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    El veneno de abeja, clave contra el cáncer de mama más agresivo

    Científicos revelan que destruye células cancerígenas en solo 60 minutos

    Redacción

    El cáncer de mama triple negativo es uno de los que tiene menos opciones terapéuticas disponibles, por lo que este hallazgo permitiría que haya nuevos tratamientos. Según la investigación, la melitina afecta directamente las membranas celulares de los tumores, ya que interrumpe su capacidad de replicación y crecimiento, además de que podría reducir los efectos secundarios en terapias futuras gracias a su acción altamente selectiva.

    La melitina es un compuesto principal del veneno de abeja y es responsable del dolor que provoca una picadura. Representa aproximadamente el 40% al 50% del peso seco del veneno de la Apis mellifera (abeja europea). Esta sustancia es un péptido —una cadena corta de aminoácidos— con propiedades citotóxicas, es decir, puede dañar o destruir células. Su acción más conocida es la de formar poros en las membranas celulares, lo que desestabiliza a las células y puede provocar su muerte.

    La melitina destruye las células del cáncer de mama mediante un ataque directo a sus membranas celulares, lo que provoca que pierdan su integridad y funcionalidad en muy poco tiempo: apenas en 60 minutos, de acuerdo con el estudio. El proceso es tan rápido porque el compuesto actúa desde fuera, sin necesidad de ingresar al núcleo ni activar mecanismos complejos: simplemente perfora y destruye. Esta acción directa es lo que la hace tan eficiente y llamativa para la ciencia.

    El veneno de abeja tiene potencial para ser usado en tratamientos contra el cáncer, porque actúa selectivamente sobre células tumorales, sin dañar en gran medida las células mamarias sanas, lo que sugiere que podría ser una base para tratamientos con menos efectos secundarios que la quimioterapia tradicional. Sin embargo, aún no puede aplicarse directamente en pacientes. Actualmente, sus efectos se han probado solo en estudios de laboratorio (in vitro), por lo que faltan muchas etapas de investigación antes de que se convierta en un tratamiento clínico aprobado.

    Para que se use en humanos, se necesitan más ensayos en animales, para verificar seguridad y eficacia.

    Fuente: larepublica