El centro preescolar de esta localidad ruandesa se ha convertido en referente de cómo proyectar y construir un edificio de forma sostenible y colaborativa, con las ideas y consejos de la comunidad
Sol Rincón Borobia / NoticiasPositivas.press
Los agricultores cafeteros de Mwito y la empresa local Rwanda Trading Company lo tenían claro: Mwito necesitaba un centro donde los niños y niñas en edad preescolar pudieran descubrir todo su potencial; un lugar saludable para su bienestar físico y mental, en el que también se les estimulara lo suficiente para seguir estudiando, creando, imaginando o persiguiendo cualquier meta que quisieran.
Así que Rwanda Trading Company contrató al estudio de arquitectura Creative Assemblages y este se puso manos a la obra. Eso sí, se puso manos a la obra implicando a la comunidad: en el diseño del centro tomaron parte las autoridades locales del distrito de Nyamasheke, el equipo docente que iba a trabajar allí, las madres y los padres, así como cualquier persona que de una forma u otra se viera afectada por este proyecto.
El resultado fue un espacio respetuoso con el medio ambiente, sostenible y adaptado a las necesidades del colectivo que lo usa.
El edificio tiene tres salas de estimulación, una cocina, cuartos de baño que se aprovechan para la elaboración de compost, un espacio multiusos, varias áreas de juego semicubiertas y un patio de juegos abierto.
El centro disfruta de luz natural cenital y ventilación cruzada, además de vistas a las zonas de juego y a un lago. Tanto los colores como la iluminación están pensados para estimular la concentración y la calma, y las plantas del jardín crean un entorno agradable, pero también sirven para fijar el suelo y absorber la escorrentía.
En cuanto a los muebles y buena parte del edificio, se hicieron con materiales reciclados de una fábrica de café en desuso que la empresa Rwanda Trading Company tenía en la capital, Kigali.
La pendiente donde se asienta fue convertida en anfiteatro y se construyó un depósito de agua. Los ladrillos fueron hechos en el vecindario y apenas se utilizó cemento.
La constructora que ejecutó el proyecto, Granite Construction Consultants, es ruandesa y más del 50% del equipo que trabajó en esta obra lo formaron personas que viven allí.
El desarrollo de un proyecto arquitectónico colaborativo no es algo nuevo para la fundadora de Creative Assemblages, Nerea Amorós Elorduy: “Siempre he visto claro la necesidad de colaboración. No hacer un proyecto para alguien, sino con alguien. La única manera de innovar en la arquitectura es haciéndolo así. La comunidad debe participar en el proceso”, dice.
Tras terminar sus estudios de arquitectura en Barcelona, hizo un master de cooperación internacional de arquitectura sostenible de emergencia y se marchó a Ruanda para realizar sus prácticas con Unicef (la agencia de Naciones Unidas para el desarrollo de la infancia). El gobierno ruandés quería construir por todo el país centros preescolares, llamados allí centros de estimulación temprana, y ella ayudaba a la agencia a realizarlos.
Aunque su idea era quedarse tres meses, la universidad del país la contrató en 2011 para dar clases de arquitectura y urbanismo, unos estudios que entonces eran completamente nuevos en Ruanda. De hecho, su primer estudio de arquitectura, ASA Studio, lo fundó para que sus alumnos pudieran hacer las prácticas.
Durante su carrera profesional, desarrollada en su mayor parte en Uganda y Ruanda, ha hecho más de 20 proyectos de centros de estimulación temprana, ha realizado las áreas de maternidad de cuatro hospitales y ha creado espacios en campos de refugiados, entre otros trabajos.
Sin embargo, no ha sido hasta su proyecto en Mwito cuando de verdad ha podido poner en práctica su idea de colaboración con la comunidad. “Lo que ocurre en cooperación internacional es que aterrizas, llamas a los líderes de la zona, les preguntas quiénes de la comunidad pueden colaborar en el proyecto, e incluyen a quienes ellos quieren”. Con Creative Assemblages trabaja de una manera mucho más colaborativa, abriendo las puertas a todas aquellas personas que, de una u otra forma, se ven afectadas por el proyecto.
Este año, Nerea Amorós ha resultado finalista en el premio internacional Moira Gemmill que otorga la organización formada por The Architectural Review y The Architect’s Journal a las mujeres que contribuyen a crear una arquitectura que fomenta el respeto, la igualdad y la diversidad. En el caso de esta arquitecta, la organización ha valorado sus 10 años de trabajo en África desarrollando proyectos que ayudan al desarrollo de la infancia.
Entre los proyectos que Creative Assenblages tiene ahora entre manos destaca la investigación de los centros de estimulación temprana que hay en Ruanda con el objetivo mejorar aún más los que se vayan a hacer en un futuro. Según explica Amorós, el Gobierno de Ruanda quiere seguir construyendo espacios de este tipo porque sabe que suponen una inversión de futuro para los niños y niñas del país, así como un ahorro para las arcas públicas: si se invierte en salud y educación, el Gobierno gastará menos dinero en salud y recursos asistenciales.
Otro de sus planes es mejorar los espacios de los campos de refugiados donde las madres se reúnen con sus hijos e hijas para que jueguen. “Estamos estudiando la manera de mejorar y adaptar esos lugares, ya que ahora no son más que espacios al aire libre cerca de las casas”, dice.