Los jóvenes estudiantes de la Universidad de Zaragoza mantienen viva esta práctica ganadera
Redacción
Puede parecer una experiencia turística para desconectar. No es así. Cada año, cuatro grupos de alrededor de ocho estudiantes de quinto curso de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza parten desde la capital zaragozana, acompañados de varios profesores, para unirse a ganaderos y a sus rebaños y conocer la trashumancia. Una práctica de ganadería que se quiere poner en valor para que la tradición se mantenga, pero también por los importantes beneficios que tiene tanto para el ganado como para el medioambiente.
Desde aproximadamente finales de octubre a noviembre, cada grupo de jóvenes realiza una inmersión total de 24 horas durante siete días. Un período en el que tienen que vivir como los pastores y convivir con el ganado, aprendiendo cómo se hace todo el desplazamiento y viendo en primera persona los problemas que surgen durante el tránsito y las posibles soluciones a situaciones de emergencia.
El recorrido transcurre por la Cañada Real Conquense, de Guadalaviar a Vilches. Es decir, de Teruel a Jaén, con un total de 500 kilómetros que se hace en un mes aproximadamente y en el que cada grupo de estudiantes transcurre por uno de sus tramos. “Salen de Zaragoza de madrugada y, en función de por dónde se discurre, se llega al punto de encuentro. Según el grupo que les toca, se incorporan más cerca o lejos, y el último día se vuelve a la capital zaragozana después de comer. A la mañana siguiente sale un nuevo grupo con destino al punto correspondiente para continuar la vereda”.
Durante esa semana, los estudiantes están “en contacto directo con el sector desde que amanece, que nos ponemos en marcha. Están con las ovejas, ven las patologías que pueden surgir, qué comen y qué no comen las ovejas, los problemas de la ganadería extensiva, si hay o no agua… Luego, todas las noches nos reunimos y hablamos de temas relacionados con la profesión veterinaria porque no solo nos acompañan profesores de ovino. También hay docentes de porcino, avicultura o equino”.
El aprendizaje todavía es mayor. En algunas ocasiones la compañía procede de profesores de otras áreas como Derecho para abordar temas relacionados con, por ejemplo, las leyes de las vías pecuarias. “Atravesamos cañadas, veredas… cada una tiene una anchura y hay veces que se invaden terrenos cultivados, pero las ovejas tienen derecho de paso. Es cultura y patrimonio de todos. Hay que conocer lo que tenemos en España”, afirma la docente. De hecho, la trashumancia está declarada Bien de Interés Cultural Inmaterial y “las cañadas hay que cuidarlas. No están señalizadas y la nuestra es la única que está georeferenciada porque aprovechamos para llevar GPS. Queremos que otras zonas y otros ganaderos que hacen trashumancia alcen la voz y se mejoren porque están totalmente abandonadas”. Tan solo en España, hay 125.000 kilómetros de vías pecuarias.
El programa de la Universidad de Zaragoza -recientemente dado a conocer a través de la jornada ‘Sostenibilidad, de la estética a la ética” en el marco de la Cátedra de Ganadería de Precisión, y organizada por Nanta-, ha sido pionero en España.
A raíz de esta experiencia otras universidades contactaron con la de Zaragoza para poner en marcha sus propias iniciativas. Es el caso, por ejemplo, de la Universidad de Murcia con ganaderos de la Sierra de Segura, en colaboración con CEU Cardenal Herrera, así como de la Universidad Católica de Valencia, que cuenta con pastores trashumantes del sur de Teruel, en la zona del Maestrazgo.
Fuente: eleconomista