La joven masái lleva seis peleando contra los efectos del cambio climático en su comunidad, víctima de las sequías y la deforestación
Redacción
Anita Soina (Kajiado, Kenia, 23 años) recuerda una época en la que su comunidad llevaba las vacas, ovejas y cabras a las orillas del río Mara, en su país natal, Kenia. “Cogíamos agua y lavábamos la ropa, nos bañábamos y dábamos de beber a los animales”, comenta la joven masái con una sonrisa nostálgica.
Víctima de las sequías, la deforestación, la minería, la mala gestión de los recursos y el cambio climático, el paisaje que hoy rodea el río Mara no se parece en nada al del recuerdo, contó en un artículo para la alianza global Sanitation and Water for All escrito por Christine Luby. Ya no queda agua y la tierra parece quebradiza. “Verlo me rompe el corazón. Siento una rabia dentro de mí que se ha transformado en una motivación para pelear”, dice la keniana. Y pelea.
Soina se ha convertido en una activista por el cambio climático, y es una de los más de 100 de todo el mundo que llegaron este octubre en tren a Barcelona para compartir sus ideas y proyectos como parte de una campaña internacional por la justicia climática. “El clima de nuestra región es extremo. Las lluvias se han reducido progresivamente, provocando sequías. A la vez, cuando cae algo de agua, sufrimos inundaciones. Esto ha degradado la tierra y ha llevado a los pastores a una situación crítica. El ganado se muere de sed y de hambre”, introduce la keniana mientras acaricia su collar masái, de pequeñas cuentas de colores.
La suya, que es una de las mayores comunidades pastoralistas de África oriental, lleva décadas sintiendo las consecuencias del cambio climático, y sus miembros se ven forzados a migrar y adaptarse a los factores meteorológicos. La deforestación y la minería son “cada vez más severas”, explica Soina, y el cultivo se ha vuelto, en algunas épocas, “imposible”, agravando una crisis de hambre ya de por sí feroz.
El acceso al agua es, en definitiva, un “auténtico desafío” para su comunidad. Pero el problema no termina ahí. “Con la escasez de agua, vienen los conflictos y las desigualdades”, asegura Soina, y pone algunos ejemplos. “Para empezar, impide que las jóvenes y las niñas, que suelen ser las principales portadoras de agua, terminen sus estudios, y contribuye al aumento de matrimonios infantiles a cambio de dinero o de ganado para las familias.
Con la escasez de agua, vienen los conflictos y las desigualdades
ANITA SOINA
CUALQUIER TIPO DE AGUA
En su comunidad, prosigue, la discusión sobre el acceso al agua es muy distinta a la de otros lugares: “Vosotros estáis hablando de agua limpia y segura, nosotros estamos hablando de cualquier tipo de agua”. Soina lleva tiempo haciendo activismo. Desde los 17, cuando se interesó por primera vez por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. “Son mi inspiración. Mi mentor me los presentó y me pareció que la mejor manera de contribuir a la sociedad era la acción climática, porque el cambio climático está en el centro de todo.
Sus esfuerzos fueron tan exitosos que Soina fundó los Spice Warriors, un grupo de activistas contra el cambio climático en Kenia. Su siguiente libro, “The Green War”, desglosa el ecologismo en términos y acciones simples para la comunidad no científica. También lanzó recientemente la Fundación Soina para abordar otros temas sociales como el saneamiento, la salud, la educación y el bienestar sexual y reproductivo.
Al final, es una grave amenaza para la seguridad alimentaria, el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza a nivel mundial, y sus consecuencias afectan a muchos y muy diversos aspectos de la vida. Es algo interconectado y está pasando ahora”, afirma la joven, con una mirada que interpela al interlocutor.
Fuente: elpais.com, sanitationandwaterforall y successafrika