El próximo gran paso será un proyecto previsto de té bajo en carbono en el que colaborarán la agencia de la ONU, la Academia China de Ciencias Agrícolas y la Sociedad Alemana de Cooperación Internacional para llevar a cabo un experimento similar en el mayor país exportador de té del mundo, Kenya, que representa aproximadamente una cuarta parte de los envíos mundiales de té.

    Antes del estudio piloto llevado a cabo en China, existían pocas investigaciones orientadas a examinar la huella de carbono de la cadena de valor completa del té, desde el cultivo de las plantas de té hasta el hervido de agua para la preparación de la infusión. 

    El té es, no obstante, un cultivo muy vulnerable al cambio climático. Esto significa que tanto los aspectos del proyecto relacionados con la adaptación al cambio climático como los relacionados con la mitigación de sus efectos son igualmente importantes. Por consiguiente, el proyecto piloto se dedicó a examinar soluciones como la creación de variedades de té resistentes al estrés climático y la mejora del riego y de los sistemas de alerta temprana en caso de condiciones meteorológicas extremas.

    Cultivo de té. Foto: ASANTHA ABEYSOORIYA

    Para los cultivadores de té, todo esto promete mejores soluciones a la vulnerabilidad de sus cultivos frente a las temperaturas extremas y precipitaciones erráticas, así como la perspectiva de mejores precios para un producto que se ajuste a los nuevos estándares. 

    Esta perspectiva pone de relieve el papel del té en la transformación de los sistemas agroalimentarios y en la apertura del camino hacia mejores medios de vida para millones de personas que dependen de este producto.

    El Día Internacional del Té, que se conmemora cada año el 21 de mayo, es una excelente ocasión para celebrar la producción de tés bajos en carbono que son mejores para el planeta y mejores para los agricultores que trabajan en su cultivo. 

    Fuente: http://news.un.org