Los diseñadores del continente africano van abriéndose paso en el mundo textil internacional, impulsando además la industria y creando empleo en países como Senegal, Sudáfrica o Nigeria
Mónica Ledesma / NoticiasPositivas.press
África es un continente de contrastes, de paisajes insólitos, y de cultura tribal fusionada a potencias colonizadoras como Inglaterra o Francia, que durante años dejaron huella en países como Marruecos, Senegal, Nigeria o Sudáfrica. Extensas sabanas, áridos desiertos y pieles de color ébano repletas de un exotismo que ha sido fuente constante de inspiración para el arte y, en especial, para la moda que ha bebido de la riqueza cromática de unos estampados únicos que visten los cuerpos de mujeres y hombres.
Desde finales de los años 60, África se ha inspirado en grandes nombres de la moda que estuvieron vinculados a la esencia del continente vecino. Diseñadores como Yves Saint Laurent, Paco Rabanne, Courrèges, Givenchy, Azzedine Alaïa, Hedi Slimane, Ozwald Boateng o Bouchra Jarrar han rescatado sus vínculos del pasado para transformarlos en musas, tal como hizo Saint Laurent, uno de los primeros diseñadores occidentales que se inspiró en la moda africana para lanzar una colección que rememoraba sus años de infancia en Algeria.
El creador francés cubrió sus prendas de bolas de madera, conchas y rafia para ensalzar la silueta femenina en unos diseños inéditos que recordaban el arte bambara, propio de Malí, Guinea, Burkina Faso y Senegal. El éxito de esta propuesta fue tal que hizo al resto de firmas mirar hacia este continente en busca de nuevos tejidos y patrones, aunque por contra dejaron en segundo lugar el nombre de otros diseñadores africanos que comenzaban a despuntar.
Fue el caso de Shade Thomas-Fahm, la primera diseñadora de Lagos (Nigeria) y también la primera en tener una boutique propia, Shade’s Boutique, que era de visita obligada para cualquiera que pasara por el país en los años 60. Thomas-Fahm creó nuevos estilos y formas femeninas, pero en cambio su repercusión en la moda internacional fue nula al ser eclipsada por diseñadores como el propio Yves Saint Laurent.
No obstante, en los últimos años la moda con nombre propio de África ha ido ganando terreno en el mundo occidental gracias al esfuerzo de muchos diseñadores nativos que han luchado para afianzar su marca en el panorama internacional. Un impulso al que han contribuido artistas como Beyoncé, Alicia Keys o Rihanna, que han lucido diseños confeccionados por creadores africanos como Sarah Diouf, fundadora de la marca Tongoro, que vistió a Beyoncé en varias ocasiones, o Fatima Zahra Ba, creadora de la firma So’fatoo que ahora se ha convertido en tendencia.
Arte en estado puro que brota desde Sudáfrica con David Tlale y Khothatso Tsotetsi o desde Nigeria de la mano de Amaka Osakwe y Duro Olowu, que han conquistado el mercado norteamericano y sus colecciones han seducido a personalidades como Michelle Obama. Entre los estilistas africanos de la nueva generación están también la ugandesa Gloria Wavamunno, la senegalesa Adama Paris, el camerunés Martial Tapolo o el marroquí Karim Tassi, entre otros.
Moda que no solo nace para proyectarse al exterior sino que a la par está teniendo un auge en la población local, como es el caso de la firma Chillimango, que desde 2009 ha logrado que sus camisetas sean las preferidas entre los jóvenes de Nairobi. Sus modelos made in Kenya son auténticos símbolos de identidad. Fundada por la diseñadora Njeri Gikera, la marca utiliza telas Kanga en unos diseños que reflejan la realidad contemporánea.
Pero Chillimango es solo una de las miles de marcas que producen desde África y para consumidores locales, al igual la ugandesa Def.i.ni.tion, que busca contribuir al arranque de la industria textil y propulsar un desarrollo sostenible para un continente cuya economía precaria ve en la moda una nueva forma de crecimiento que aspira a sustituir al gigante asiático que también ha hecho mella en la producción africana.
Las Nana Benz
En este sentido, cabe mencionar que a mediados del siglo XX las mujeres de Togo llegaron a dominar el mercado mundial en producción textil, lo que las llevó a ser conocidas como Nana Benz, por ser las únicas que podían permitirse trasladarse en los Mercedes Benz gracias al boyante negocio de las telas (distribuían para toda África del Oeste y Central), que luego les arrebataron los chinos a precios con los que no podían competir.
Por ello, los expertos aseguran que la industrialización del continente pasa, ineludiblemente, por la moda, tal como explica el economista Artur Colom al diario El País. “El sector textil, de la confección, de los complementos y del calzado suele formar parte de la primera etapa en un proceso de industrialización y por lo tanto de generar empleo”, por ello “África es la última frontera en la manufactura”, destaca.
Para Colom, las condiciones objetivas que permitirían desarrollar la industria textil en el continente existen. “Población joven abundante cada vez más educada y con salarios bajos al nivel del sudeste asiático. Además, la presión del incremento de sueldos en China está conduciendo a una lenta migración de industrias hacia el sudeste asiático y, a otro nivel, a África”, puntualiza.
Prueba de esta migración empresarial del sector textil internacional hacia África la encontramos en marcas como H&M, Tommy Hilfiger o Calvin Klein, que ya fabrican desde plantas de producción en suelo africano. “Etiopía, que tiene como objetivo convertirse en un país industrializado para 2025 y generar 30.000 millones de dólares en exportaciones del sector textil y de prendas de vestir, ha estado construyendo activamente parques industriales en diferentes ciudades”, dice Emanuela Gregorio, coordinadora de Fashionomics Africa del Grupo del Banco Africano de Desarrollo, en una entrevista para El País.
Industria textil
No obstante, a este interés empresarial textil internacional en África por buscar mano de obra cualificada a precios más bajos, también se suman las plataformas de venta online, que como la norteamericana African Design Hub ha contribuido al auge de la producción y del lanzamiento de diseñadores africanos, otra de las pieza clave en el desarrollo industrial del continente.
“Los diseños africanos ya no se perciben como una aportación tradicional, étnica o folclórica a las colecciones de moda, sino que se han convertido en una industria en rápido desarrollo dentro y fuera del continente”, reconoce Gregorio, quien recuerda que países como Tanzania, Zambia, Senegal o Nigeria fueron pioneros en dar los primeros pasos de industrialización textil, buscando sustituir las importaciones a gran escala que se venían desarrollando desde la colonización. Les siguieron otros países como Ghana o Madagascar y, desde entonces, el papel de África como consumidor y productor de moda no ha parado de crecer.
“Las telas africanas están inspirando a diseñadores cada vez más famosos. La industria es el embajador perfecto en el mundo para la creatividad e innovación entre los talentos de la región. Es un sector que puede generar beneficios económicos y convertirse en un vehículo para promover la integración regional africana y la identidad cultural en todo el mundo”, recalca Gregorio.
Una moda que mantiene las tradiciones pero que avanza hacia la modernización a ritmo rápido, a pesar de que aún sigue siendo una gran desconocida para el mundo occidental. Por ello, desde finales de los años 90 se intenta dar a conocer el potencial de los diseñadores africanos con el impulso de las grandes semanas de la moda locales, pasarelas en las que destacan las de Sudáfrica, Lagos y Dakar, donde la industria textil está más estructurada al coexistir grandes fábricas con escuelas de diseño y moda.
Diseñadores africanos
Plataformas de promoción entre los que destacan diseñadores como Anisa Mpungwe, que ha mostrado su trabajo en Mozambique, Nueva York, Italia o Suecia. La marca Loin Cloth & Ashes, que se caracteriza por la sofisticación del estampado africano con el moderno o la diseñadora Nkhensani Nkosi que lanzó en el año 2000 la firma Stoned Cherrie y que se encuentra entre las galardonadas enseñas de ropa de Sudáfrica, según recoge el portal francés Briefly.
Asimismo, Linda Gale, diseñadora con sede en Johannesburgo, arrasa con sus extravagantes prendas Afrobougee, un estilo que fusiona la moda urbana y étnica de países como Sudáfrica o Malí. Igualmente, Jacques van der Watt es otro nombre popular en el mundo de la moda africana, al jugar con el patrón tradicional sudafricano y el arte moderno a través de su marca Black Coffee.
Marianne Fassler también es una de las legendarias diseñadoras de moda africana, especializada en vestidos de novia. Al igual que David Tlale, que ha llevado la moda de Sudáfrica a la Semana de la Moda de París y de Nueva York. Nombres propios que compiten con Palesa Mokubung, reconocida creadora de Sudáfrica al frente de la firma Mantsho y que gracias a su colaboración con H&M ha abierto mercado en países como India, China, Rusia y Brasil.
Mzukisi Mbane es otro ícono que está marcando tendencias en la industria en Ciudad del Cabo con su marca Swagger Diaries, con la que narra las historias de los antepasados africanos a través de diseños de telas y estampados únicos. Algo similar a los diseños de Wandile Zondo, cofundador de una marca Thesis Lifestyle.
Mientras, de Senegal cobra fuerza Rama Diaw y su estilo afrochic, el cual ha llevado por Europa y Asia con prendas repletas de esencia africana. También resaltan en la moda nombres como Thula Sindi; Bongiwe Walaza; Cari Stephenson con su firma Tart; la enseña MaXhosa de Laduma Ngxokolo, que destaca por sus patrones abstractos en prendas de punto; Michelle Ludek, otro ícono en la lista de los diseñadores de moda de Sudáfrica; o Zahnri Gertse y su marca Virtue.
Nombres que empiezan a sonar con fuerza en las pasarelas y que irrumpen en el mundo textil internacional para demostrar que África no solo tiene nombre de mujer, sino que es cultura, es arte y es esencia tribal que inspira y respira moda mientras camina a pasos de gigante en busca de su futuro.