Hoy los descendientes de quienes sobrevivieron al “genocidio físico y académico” en este pueblo de Chile protagonizan un proceso de autoidentificación y reemergencia
Redacción
En Chile, la historia del pueblo selk’nam en Tierra del Fuego, donde sufrieron un genocidio, se remonta a hace más de 10.000 años. Pero en la actualidad renace gracias al esfuerzo de familias que reconstruyen sus historias personales y comunican los valores de su comunidad.
El proyecto de ley para su reconocimiento comenzó su trámite en agosto de 2019 y, cuatro años más tarde, fue aprobado en el parlamento por 117 votos a favor y una abstención. El censo del 2017 reveló que de los 19,5 millones de habitantes del alargado Chile, 1444 son selk’nams. Esta cantidad aumenta a diario tras su reconocimiento como pueblo originario por parte del Estado.
“Lo más importante del proceso, que fue bien duro, es que pudimos dejar claro frente al país y al mundo que no estamos extintos. Esto conlleva la necesaria revisión de la historia local y de las mallas curriculares en la educación”, explicó Hemany Molina, coordinadora de áreas de trabajo de la Fundación Hach Saye.
“El Estado ya escuchó y ahora tiene que hacerse responsable de las familias que empiecen a aparecer”, añadió desde el municipio de Porvenir, en Tierra del Fuego. Molina, escritora y poetisa de 56 años, fue clave para el reconocimiento del pueblo selk’nam. “Lo más importante del proceso, que fue bien duro, es que pudimos dejar claro frente al país y al mundo que no estamos extintos”, Hemany Molina.
El genocidio comenzó en 1881 con una operación de limpieza étnica para adueñarse de sus tierras. Entre los responsables aparecen el nombre de la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego y otras compañías de capitales británicos. Además, fue planificado y ejecutado por grandes terratenientes ganaderos en connivencia con autoridades locales y consentimiento de misioneros católicos.
La desesperada resistencia selk’nam fue derrotada mediante asesinatos, esclavitud, deportaciones y secuestro de niños, recordó José Luis Alonso en el libro Selk’nam, Genocidio y Resistencia. Tras lo cual fue posible el libre pastoreo de más de un millón de ovejas, cuya lana se exportó a Gran Bretaña.
Hemos podido dejar claro, frente al país y al mundo, que no estamos extintos
HEMANY MOLINA
El genocidio quebró la forma de vida natural de los selkn’ams que habitaban el territorio, entre los océanos Pacífico y Atlántico. “Las acciones para eliminar nuestra cultura fueron tan agresivas, que hay una memoria quebrada que, a fuerza de retazos de recuerdos de los ancianos de la comunidad, hemos ido reconstruyendo”, relató la escritora Molina.
Cuando el misionero y etnólogo alemán Martin Gusinde llegó a Tierra del Fuego en 1918, estimó que en la isla quedaban menos de 300 selk’nam. 50 años más tarde, la antropóloga Anne Chapman decretó que con la muerte de la supuesta última hablante estaban extintos. “Fuimos víctimas del genocidio físico y académico”, dice Molina. Hoy los descendientes de quienes sobrevivieron al “genocidio físico y académico” protagonizan un proceso de autoidentificación y reemergencia.
Fuente: ipsnoticias.net y dw.com