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    Descubiertas dos nuevas especies de búhos chillones en la selva amazónica

    Redacción

    Gracias a sus chillidos, dos nuevas especies de búhos han podido ser identificadas por un equipo internacional de científicos en la selva amazónica. A pesar de su reciente hallazgo, estas aves ya se encuentran en peligro de extinción por los incendios de los bosques del Amazonas y la fragmentación de su hábitat.

    La selva amazónica esconde criaturas desconocidas, muy difíciles de detectar sobre todo si son nocturnas. En un nuevo artículo publicado en la revista Zootaxa, un equipo de investigadores ha descrito dos nuevas especies de búhos chillones Xingu y de Alagoas, que viven en los bosques del Amazonas y el Atlántico.

    Búho chillón de Alagoas. / Gustavo Malacco


    “Los búhos chillones son un grupo bien conocido en comparación con otros tipos de organismos en estas áreas”, asegura John Bates, del Field Museum de Chicago y uno de los autores del estudio. “Pero cuando comienzas a escucharlos y a compararlos a través de la geografía, resulta que hay cosas que no se habían apreciado. Por eso se describen estas nuevas especies”, agrega.

    Los búhos chillones recién descubiertos son parientes de los búhos chillones del este, comunes en Estados Unidos. “Son búhos bonitos, probablemente de entre 12 y 15 cm de longitud, con mechones de plumas en la cabeza”, describe Bates. “Algunos son marrones, otros grises y otros una mezcla”. Hasta este estudio, las nuevas especies se habían agrupado junto con el búho chillón de vientre leonado y el búho chillón de cabeza negra, ambos distribuidos por toda Sudamérica.

    Años de investigaciones

    Los investigadores comenzaron a descubrir diferencias entre las especies de búhos tras años de trabajo de campo en la selva amazónica, así como en la selva atlántica que se extiende a lo largo de la parte oriental de Brasil y los países circundantes. Los búhos que buscaban los investigadores viven en los árboles, a menudo a 30 metros del suelo. Eso hace que estudiarlos sea difícil. Pero tenían un arma secreta para detectarlos: los chillidos.

    “Grabábamos sus llamadas y luego las escuchábamos. Los búhos son territoriales y, cuando escuchaban las grabaciones, salían a defender su territorio”, señalan los autores. Compararon los cantos de las aves y encontraron que había variaciones en los sonidos que hacían, señal de que se trataba de diferentes especies.
    También examinaron la apariencia física de las aves y tomaron muestras de tejido para poder estudiar su ADN. En total, se analizaron 252 especímenes, 83 grabaciones en cinta y 49 muestras.

    El búho chillón de Xingu. / Kleiton Silva

    Fuente: DICYT