Ellas han cambiado la noción de transferencia tecnológica a los investigadores
Redacción
Cuando Balvina Paisano, una mexicana responsable de su hogar, comenzó a cultivar sus primeras lechugas, tenía poca experiencia y poca motivación. Pero eso cambió cuando, un día, su hijo pequeño le pidió que le mandara a la escuela el clásico sándwich con lechuga, como los que veía en televisión. “Llegó de la escuela muy feliz. Le había gustado su sándwich y se lo había presumido a sus amigos, les dijo que su mamá había cultivado la lechuga. Para mí fue una motivación para aprender a cultivar más. Me sentí grande, empoderada”, recuerda.
Balvina es una de las 15 mujeres de San Lorenzo Almecatla, en Puebla, a 120 kilómetros de la Ciudad de México, que iniciaron un proyecto de apropiación biotecnológica para la siembra de hortalizas junto con investigadores de biotecnología y comunicación de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep) y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (Buap).
San Lorenzo, como muchas partes de la región central del país, enfrenta dos problemas que se han agravado en la última década: la escasez de agua (les llega dos días a la semana) y la erosión del suelo, lo que complica la vida de las personas como Balbina y otras mujeres que empezaron a dedicarse a la agricultura recientemente.
Aunque San Lorenzo siempre ha sido una zona agrícola, la urbanización excesiva y la llegada de empresas multinacionales de manufactura y automóviles, que demandan terrenos para almacenamiento, ha hecho que muchas familias hayan decidido abandonar la agricultura y vender sus tierras. “Mucha gente de aquí del pueblo vendió sus tierras porque ya no le vio futuro al campo, y porque tampoco tienen apoyo del gobierno. Muchos otros se han quedado con las prácticas pasadas de sus padres, entonces utilizan fertilizantes químicos y plaguicidas”, dice Anahí Hernández Zamora, habitante de San Lorenzo y estudiante del octavo semestre de la carrera de Comunicación y Medios de la Buap.
Anahí fue quien propuso en 2021 el encuentro entre las mujeres de San Lorenzo y un grupo de académicos y estudiantes universitarios, para dialogar y aportar soluciones en la siembra de algunos alimentos. “Utilizamos algunas estrategias biotecnológicas, como el uso de bacterias, sustratos y sustancias para que mejore la calidad de esos suelos”, dijo a SciDev.Net Luis Daniel Ortega Martínez, profesor investigador de la Upaep, quien se encargó de ofrecer diversos talleres al grupo.
ESTRATEGIAS
Para ahorrar agua, Ortega compartió estrategias de siembra de fresas en bolsas. “Mientras que en las bolsas hay que ponerles un litro y medio de agua cada día, en el suelo tendríamos que estar agregando alrededor de 2,3 litros diarios para mantener el sustrato húmedo, entonces el gasto es mucho, mucho mayor”, explica el investigador.
Utilizamos algunas estrategias biotecnológicas
ORTEGA MARTíNEZ
Aunque muy pocas agricultoras tuvieron éxito con el cultivo de fresas, pronto fueron surgiendo nuevas necesidades y consultas para Ortega y su equipo: cómo podían controlar las plagas que afectaban comúnmente a sus cultivos, cómo podían hacer un mejor forraje para sus pollos, cómo podían tener fertilizantes no tóxicos, cómo cultivar microgreens (microplantas) e incluso cómo hacer un buen manejo de sus desechos orgánicos.
“Ahora separamos y reciclamos todo. Empezamos con una cultura muy diferente, ya no es como antes, que nos valía, todo se iba a la basura y no le poníamos atención”, advierte Lilia Ramírez Luna, de 54 años, otra de las mujeres del grupo que tomó estos entrenamientos después de perder su empleo durante la pandemia y tener que cultivar sus propias hortalizas. “He aprendido que estamos erosionando la tierra, le estamos quitando los nutrientes y no hacemos absolutamente nada para que se regenere, lo único que estamos haciendo es meterle químicos para la cosecha. Por eso es que yo tengo esa inquietud siempre de tener todo orgánico”, afirma Ramírez.
Fuente: ipsnoticias.net