La senadora keniana que hizo política con el pantalón manchado de sangre trata de sacar adelante un proyecto de ley contra la pobreza menstrual en el país africano
Redacción
Gloria Orwoba fue expulsada del Parlamento en febrero por una mancha de regla o menstruación, en un país en el que el 65% de las mujeres no pueden pagarse los productos menstruales. Ahora trata de sacar adelante un proyecto de ley contra esta carencia
Orwoba (37 años, Nairobi) dice que cuando se bajó del coche, vestida de traje blanco, se dio cuenta en seguida de que iba manchada de sangre. Era febrero de este año, acababa de llegar al Parlamento de Kenia, donde sirve como senadora del gobernante Partido de la Unidad Nacional (UDA) desde el año pasado, y su primer impulso fue darse la vuelta e ir a casa a cambiarse.
Cambió de idea: al fin y al cabo, llevaba años luchando contra la pobreza menstrual, es decir, la incapacidad de pagar por compresas, tampones o copas —algo que afecta al 65% de las kenianas, a pesar de que este país fue el primero del mundo en retirarles el IVA—, y contra lo que llama “estigma de la menstruación”, la vergüenza de reconocer la existencia de la regla. Así que entró en el Senado, donde varios trabajadores le dieron el típico aviso que les han dado a muchas mujeres: “Cuidado, que llevas manchado el pantalón”.
Aunque algunos medios aseguraron que “el incidente”, como ella lo denomina, era en verdad una performance, Orwoba jura y perjura, en la oficina donde trabaja con una ONG y gestiona un banco gratuito de compresas con donantes particulares, que fue totalmente accidental. “Llevo años diciéndole a las niñas que no se avergüencen.
Así que me costó, pero pensé: hay que estar orgullosas de la regla, como le digo a las chicas. Decidí seguir adelante y entrar en el Senado, aun sabiendo que me metería en problemas”. Al cabo de menos de una hora la expulsaron tras un rifirrafe en el que otra parlamentaria la acusó de incumplir las normas de vestimenta.
Orwoba no fue a casa a cambiarse, sino que se dedicó a hablar con los medios a la salida y luego se fue a repartir compresas, como hace desde hace algunos años, a una escuela. La imagen de su pantalón manchado de rojo circuló por medios y redes sociales de todo el mundo. Cuando se conduce por Nairobi es fácil encontrarla en vallas publicitarias, con una camiseta que reza: “Todo lo que tú haces yo lo puedo hacer sangrando”. En ellas anuncia que quiere acabar con el “period shaming” (estigma menstrual). ¿Qué quiere decir?
“El hecho de que una niña o una mujer se avergüence de la menstruación, que crea que es algo que debe ser escondido, algo sucio, pecaminoso”, comenta. “Es lo que me pasó en el Parlamento, cuando me dijeron que me tenía que ir y cambiar de ropa. ¿Por qué? Porque incomoda, porque es algo que no debe ser visto”.
Hasta que acabemos con esa mentalidad, seguirán sufriendo tratando de apañarse durante la regla
GLORIA ORWOBA
Las mujeres [en Kenia] no pueden permitirse las compresas de usar y tirar, recurren a las reutilizables. Pero a menudo no pueden lavarlas bien ni secarlas, no tienen la privacidad de un cuarto de baño propio, y no las tienden para que no las vean la familia, los vecinos. Así que es un problema, porque no es higiénico usarlas. Otro ejemplo: escondemos las compresas cuando vamos al baño, nunca verás a una mujer trabajadora con un tampón visible encima de la mesa. Si no hubiera estigma, las niñas podrían acudir a alguien y decir: “No tengo compresas. ¿Me puedes ayudar?”.
El 65% de las kenianas no pueden pagarse las compresas o los tampones, según algunos estudios.
Fuente: elpais.com