El Festival Simbiòtic de Barcelona es el único en España en el que las personas con discapacidades sensoriales, físicas e intelectuales pueden disfrutar plenamente de las obras de teatro.
Sol Rincón Borobia / NoticiasPostivas.press
Cuando nos dicen que una obra de teatro es “para todo el público”, ¿realmente lo es? ¿Una persona sorda podría enterarse de los diálogos? ¿Acaso una ciega sabría qué hacen los actores y actrices en todo momento? ¿Y qué pasa con los espectadores que tienen dificultades para concentrarse, padecen ansiedad o sufren otro problema que les impide estar quietos y en silencio el tiempo que dura la representación?
Todas estas preguntas y muchas más son las que la asociación cultural sin ánimo de lucro We Act planteó hace siete años a responsables de teatros de Barcelona y a colectivos de personas con discapacidad. Y entre las conclusiones que sacó de sus respuestas hay dos muy significativas: “No tenían claro qué era la accesibilidad en el teatro” y “hay todo un público que se muere de ganas por ir a un festival, pero no se lo estamos permitiendo”, informa Ana Candela, cofundadora y codirectora de la asociación junto a Aina Pociello.
Así que We Act se puso a trabajar y creó el Festival Simbiòtic, un circuito de obras teatrales que tiene lugar una vez al año y en el que no hay ningún tipo de barreras: ni físicas ni comunicativas. En sus representaciones, el público con discapacidades auditivas tiene a su disposición intérpretes de lenguaje de signos, sonido amplificado, bucles magnéticos y subtitulación. En cuanto a las personas con discapacidad visual, cuentan con audiodescriptores que les ayudan a comprender qué está pasando en el escenario en cada momento y pueden realizar visitas al teatro antes de cada función para, mediante el tacto, examinar el decorado de la obra. Incluso este año se les ha facilitado maquetas del escenario en tres dimensiones para que lo estudien momentos antes de que suba el telón.
Función relajada
Además, el festival también tiene presentes a las personas que no pueden permanecer mucho tiempo viendo un espectáculo, bien sea por ansiedad, por una baja tolerancia al ruido, por trastornos como el autismo, por problemas de concentración o por situaciones de otra índole.
Para este público se organiza una sesión especial de teatro denominada ‘función relajada’, en la que los espectadores que lo necesiten pueden levantarse cuando quieran, moverse por la platea o acudir a una zona de relajación y seguir la obra a través de una pantalla. Asimismo, las luces no se apagan del todo durante la representación para que el público pueda moverse con seguridad, y tanto el sonido como los efectos lumínicos se atenúan con el objetivo de no provocar ansiedad.
Otros actos del Festival Simbiòtic son las jornadas de formación y sensibilización. En ellas participan profesionales vinculados a las artes escénicas y se reflexiona sobre la inclusión de las personas con discapacidad en la cultura. En esta edición, que acaba de terminar, han estado presentes el escritor y director de cine y teatro Telmo Irureta, que tiene parálisis cerebral; y la dramaturga y actriz Ángela Ibáñez, que es sorda.
Jornada de reflexión
We Act también también trabaja día a día para derribar aquellas barreras que dejan fuera de la cultura a gran parte de la sociedad, como por ejemplo las que existen en el ámbito formativo. “En nuestra investigación también descubrimos que las personas con discapacidad no pueden acceder a una formación profesional. Las escuelas de actores no disponen de rampas, ni de intérpretes de signos, ni de acompañantes para personas ciegas. O, simplemente, no admiten alumnos con discapacidad”, dice Ana Candela.
Colaboraciones
Este año, el Festival Simbiòtic ha tenido en los teatros Tantarantana, La Villarroel y el Teatro Nacional de Cataluña, donde las obras que estaban en cartel (La meva violència, Classe y Mare de sucre, respectivamente) fueron adaptadas para el público con discapacidad.
Mare de sucre es una creación de Clàudia Cedó, quien a su vez trabaja en Escenaris Espécials, donde se imparten clases de teatro a personas en riesgo de exclusión social. La productora de esta obra, Anna del Barrio, y la directora adjunta, Berta Camps, explican que We Act contactó con Escenaris Espécials para incluir esta representación teatral en el Festival Simbiòtic, lo que resultó una experiencia “preciosa”, dice Del Barrio.
Esta obra trata sobre una mujer con discapacidad intelectual que quiere ser madre y que debe enfrentarse a los prejuicios de la sociedad. Como en todas las apuestas teatrales del Festival Simbiòtic, en ella hay actores y actrices con discapacidad. “A nivel de organización ha sido una maravilla trabajar con We Act para el Festival Simbiòtic. Es verdad que hemos asumido un trabajo extra, pero teníamos muy claro que la obra debía ser completamente accesible. De hecho, todas las obras deberían ser así porque el teatro se está perdiendo una parte muy importante del público”, asegura Camps.
Precisamente sobre la asistencia al teatro de este público, Ana Candela informa que, al contrario de lo que se puede pensar, “hemos demostrado a los teatros que cuando se abren a la diversidad lo que suele pasar es que las personas con discapacidad entran y ocupan el teatro. En nuestro festival, el 30% del público tiene discapacidad, un dato sobradamente representativo”.
El Festival Simbiòtic, que a partir de este año se celebrará cada primavera, no dispone casi de inversión privada. Hasta ahora ha sido posible organizarlo gracias a las colaboraciones y a las subvenciones del Gobierno de España, de la Generalitat de Catalunya y del Ayuntamiento de Barcelona.