Redacción
El modisto madrileño Fabio Encinar se ha ganado una posición hegemónica en el diseño español gracias a un elemento clave de nuestra moda del siglo pasado que inunda hoy sus prendas: el volumen.
Dice Fabio Encinar (Madrid, 1991) que más siempre es más. Esta es la máxima que rige sus diseños. Grandes fruncidos, lazos XXL y volúmenes que llaman al exceso toman forma en capas, vestidos y tops cosidos como se hacía en la década de los 80. Porque esta es la década que fascina al diseñador, que forjó su destino una noche de copas.
Aunque la camisa fue el eje de su creación durante algún tiempo, hoy son el cine kinki, las folclóricas y las tragicomedias de aquellos años que habitan su imaginario las referencias que mueven su universo. El resultado fascina incluso a la alta sociedad. Tanto es así que Tamara Falcó o Mar Torres ya han llevado a su armario el revival más codiciado del momento.
¿Qué tienen de fascinante para ti los 80?
Yo soy del 91, por lo que no los he conocido, pero pienso que no hace falta vivir una época para enamorarte de ella. Lo que más me inspira es el final de la década, lo que encuentro socialmente gris. Lo relaciono con la película de Almodóvar ¿Qué he hecho yo para merecer esto? O con el cine kinki, que me alucina, y los personajes de entonces como el Vaquilla, las Azúcar Moreno, las Grecas… Siempre hay una historia triste detrás de estos personajes. Creo que tienen un alto grado de romanticismo y una estética muy marcada, que me gusta llevar a la alegría. Lo socialmente feo o marginal me fascina, pero para quitarle toda la carga triste.
Todas estas referencias hacen pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, ¿es así?
Creo que cualquier tiempo pasado puede hacer que el actual sea mejor. Muchas veces me dicen: “No has inventado nada”. Pero es que ese no es mi papel. No estoy haciendo nada que no se haya hecho ya. Por ejemplo, si te fijas en las capas que llevaba a escena Rocío Jurado son las mismas que hacemos hoy nosotros o Valentino. En ese momento, ese exceso resultaba incluso casposo y hoy es lo más.
Lo socialmente feo o marginal me fascina, pero para quitarle toda la carga triste
¿Ha pasado igual con el moiré, vuestro tejido fetiche?
Cuando quisimos utilizarlo fue muy difícil, no lo encontrábamos porque nadie lo quería usar ya. Hasta que descubrimos que una empresa de tejidos ignífugos de Valencia lo tenía. Después lo trajo uno de nuestros proveedores y, a los dos meses, se agotaron porque los sacó Valentino y ya todo el mundo los demandaba.
Y ahora que es tendencia, ¿cuál será vuestro próximo descubrimiento?
Ahora estamos trabajando con sedas salvajes, que es un tipo de tejido que nos ha espantado toda la vida, pero hay que saber tratarlas.
¿Qué necesita un volumen para que quede grandioso?
Técnica de esa época. Los volúmenes que queremos conseguir solo se pueden coser de la forma que se hacía en los 80. Tenemos la suerte de que nuestra jefa de taller trabajó mucho durante esa década y sabe cómo hacerlo.
¿Cómo consigues traer esa estética al presente?
Lo importante es adecuar la forma y llevar el volumen al mundo en el que estamos. Un juego entre pasado y presente. Tomar la inspiración y replicar algo adaptado al momento actual.
Estudiaste en la prestigiosa escuela de diseño Central Saint Martins. ¿Fue esa experiencia en Londres lo que te despertó el gusto por lo patrio?
En absoluto. Volví de Londres siendo el más minimalista del mundo. De hecho, los titulares de mis entrevistas de hace tres años eran del tipo: “El rey de la camisa”, “La camisa blanca”… Era un obseso de esta prenda. Este es el primer año en el que no hay ninguna en la colección. Fue en 2017 cuando empecé a probar con el volumen o el moiré. Ha sido una evolución.
Has pasado de ser el rey de la camisa al del volumen, ¿qué desencadenó ese cambio?
A veces, menos es más, pero otras, más es siempre más. Pero ¡quién me lo iba a decir a mí! La primera colección en la que introduje el volumen estaba inspirada en el documental Paris is Burning. Habla sobre los desfiles que hacían las drag queens en el Londres de los 80 y 90. Es algo que ahora está muy de moda, pero antes nadie hablaba de ello. Hasta Netflix lanzó una serie inspirada en ello, Pose.
¿Veremos una vuelta al minimalismo?
No sé, todo va por épocas. No se trata de sumar por sumar, a veces en los fittings quito elementos. Quizá dentro de cinco años vuelva a diseñar algo muy limpio.
Entre tus referencias están Lola Flores o las Azúcar Moreno, pero también Roman Polanski o el fotoperiodismo.
Mis referentes llegan de todos los sitios. El otro día me vino a la cabeza Yo, Cristina F., que fue la primera película que me despertó interés por la adolescencia. También me inspiran cintas como Io Sono L’Amore o A Bigger Splash, y esa estética que tienen entre romántica y clásica. Después, está mi fascinación por la cultura gitana. Ellos dedican mucha atención a su imagen, algo que, por ejemplo, yo no hago. Eso merece todos mis respetos.
¿Te gustaría vestir a alguna folclórica?
Me hubiese encantado vestir a Lola Flores. A día de hoy, estoy convencido de que se hubiese hecho un editorial de moda con ella o Rocío Jurado, porque no quedan figuras tan grandes. Eran artistas a las que debemos mucho, pero crecimos con ella como algo cotidiano.
Si queremos llevarnos algo de Encinar al armario, ¿dónde lo podemos adquirir?
Después de un par de temporadas fabricando la colección decidimos centrarnos solo en diseño a medida, que es un canal que funciona muy bien en España. Ahora, si todo sale bien, en un par de meses dispondremos de canales online de venta. Durante estos años he aprendido que los vestidos más espectaculares se venden a medida.
Por cierto, ¿por qué elegiste la moda como profesión?
No lo sé. Se lo debo a un amigo. Con 18 años, estaba un poco perdido y decidimos estudiar en la Saint Martins. Él lo dejó, porque vio que la moda no era lo suyo y montó una revista, ODDA. Lo decidimos seguramente en una noche de fiesta. Nos salió bien a los dos. Hemos crecido oyendo que la movida fue la mejor época en Madrid a nivel creativo, pero creo que nosotros vivimos algo similar. Todos los diseñadores de nuestra generación salíamos por los mismos clubs, como el Elástico o el Ocho y medio. Allí coincidíamos todos los fotógrafos, diseñadores, periodistas… Para nosotros fue como una segunda movida, menos pública y sonada, pero que para el momento artístico actual creo que fue importante.
Fuente: Talento a bordo