Alrededor de 82 pueblos de Estados Unidos y Canadá cuentan con cerca de 20.000 ejemplares de estos mamíferos
Redacción
En las planicies de Estados Unidos es posible observar una escena sacada del pasado: rebaños de búfalos recorriendo los pastizales. La especie, que llegó a contar con cerca de mil ejemplares en 1889, mermada por la cacería indiscriminada, hoy ha logrado recuperar sus números a través de una relación simbiótica con las tribus indígenas.
Los bisontes se pasearon por última vez por las colinas del valle del río Saskatchewan Norte hace más de 150 años. Eran clave para la salud cultural, espiritual y económica de la Nación Métis, cuyos miembros se reunían por miles en primavera y otoño para la caza del bisonte.
Se calcula que entre 30 y 60 millones de bisontes recorrían las llanuras desde México hasta Canadá. Al igual que las grandes manadas de ñus de África oriental, los bisontes ayudaban a airear el suelo y a dispersar semillas importantes para la biodiversidad gracias a su comportamiento de revolcarse (bañarse en polvo). Para cuando llegó el año 1900, quedaban menos de mil ejemplares de bisontes vivos.
Gracias a un continuo programa de repoblación, enfocado en recuperar el vínculo ancestral con estos animales. En solo dos años, el Consejo Intertribal de Búfalos ha reintroducido mil ejemplares en un área de 11.300 hectáreas en la frontera entre Nebraska y Dakota del Sur.
El sacrificio de los bisontes también se realiza con un proceso artesanal, de alta carga simbólica entre generaciones. La carne del animal se distribuye a toda la tribu por medio de un programa especializado, mientras que los huesos son hervidos para extraer caldo. Por medio de este sistema los grupos indígenas buscan reafirmar su soberanía y ganar seguridad alimenticia de una forma sustentable.
Fuente: elperiodicodepanama / nationalgeographic