Investigadores de la UAB hallan importantes vestigios en el lugar de enterramiento de este sumo sacerdote egipcio en tiempo de los faraones
Redacción
Una excavación arqueológica de urgencia para evitar a los saqueadores de tumbas ha sacado a la luz nuevos restos de la necrópolis egipcia de Kom el-Khamasin, que han permitido hacer una deducción inicial de cómo habría sido hace más de 4.000 años la tumba del sumo sacerdote menfita Imephor.
La excavación es obra de investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y del Servicio de Antigüedades de Egipto. La excavación propiamente dicha se realizó la pasada primavera y fue una acción arqueológica de rescate para evitar saqueos como los que la necrópolis ya ha sufrido en varias ocasiones.
El yacimiento arqueológico de Kom el-Khamasin es una pequeña necrópolis faraónica situada en el suroeste del área arqueológica de Saqqara, Kom el-Khamasin fue lugar de entierro de personajes significativos del Reino Antiguo y del Primer Periodo Intermedio de la historia egipcia (2400-2050 a. C.). El más conocido de ellos es Imephor Impy Nikauptah, sumo sacerdote del dios Ptah, la divinidad principal de Menfis, capital del país en aquel tiempo.
La intervención arqueológica ha permitido recuperar 435 bloques de piedra calcárea, 50 de ellos con importantes fragmentos de inscripciones y relieves, que habrían formado parte de dos edificios funerarios, probablemente dos mastabas, de unos 10 metros de lado y 3 de altura, uno de los cuales sería el lugar de entierro de Imephor. Y también hacer un descubrimiento cualificado de extraordinario por los investigadores: un depósito de fundación completo e intacto, formado por 60 jarras pequeñas de cerámica que conservan sus tapas y su contenido, que se analizará próximamente, dos platos pequeños de alabastro y cinco molas de piedra, todo ello datado de la época del sumo sacerdote. Este conjunto ritual de objetos habría sido enterrado en los cimientos del edificio para conferirle protección eterna.
De la mastaba de Imephor se han podido documentar los cortes en los que se asentaron los cimientos y la primera fila de los muros. Además, de entre los bloques de piedra calcárea recuperados hay un grupo que conformó el techo a dos aguas y las paredes de la que fue la cámara funeraria subterránea de la tumba de Imephor. Inscritos con su nombre y títulos y con otros textos propios del repertorio funerario del momento, como la lista de aceites sagrados, fueron arrancados de su ubicación original por los saqueadores modernos del yacimiento, y arrastrados y abandonados en el norte del yacimiento.
Ahora, junto con la documentación de otros bloques del mismo edificio que se vendieron de manera ilegal en el mercado de antigüedades y posteriormente recuperados en parte y documentados, han permitido a los investigadores hacer una propuesta inicial de reconstrucción de la cámara funeraria completa del sacerdote.
Reconstrucción
“Esta reconstrucción se sumará a la que también estamos haciendo de la mastaba y su depósito de fundación, de manera que se puede tener una idea bastante aproximada de aquello que puede haber sido la tumba original de Imephor en su conjunto”, ha explicado Josep Cervelló, profesor de Egiptología del Departamento de Ciencias de la Antigüedad y de la Edad Media en la UAB e investigador del Instituto de Estudios del Próximo Oriente Antiguo (IEPOA) de la Universidad y director de la misión.
Además, de la misma construcción se han recuperado un centenar de bloques de granito de lo que pudo ser un sarcófago o elementos arquitectónicos, como dinteles o jambas, que los saqueadores habrían reducido a fragmentos también con fines de lucro ilegal, a pesar de que, al menos de momento, no han sido detectados en el mercado de antigüedades.
“El granito es un material constructivo reservado en exclusiva a la realeza y a la élite cortesana, lo que nos da una idea de la capacidad de captación de riqueza que este personaje tenía todavía en pleno Primer Periodo Intermedio y de su estatus en la corte menfita del momento”, ha señalado Josep Cervelló.
Los hallazgos permitirán profundizar en el conocimiento del yacimiento y del periodo histórico en el que estuvo en uso. “Quizás nos podrían ayudar a entender los motivos por los que algunos miembros de la corte menfita fueron enterrados lejos, en el desierto, coincidiendo con la primera crisis política del estado egipcio”, apunta Cervelló. Además, permitirán proyectar y preparar la campaña del próximo año para acabar de documentar y completar la excavación.
La segunda mastaba
La segunda mastaba identificada habría acogido la tumba de un personaje de finales del Reino Antiguo, a juzgar por otra serie de inscripciones y relieves que se han recuperado. “A este personaje, sin embargo, no le podemos atribuir todavía ningún nombre, si bien las inscripciones contienen varios nombres propios”, señala Cervelló.
Algunos de los fragmentos recuperados que podrían proceder de su tumba son de gran calidad y forman parte de escenas funerarias conocidas, como la de la caza y la pesca de un noble en las marismas.
Kom el-Khamasin estuvo en uso también durante el Reino Medio, pero no ya como necrópolis, sino como lugar de abastecimiento. En efecto, en la excavación de rescate se han encontrado numerosos fragmentos de grandes ánforas para almacenamiento de agua, la tipología de las cuales es característica del Reino Medio (2050-1750 a. C.). Además, en algunos de los grandes bloques de piedra calcárea que revestían el exterior de las mastabas, se han documentado grafitos cortados por diferentes manos, con mayor o menor pericia, en escritura jeroglífica o más cursiva, incluso hierática, muchos de los cuales reproducen nombres propios característicos del Reino Medio o de cronología más amplia, pero en uso también durante esta etapa. Serían, quizás, los nombres de viajeros que frecuentaban el desierto en este tiempo y que pasaban por el lugar para descansar a la sombra de los edificios que había y proveerse de agua, apuntan los arqueólogos.
Fuente: UAB