Estudios sugieren que los periodos circadianos intrínsecos de las féminas son aproximadamente seis minutos más cortos que los de los varones
Redacción
El sexo de una persona incide en cómo duerme, en el funcionamiento de su reloj biológico y, en consecuencia, en su metabolismo, por lo que se debería tener en cuenta a la hora de tratar los trastornos del sueño y metabólicos. Así se recoge en un artículo publicado en Sleep Medicine Reviews por un equipo de investigadores de la Universidad de Southampton (Reino Unido) y de las universidades de Stanford y de Harvard (Estados Unidos) que ha revisado la evidencia científica existente sobre las diferencias en sexos en lo que respecta al sueño, los ritmos circadianos y el metabolismo.
Los autores del artículo encontraron que las diferencias de sexo no sólo se correlacionan con diferentes afectaciones del sueño para hombres y mujeres, sino que están presentes en los relojes biológicos, que siguen patrones diferentes. Algunos de los estudios que han revisado sugieren que los periodos circadianos intrínsecos de las mujeres son aproximadamente seis minutos más cortos que los de los hombres.
“Si bien esta diferencia puede parecer pequeña, es significativa; la desalineación entre el reloj biológico central y el ciclo de sueño/vigilia es aproximadamente cinco veces mayor en las mujeres que en los hombres; imagínese si el reloj de alguien funcionara constantemente seis minutos más rápido o más lento; en el transcurso de días, semanas y meses, esta diferencia puede provocar un desajuste notable entre el reloj interno y las señales externas, como la luz y la oscuridad”, ha explicado el doctor Renske Lok, de la Universidad de Stanford, que es quien ha dirigido la revisión.
Y ha recordado que las alteraciones de los ritmos circadianos se relacionan con diversos problemas de salud, incluidos trastornos del sueño, del estado de ánimo y con el deterioro de la función cognitiva.
En su revisión, los investigadores también han detectado que los hombres tienden a tener cronotipos más tardíos, es decir, que suelen preferir acostarse y despertarse más tarde que las mujeres, lo que puede provocar un desfase respecto a los horarios sociales y que su ritmo circadiano no se alinee con demandas sociales como el trabajo.
Diferencias en el sueño
El artículo también explica que, en general, las mujeres califican su calidad del sueño peor que los hombres y reportan más fluctuaciones a menudo relacionadas con cambios a lo largo del ciclo menstrual.
Por otra parte, las féminas tienen entre un 25% y un 50% más de probabilidades de desarrollar el síndrome de piernas inquietas y hasta cuatro veces más probabilidades de desarrollar un trastorno alimentario relacionado con el sueño, o más concretamente con el hecho de comer impulsivamente durante la noche.
En el caso de los varones, dicen los investigadores, tienen tres veces más probabilidades de ser diagnosticados de apnea obstructiva del sueño, un trastorno que además parece tener consecuencias distintas según el sexo: se asocia con un mayor riesgo de insuficiencia cardíaca en las mujeres pero no en los hombre.
Los estudios de laboratorio del sueño también han detectado que las mujeres entran en la fase de sueño REM (caracterizada por altos niveles de actividad cerebral y sueños vívidos) antes que los hombres y pasan alrededor de ocho minutos más que ellos en sueño no REM (donde la actividad cerebral se ralentiza).
La autora principal de este artículo de revisión, la doctora Sarah L. Chellappa, de la Universidad de Southampton, ha comentado que “las mujeres también tienen más probabilidades que los hombres de ser diagnosticadas con insomnio, aunque las razones no están del todo claras”, y ha enfatizado la importancia de “reconocer y comprender las diferencias sexuales en el sueño y en los ritmos circadianos para adaptar los enfoques y las estrategias de tratamiento en este tipo de trastornos y en las afecciones de salud mental que llevan asociados, como la ansiedad y los trastornos depresivos (que son dos veces más comunes en mujeres que en hombres)”.
Impacto en el metabolismo
Los investigadores también analizaron si el aumento de la obesidad que se observa en la mayoría de sociedades occidentales podría estar parcialmente relacionado con que las personas no duermen lo suficiente. Y observaron grandes diferencias en cómo responden los cerebros de mujeres y hombres a las imágenes de comida después de dormir poco. Las redes cerebrales asociadas con los procesos cognitivos (toma de decisiones) y afectivos (emocionales) eran dos veces más activas en las mujeres que en los hombres.
A pesar de esta diferencia en la actividad cerebral (observada también en otros estudios sobre la respuesta a los dulces), los hombres tienden más que las mujeres a comer en exceso como respuesta a la falta de sueño.
Por otra parte, también vieron que, aunque tanto hombres como mujeres tienen más probabilidades de desarrollar diabetes tipo 2 si trabajan en turnos de noche, el riesgo es mayor en los varones.
Otra evidencia contrastada y recogida en el artículo es que mujeres y hombres responden de forma diferente a los tratamientos para el sueño y los trastornos circadianos.
Fuente: La Vanguardia